Fisterra

    Obesidad

    ¿De qué hablamos?


    La obesidad es una enfermedad endocrino-metabólica crónica, compleja y multifactorial, de tendencia epidémica progresiva, que predispone y se asocia a numerosas comorbilidades potencialmente graves (diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial,
    dislipemia aterogénica, enfermedad cardiovascular o cáncer), incrementa el riesgo vascular y disminuye la calidad y esperanza de vida (SEEDO-SEMERGEN, 2020).

    Según la OMS, se define como una cantidad anormal o excesiva de grasa acumulada (adiposidad). Su abordaje precisa un enfoque multidisciplinar por su gran repercusión clínica, impacto sobre la salud pública y elevado coste sanitario, y será individualizado, integral y sostenido en el tiempo (Orozco D, 2022).

    Las tasas de preobesidad (sobrepeso) y obesidad han aumentado en las últimas décadas y afectan a 53,8% de la población adulta española, según los datos de la encuesta de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) de 2022. Además, en la Encuesta Europea de Salud en España del año 2020, un 16,5% de los varones mayores de 18 años y un 15,5% de mujeres tienen obesidad (INE, 2023). Conjuntamente, un 44,9% de hombres y un 30,6% de mujeres presentan sobrepeso (este mayor porcentaje de hombres con sobrepeso se observa en todos los grupos de edad). Se estima que la prevalencia de la obesidad se ha triplicado desde 1980 y que cerca del 70% de los adultos europeos tendrá en el futuro un exceso de peso no saludable.

    Los datos de la población infantil en España indican que un 40,6% de los escolares españoles tiene exceso ponderal (23,3% tiene sobrepeso y un 17,3% presenta obesidad). En niñas es más prevalente el sobrepeso (24,7% frente a 21,9% en niños), mientras que el porcentaje de obesidad es significativamente mayor en niños (19,4%) que en niñas (15,0%) (Estudio ALADINO, 2019).

    El método más utilizado en el adulto para definir y clasificar la obesidad es el índice de masa corporal (IMC): peso (kg)/talla (metros2) (https://www.nhs.uk/live-well/healthy-weight/bmi-calculator/). Este parámetro es un pobre e impreciso predictor de salud y, aunque no es una medida directa de la adiposidad central (no informa de la distribución de la grasa corporal y no diferencia entre masa libre de grasa y masa magra), mantiene una buena correlación con la cantidad de grasa total del organismo en adultos (cuanto mayor sea su valor y más comorbilidades estén presentes, mayor será la gravedad). Sin embargo, esta relación no es tan buena en niños, adolescentes, ancianos, sujetos de talla baja, ni en poblaciones no caucásicas. Por otra parte, lo sobreestima en individuos con importante masa muscular y lo infravalora en personas con pérdida de masa magra (p. ej., en ancianos). Se acepta como punto de corte para la obesidad un valor de IMC de 30 kg/m2.

    Además del exceso de grasa corporal, su distribución constituye un predictor independiente de riesgo y morbilidad. La localización central o abdominal se relaciona con mayor riesgo y su medida más práctica y fiable es el perímetro abdominal (PA). Se aceptan como límites superiores normales: 102 cm para varones y 88 cm para mujeres (WHO, 2021). Actualmente se adopta el término enfermedad crónica basada en la adiposidad, ya que hace referencia tanto a la cantidad total de grasa como a su distribución, funcionalidad y gravedad (Mechanick JI, 2017; Fruhbeck G, 2019).

    La integración del IMC y el perímetro abdominal, identifican mejor el fenotipo de mayor riesgo para la salud de los adultos que el IMC o la circunferencia de la cintura por sí solos, y permiten determinar mejor la intensidad del tratamiento (tabla 1) (Wharton S, 2020; NICE, 2014; WHO, 2021).

    Tabla 1. Evaluación del riesgo para la salud de los adultos con el fin de determinar la intensidad del tratamiento (adaptado de NICE, 2022; Wharton S, 2020).
    PA (cm)
    Clasificación del IMC (kg/m2) Bajo Alto Muy alto
    Hombres
    (<94 cm)
    Mujeres
    (<80 cm)
    Hombres
    (94 a 102 cm)
    Mujeres
    (80 a 88 cm)
    Hombres
    (>102 cm)
    Mujeres
    (>88 cm)
    Peso saludable: 18,5-24,9 No hay aumento del riesgo Aumentado
    Sobrepeso: 25-29,9 No hay aumento del riesgo Mayor riesgo Riesgo elevado
    Obesidad clase I o leve: 30-34,9 Mayor riesgo Riesgo elevado Riesgo muy elevado
    Obesidad clase II o moderada: 35-39,9 Riesgo elevado o muy elevado
    Obesidad clase III o grave: >40 Riesgo muy elevado
    IMC: índice de masa corporal; PA: perímetro abdominal.

    El acúmulo graso central (visceral) se relaciona fisiopatológicamente con el aumento de riesgos para la salud e incrementa la incidencia de complicaciones crónicas cardiovasculares (enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular o hipertensión arterial), endocrino-metabólicas (es responsable del 44% de las diabetes tipo 2 y aumento de la resistencia a la insulina), respiratorias (EPOC o apnea obstructiva del sueño), hepato-biliares (esteatohepatitis no alcohólica o cirrosis) o el desarrollo de determinadas neoplasias (mama, cuello uterino, colon, páncreas o próstata, entre otras). Además, está implicada en el desarrollo de
    artrosis, incontinencia urinaria de estrés o trastornos del estado de ánimo y ansiedad.

    Las alteraciones metabólicas que producen el exceso de grasa abdominal se relacionan con un estado proinflamatorio y protrombótico, por las alteraciones que induce en la producción de citocinas, coagulación y fibrinólisis (NICE, 2014).

    La obesidad sarcopénica presenta peor pronóstico por las elevadas tasas de complicaciones clínicas que la acompañan. Para su diagnóstico es preciso determinar tanto parámetros funcionales y de fuerza muscular, así como conocer la composición corporal (masa magra) (Ciudin A, 2020; Domini LM, 2022).

    ¿Qué la produce?

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    ¿Qué estudios haremos en un paciente con exceso de peso?

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    ¿Qué pacientes tratar?

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    ¿Cómo se trata?

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    Criterios de derivación

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    Algortimo

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autores

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Obesidad

    Fecha de revisión: 05/03/2024
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La obesidad es una enfermedad endocrino-metabólica crónica, compleja y multifactorial, de tendencia epidémica progresiva, que predispone y se asocia a numerosas comorbilidades potencialmente graves (diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial,
    dislipemia aterogénica, enfermedad cardiovascular o cáncer), incrementa el riesgo vascular y disminuye la calidad y esperanza de vida (SEEDO-SEMERGEN, 2020).

    Según la OMS, se define como una cantidad anormal o excesiva de grasa acumulada (adiposidad). Su abordaje precisa un enfoque multidisciplinar por su gran repercusión clínica, impacto sobre la salud pública y elevado coste sanitario, y será individualizado, integral y sostenido en el tiempo (Orozco D, 2022).

    Las tasas de preobesidad (sobrepeso) y obesidad han aumentado en las últimas décadas y afectan a 53,8% de la población adulta española, según los datos de la encuesta de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) de 2022. Además, en la Encuesta Europea de Salud en España del año 2020, un 16,5% de los varones mayores de 18 años y un 15,5% de mujeres tienen obesidad (INE, 2023). Conjuntamente, un 44,9% de hombres y un 30,6% de mujeres presentan sobrepeso (este mayor porcentaje de hombres con sobrepeso se observa en todos los grupos de edad). Se estima que la prevalencia de la obesidad se ha triplicado desde 1980 y que cerca del 70% de los adultos europeos tendrá en el futuro un exceso de peso no saludable.

    Los datos de la población infantil en España indican que un 40,6% de los escolares españoles tiene exceso ponderal (23,3% tiene sobrepeso y un 17,3% presenta obesidad). En niñas es más prevalente el sobrepeso (24,7% frente a 21,9% en niños), mientras que el porcentaje de obesidad es significativamente mayor en niños (19,4%) que en niñas (15,0%) (Estudio ALADINO, 2019).

    El método más utilizado en el adulto para definir y clasificar la obesidad es el índice de masa corporal (IMC): peso (kg)/talla (metros2) (https://www.nhs.uk/live-well/healthy-weight/bmi-calculator/). Este parámetro es un pobre e impreciso predictor de salud y, aunque no es una medida directa de la adiposidad central (no informa de la distribución de la grasa corporal y no diferencia entre masa libre de grasa y masa magra), mantiene una buena correlación con la cantidad de grasa total del organismo en adultos (cuanto mayor sea su valor y más comorbilidades estén presentes, mayor será la gravedad). Sin embargo, esta relación no es tan buena en niños, adolescentes, ancianos, sujetos de talla baja, ni en poblaciones no caucásicas. Por otra parte, lo sobreestima en individuos con importante masa muscular y lo infravalora en personas con pérdida de masa magra (p. ej., en ancianos). Se acepta como punto de corte para la obesidad un valor de IMC de 30 kg/m2.

    Además del exceso de grasa corporal, su distribución constituye un predictor independiente de riesgo y morbilidad. La localización central o abdominal se relaciona con mayor riesgo y su medida más práctica y fiable es el perímetro abdominal (PA). Se aceptan como límites superiores normales: 102 cm para varones y 88 cm para mujeres (WHO, 2021). Actualmente se adopta el término enfermedad crónica basada en la adiposidad, ya que hace referencia tanto a la cantidad total de grasa como a su distribución, funcionalidad y gravedad (Mechanick JI, 2017; Fruhbeck G, 2019).

    La integración del IMC y el perímetro abdominal, identifican mejor el fenotipo de mayor riesgo para la salud de los adultos que el IMC o la circunferencia de la cintura por sí solos, y permiten determinar mejor la intensidad del tratamiento (tabla 1) (Wharton S, 2020; NICE, 2014; WHO, 2021).

    Tabla 1. Evaluación del riesgo para la salud de los adultos con el fin de determinar la intensidad del tratamiento (adaptado de NICE, 2022; Wharton S, 2020).
    PA (cm)
    Clasificación del IMC (kg/m2) Bajo Alto Muy alto
    Hombres
    (<94 cm)
    Mujeres
    (<80 cm)
    Hombres
    (94 a 102 cm)
    Mujeres
    (80 a 88 cm)
    Hombres
    (>102 cm)
    Mujeres
    (>88 cm)
    Peso saludable: 18,5-24,9 No hay aumento del riesgo Aumentado
    Sobrepeso: 25-29,9 No hay aumento del riesgo Mayor riesgo Riesgo elevado
    Obesidad clase I o leve: 30-34,9 Mayor riesgo Riesgo elevado Riesgo muy elevado
    Obesidad clase II o moderada: 35-39,9 Riesgo elevado o muy elevado
    Obesidad clase III o grave: >40 Riesgo muy elevado
    IMC: índice de masa corporal; PA: perímetro abdominal.

    El acúmulo graso central (visceral) se relaciona fisiopatológicamente con el aumento de riesgos para la salud e incrementa la incidencia de complicaciones crónicas cardiovasculares (enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular o hipertensión arterial), endocrino-metabólicas (es responsable del 44% de las diabetes tipo 2 y aumento de la resistencia a la insulina), respiratorias (EPOC o apnea obstructiva del sueño), hepato-biliares (esteatohepatitis no alcohólica o cirrosis) o el desarrollo de determinadas neoplasias (mama, cuello uterino, colon, páncreas o próstata, entre otras). Además, está implicada en el desarrollo de
    artrosis, incontinencia urinaria de estrés o trastornos del estado de ánimo y ansiedad.

    Las alteraciones metabólicas que producen el exceso de grasa abdominal se relacionan con un estado proinflamatorio y protrombótico, por las alteraciones que induce en la producción de citocinas, coagulación y fibrinólisis (NICE, 2014).

    La obesidad sarcopénica presenta peor pronóstico por las elevadas tasas de complicaciones clínicas que la acompañan. Para su diagnóstico es preciso determinar tanto parámetros funcionales y de fuerza muscular, así como conocer la composición corporal (masa magra) (Ciudin A, 2020; Domini LM, 2022).

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    La obesidad es una enfermedad endocrino-metabólica crónica, compleja y multifactorial, de tendencia epidémica progresiva, que predispone y se asocia a numerosas comorbilidades potencialmente graves (diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial,
    dislipemia aterogénica, enfermedad cardiovascular o cáncer), incrementa el riesgo vascular y disminuye la calidad y esperanza de vida (SEEDO-SEMERGEN, 2020).

    Según la OMS, se define como una cantidad anormal o excesiva de grasa acumulada (adiposidad). Su abordaje precisa un enfoque multidisciplinar por su gran repercusión clínica, impacto sobre la salud pública y elevado coste sanitario, y será individualizado, integral y sostenido en el tiempo (Orozco D, 2022).

    Las tasas de preobesidad (sobrepeso) y obesidad han aumentado en las últimas décadas y afectan a 53,8% de la población adulta española, según los datos de la encuesta de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) de 2022. Además, en la Encuesta Europea de Salud en España del año 2020, un 16,5% de los varones mayores de 18 años y un 15,5% de mujeres tienen obesidad (INE, 2023). Conjuntamente, un 44,9% de hombres y un 30,6% de mujeres presentan sobrepeso (este mayor porcentaje de hombres con sobrepeso se observa en todos los grupos de edad). Se estima que la prevalencia de la obesidad se ha triplicado desde 1980 y que cerca del 70% de los adultos europeos tendrá en el futuro un exceso de peso no saludable.

    Los datos de la población infantil en España indican que un 40,6% de los escolares españoles tiene exceso ponderal (23,3% tiene sobrepeso y un 17,3% presenta obesidad). En niñas es más prevalente el sobrepeso (24,7% frente a 21,9% en niños), mientras que el porcentaje de obesidad es significativamente mayor en niños (19,4%) que en niñas (15,0%) (Estudio ALADINO, 2019).

    El método más utilizado en el adulto para definir y clasificar la obesidad es el índice de masa corporal (IMC): peso (kg)/talla (metros2) (https://www.nhs.uk/live-well/healthy-weight/bmi-calculator/). Este parámetro es un pobre e impreciso predictor de salud y, aunque no es una medida directa de la adiposidad central (no informa de la distribución de la grasa corporal y no diferencia entre masa libre de grasa y masa magra), mantiene una buena correlación con la cantidad de grasa total del organismo en adultos (cuanto mayor sea su valor y más comorbilidades estén presentes, mayor será la gravedad). Sin embargo, esta relación no es tan buena en niños, adolescentes, ancianos, sujetos de talla baja, ni en poblaciones no caucásicas. Por otra parte, lo sobreestima en individuos con importante masa muscular y lo infravalora en personas con pérdida de masa magra (p. ej., en ancianos). Se acepta como punto de corte para la obesidad un valor de IMC de 30 kg/m2.

    Además del exceso de grasa corporal, su distribución constituye un predictor independiente de riesgo y morbilidad. La localización central o abdominal se relaciona con mayor riesgo y su medida más práctica y fiable es el perímetro abdominal (PA). Se aceptan como límites superiores normales: 102 cm para varones y 88 cm para mujeres (WHO, 2021). Actualmente se adopta el término enfermedad crónica basada en la adiposidad, ya que hace referencia tanto a la cantidad total de grasa como a su distribución, funcionalidad y gravedad (Mechanick JI, 2017; Fruhbeck G, 2019).

    La integración del IMC y el perímetro abdominal, identifican mejor el fenotipo de mayor riesgo para la salud de los adultos que el IMC o la circunferencia de la cintura por sí solos, y permiten determinar mejor la intensidad del tratamiento (tabla 1) (Wharton S, 2020; NICE, 2014; WHO, 2021).

    Tabla 1. Evaluación del riesgo para la salud de los adultos con el fin de determinar la intensidad del tratamiento (adaptado de NICE, 2022; Wharton S, 2020).
    PA (cm)
    Clasificación del IMC (kg/m2) Bajo Alto Muy alto
    Hombres
    (<94 cm)
    Mujeres
    (<80 cm)
    Hombres
    (94 a 102 cm)
    Mujeres
    (80 a 88 cm)
    Hombres
    (>102 cm)
    Mujeres
    (>88 cm)
    Peso saludable: 18,5-24,9 No hay aumento del riesgo Aumentado
    Sobrepeso: 25-29,9 No hay aumento del riesgo Mayor riesgo Riesgo elevado
    Obesidad clase I o leve: 30-34,9 Mayor riesgo Riesgo elevado Riesgo muy elevado
    Obesidad clase II o moderada: 35-39,9 Riesgo elevado o muy elevado
    Obesidad clase III o grave: >40 Riesgo muy elevado
    IMC: índice de masa corporal; PA: perímetro abdominal.

    El acúmulo graso central (visceral) se relaciona fisiopatológicamente con el aumento de riesgos para la salud e incrementa la incidencia de complicaciones crónicas cardiovasculares (enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular o hipertensión arterial), endocrino-metabólicas (es responsable del 44% de las diabetes tipo 2 y aumento de la resistencia a la insulina), respiratorias (EPOC o apnea obstructiva del sueño), hepato-biliares (esteatohepatitis no alcohólica o cirrosis) o el desarrollo de determinadas neoplasias (mama, cuello uterino, colon, páncreas o próstata, entre otras). Además, está implicada en el desarrollo de
    artrosis, incontinencia urinaria de estrés o trastornos del estado de ánimo y ansiedad.

    Las alteraciones metabólicas que producen el exceso de grasa abdominal se relacionan con un estado proinflamatorio y protrombótico, por las alteraciones que induce en la producción de citocinas, coagulación y fibrinólisis (NICE, 2014).

    La obesidad sarcopénica presenta peor pronóstico por las elevadas tasas de complicaciones clínicas que la acompañan. Para su diagnóstico es preciso determinar tanto parámetros funcionales y de fuerza muscular, así como conocer la composición corporal (masa magra) (Ciudin A, 2020; Domini LM, 2022).

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    © Descargado el 19/04/2024 23:58:45 Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright © . Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.

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