Fisterra

    Neuropatía diabética

    ¿De qué hablamos?


    La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad que se caracteriza por un metabolismo alterado de los hidratos de carbono y un consiguiente aumento de la glucemia. El origen de esta enfermedad puede estar relacionado con la resistencia periférica a la insulina, en el caso de la DM tipo 2, o con la destrucción autoinmune de las células beta pancreáticas (provocando una reducción de la insulina), como ocurre en la DM tipo 1. Existen otras causas menos frecuentes que conducen a este estado, como la destrucción de células pancreáticas de causa no inmunitaria, genéticas, infecciosas, otras endocrinopatías, etc. (ADA, 2020).

    Los estudios más recientes estiman que la incidencia de esta enfermedad en España se sitúa en 11,6 casos/1.000 habitantes/año (Rojo Martínez G, 2020) y la prevalencia en el 6,6% del total de la población, siendo mayor en hombres que en mujeres (7,27 frente a 6,06%) e incrementándose con la edad, sobre todo en mayores de 80 años (Menéndez Torre EL, 2021).

    La situación de hiperglucemia mantenida que ocurre en esta enfermedad provoca un acúmulo de radicales libres que conduce a una disfunción mitocondrial y endotelial, lo que podría provocar un daño en las fibras nerviosas y los vasos circundantes, que conllevarían la aparición de la neuropatía diabética (Pinti MV, 2019; Chowdhury SK, 2013). A pesar de esta hipótesis, hoy en día no está totalmente esclarecido su origen. Se estima que en torno al 60% de los pacientes con DM podrían desarrollar algún tipo de afectación neuropática (Dyck PJ, 1993), siendo así la complicación crónica más prevalente (Pop-Busui R, 2017). Además, esta afectación neuropática puede desarrollarse ya desde el estado de prediabetes (Pop-Busui R, 2017). La neuropatía aparece con mayor frecuencia en diabéticos tipo 2 y en aquellos que tienen una mayor duración de la enfermedad. Los diferentes tipos de afectación neuropática que pueden ocurrir, según la American Diabetes Association, son (Pop-Busui R, 2017):
    • Neuropatías diabéticas:
      • Difusas:
        • Polineuropatía simétrica y distal: es la más frecuente, suponiendo un 75% de la afectación neuropática (Bansal V, 2006). Es una afectación crónica y longitud-dependiente, lo que significa que primero se afectan las regiones más distales y van ascendiendo progresivamente hacia las regiones más proximales. Esta complicación ocurre en el 20% de los pacientes con DM tipo 1 a los 20 años de evolución. El principal factor de riesgo modificable para evitar la progresión de la enfermedad es el control glucémico (Pop-Busui R, 2010). Hasta el 15% de los diabéticos tipo 2 ya la padecen en el momento del diagnóstico y llega a afectar a la mitad de ellos a los 10 años, teniendo como principales factores de riesgo de progresión el control glucémico, el consumo tabáquico, el peso y la dislipemia (Pop-Busui R, 2017; Feldman EL, 2019). Esta se divide en los siguientes tipos:
          • Primaria de fibra fina.
          • Primaria de fibra gruesa.
          • Mixta.
        • Neuropatía autonómica:
          • Cardiovascular: su frecuencia aumenta con la duración de la enfermedad. Es importante su diagnóstico, ya que es un factor de riesgo independiente de mortalidad cardiovascular, desarrollo de arritmias, isquemia silente, eventos cardiovasculares mayores y disfunción miocárdica.
          • Gastrointestinal: puede manifestarse como gastroparesia, disfunción esofágica, diarrea diabética o estreñimiento (alternándose en ocasiones).
          • Urogenital: disfunción sexual y vesical.
          • Disfunción sudomotora: anhidrosis o intolerancia al calor. Una forma rara sería la hiperhidrosis gustativa (hiperhidrosis en cara y cuello al comer u oler comida).
          • Hipoglucemias asintomáticas.
          • Disfunción pupilar.
        • Mononeuropatías (Smith BE, 2014):
          • Craneales: sobre todo el III par y también el resto de nervios oculomotores y el nervio facial.
          • Periféricas: los nervios más afectados son el mediano, radial, cubital y peroneo común.
          • Mixtas (mononeuritis múltiple).
        • Radiculopatía o polirradiculopatía:
          • Radiculoplexopatía lumbosacra, también conocida como amiotrofia diabética (Dyck PJ, 2002): es la más frecuente, tiene un curso monofásico y, aunque no está clara su etiología, se postula un origen microvasculítico. Tiene un predominio en el sexo masculino y en la DM tipo 2. Suele ocurrir al diagnóstico o tras la escalada terapéutica.
          • Radiculopatía torácica.
    • De origen no diabético, pero que se asocian con mayor frecuencia a la diabetes:
      • Parálisis por presión.
      • Incremento del riesgo de polineuropatía crónica desmielinizante (CIDP).
      • Radiculoplexopatía no diabética.
      • Neuropatías agudas de fibra fina inducidas por el tratamiento: se desconoce su origen, aunque se plantea que pueda estar relacionado con una hipoglucemia relativa. Se producen en las primeras 8 semanas tras la realización de un cambio terapéutico que logra un control de la glucemia de forma abrupta tras una hiperglucemia crónica mantenida en pacientes con muy mal control glucémico. Se caracteriza por ser más grave, resistente al tratamiento y extensa que la que no está relacionada con la diabetes, pudiendo ser longitud-dependiente o más generalizada y acompañándose en ocasiones de afectación autonómica. Además, suele estar asociada a un empeoramiento de la función renal y un agravamiento de la retinopatía diabética (Gibbons CH, 2015).

    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cómo se trata?

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autora

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Neuropatía diabética

    Fecha de revisión: 02/09/2024
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad que se caracteriza por un metabolismo alterado de los hidratos de carbono y un consiguiente aumento de la glucemia. El origen de esta enfermedad puede estar relacionado con la resistencia periférica a la insulina, en el caso de la DM tipo 2, o con la destrucción autoinmune de las células beta pancreáticas (provocando una reducción de la insulina), como ocurre en la DM tipo 1. Existen otras causas menos frecuentes que conducen a este estado, como la destrucción de células pancreáticas de causa no inmunitaria, genéticas, infecciosas, otras endocrinopatías, etc. (ADA, 2020).

    Los estudios más recientes estiman que la incidencia de esta enfermedad en España se sitúa en 11,6 casos/1.000 habitantes/año (Rojo Martínez G, 2020) y la prevalencia en el 6,6% del total de la población, siendo mayor en hombres que en mujeres (7,27 frente a 6,06%) e incrementándose con la edad, sobre todo en mayores de 80 años (Menéndez Torre EL, 2021).

    La situación de hiperglucemia mantenida que ocurre en esta enfermedad provoca un acúmulo de radicales libres que conduce a una disfunción mitocondrial y endotelial, lo que podría provocar un daño en las fibras nerviosas y los vasos circundantes, que conllevarían la aparición de la neuropatía diabética (Pinti MV, 2019; Chowdhury SK, 2013). A pesar de esta hipótesis, hoy en día no está totalmente esclarecido su origen. Se estima que en torno al 60% de los pacientes con DM podrían desarrollar algún tipo de afectación neuropática (Dyck PJ, 1993), siendo así la complicación crónica más prevalente (Pop-Busui R, 2017). Además, esta afectación neuropática puede desarrollarse ya desde el estado de prediabetes (Pop-Busui R, 2017). La neuropatía aparece con mayor frecuencia en diabéticos tipo 2 y en aquellos que tienen una mayor duración de la enfermedad. Los diferentes tipos de afectación neuropática que pueden ocurrir, según la American Diabetes Association, son (Pop-Busui R, 2017):
    • Neuropatías diabéticas:
      • Difusas:
        • Polineuropatía simétrica y distal: es la más frecuente, suponiendo un 75% de la afectación neuropática (Bansal V, 2006). Es una afectación crónica y longitud-dependiente, lo que significa que primero se afectan las regiones más distales y van ascendiendo progresivamente hacia las regiones más proximales. Esta complicación ocurre en el 20% de los pacientes con DM tipo 1 a los 20 años de evolución. El principal factor de riesgo modificable para evitar la progresión de la enfermedad es el control glucémico (Pop-Busui R, 2010). Hasta el 15% de los diabéticos tipo 2 ya la padecen en el momento del diagnóstico y llega a afectar a la mitad de ellos a los 10 años, teniendo como principales factores de riesgo de progresión el control glucémico, el consumo tabáquico, el peso y la dislipemia (Pop-Busui R, 2017; Feldman EL, 2019). Esta se divide en los siguientes tipos:
          • Primaria de fibra fina.
          • Primaria de fibra gruesa.
          • Mixta.
        • Neuropatía autonómica:
          • Cardiovascular: su frecuencia aumenta con la duración de la enfermedad. Es importante su diagnóstico, ya que es un factor de riesgo independiente de mortalidad cardiovascular, desarrollo de arritmias, isquemia silente, eventos cardiovasculares mayores y disfunción miocárdica.
          • Gastrointestinal: puede manifestarse como gastroparesia, disfunción esofágica, diarrea diabética o estreñimiento (alternándose en ocasiones).
          • Urogenital: disfunción sexual y vesical.
          • Disfunción sudomotora: anhidrosis o intolerancia al calor. Una forma rara sería la hiperhidrosis gustativa (hiperhidrosis en cara y cuello al comer u oler comida).
          • Hipoglucemias asintomáticas.
          • Disfunción pupilar.
        • Mononeuropatías (Smith BE, 2014):
          • Craneales: sobre todo el III par y también el resto de nervios oculomotores y el nervio facial.
          • Periféricas: los nervios más afectados son el mediano, radial, cubital y peroneo común.
          • Mixtas (mononeuritis múltiple).
        • Radiculopatía o polirradiculopatía:
          • Radiculoplexopatía lumbosacra, también conocida como amiotrofia diabética (Dyck PJ, 2002): es la más frecuente, tiene un curso monofásico y, aunque no está clara su etiología, se postula un origen microvasculítico. Tiene un predominio en el sexo masculino y en la DM tipo 2. Suele ocurrir al diagnóstico o tras la escalada terapéutica.
          • Radiculopatía torácica.
    • De origen no diabético, pero que se asocian con mayor frecuencia a la diabetes:
      • Parálisis por presión.
      • Incremento del riesgo de polineuropatía crónica desmielinizante (CIDP).
      • Radiculoplexopatía no diabética.
      • Neuropatías agudas de fibra fina inducidas por el tratamiento: se desconoce su origen, aunque se plantea que pueda estar relacionado con una hipoglucemia relativa. Se producen en las primeras 8 semanas tras la realización de un cambio terapéutico que logra un control de la glucemia de forma abrupta tras una hiperglucemia crónica mantenida en pacientes con muy mal control glucémico. Se caracteriza por ser más grave, resistente al tratamiento y extensa que la que no está relacionada con la diabetes, pudiendo ser longitud-dependiente o más generalizada y acompañándose en ocasiones de afectación autonómica. Además, suele estar asociada a un empeoramiento de la función renal y un agravamiento de la retinopatía diabética (Gibbons CH, 2015).

    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿De qué hablamos?


    La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad que se caracteriza por un metabolismo alterado de los hidratos de carbono y un consiguiente aumento de la glucemia. El origen de esta enfermedad puede estar relacionado con la resistencia periférica a la insulina, en el caso de la DM tipo 2, o con la destrucción autoinmune de las células beta pancreáticas (provocando una reducción de la insulina), como ocurre en la DM tipo 1. Existen otras causas menos frecuentes que conducen a este estado, como la destrucción de células pancreáticas de causa no inmunitaria, genéticas, infecciosas, otras endocrinopatías, etc. (ADA, 2020).

    Los estudios más recientes estiman que la incidencia de esta enfermedad en España se sitúa en 11,6 casos/1.000 habitantes/año (Rojo Martínez G, 2020) y la prevalencia en el 6,6% del total de la población, siendo mayor en hombres que en mujeres (7,27 frente a 6,06%) e incrementándose con la edad, sobre todo en mayores de 80 años (Menéndez Torre EL, 2021).

    La situación de hiperglucemia mantenida que ocurre en esta enfermedad provoca un acúmulo de radicales libres que conduce a una disfunción mitocondrial y endotelial, lo que podría provocar un daño en las fibras nerviosas y los vasos circundantes, que conllevarían la aparición de la neuropatía diabética (Pinti MV, 2019; Chowdhury SK, 2013). A pesar de esta hipótesis, hoy en día no está totalmente esclarecido su origen. Se estima que en torno al 60% de los pacientes con DM podrían desarrollar algún tipo de afectación neuropática (Dyck PJ, 1993), siendo así la complicación crónica más prevalente (Pop-Busui R, 2017). Además, esta afectación neuropática puede desarrollarse ya desde el estado de prediabetes (Pop-Busui R, 2017). La neuropatía aparece con mayor frecuencia en diabéticos tipo 2 y en aquellos que tienen una mayor duración de la enfermedad. Los diferentes tipos de afectación neuropática que pueden ocurrir, según la American Diabetes Association, son (Pop-Busui R, 2017):
    • Neuropatías diabéticas:
      • Difusas:
        • Polineuropatía simétrica y distal: es la más frecuente, suponiendo un 75% de la afectación neuropática (Bansal V, 2006). Es una afectación crónica y longitud-dependiente, lo que significa que primero se afectan las regiones más distales y van ascendiendo progresivamente hacia las regiones más proximales. Esta complicación ocurre en el 20% de los pacientes con DM tipo 1 a los 20 años de evolución. El principal factor de riesgo modificable para evitar la progresión de la enfermedad es el control glucémico (Pop-Busui R, 2010). Hasta el 15% de los diabéticos tipo 2 ya la padecen en el momento del diagnóstico y llega a afectar a la mitad de ellos a los 10 años, teniendo como principales factores de riesgo de progresión el control glucémico, el consumo tabáquico, el peso y la dislipemia (Pop-Busui R, 2017; Feldman EL, 2019). Esta se divide en los siguientes tipos:
          • Primaria de fibra fina.
          • Primaria de fibra gruesa.
          • Mixta.
        • Neuropatía autonómica:
          • Cardiovascular: su frecuencia aumenta con la duración de la enfermedad. Es importante su diagnóstico, ya que es un factor de riesgo independiente de mortalidad cardiovascular, desarrollo de arritmias, isquemia silente, eventos cardiovasculares mayores y disfunción miocárdica.
          • Gastrointestinal: puede manifestarse como gastroparesia, disfunción esofágica, diarrea diabética o estreñimiento (alternándose en ocasiones).
          • Urogenital: disfunción sexual y vesical.
          • Disfunción sudomotora: anhidrosis o intolerancia al calor. Una forma rara sería la hiperhidrosis gustativa (hiperhidrosis en cara y cuello al comer u oler comida).
          • Hipoglucemias asintomáticas.
          • Disfunción pupilar.
        • Mononeuropatías (Smith BE, 2014):
          • Craneales: sobre todo el III par y también el resto de nervios oculomotores y el nervio facial.
          • Periféricas: los nervios más afectados son el mediano, radial, cubital y peroneo común.
          • Mixtas (mononeuritis múltiple).
        • Radiculopatía o polirradiculopatía:
          • Radiculoplexopatía lumbosacra, también conocida como amiotrofia diabética (Dyck PJ, 2002): es la más frecuente, tiene un curso monofásico y, aunque no está clara su etiología, se postula un origen microvasculítico. Tiene un predominio en el sexo masculino y en la DM tipo 2. Suele ocurrir al diagnóstico o tras la escalada terapéutica.
          • Radiculopatía torácica.
    • De origen no diabético, pero que se asocian con mayor frecuencia a la diabetes:
      • Parálisis por presión.
      • Incremento del riesgo de polineuropatía crónica desmielinizante (CIDP).
      • Radiculoplexopatía no diabética.
      • Neuropatías agudas de fibra fina inducidas por el tratamiento: se desconoce su origen, aunque se plantea que pueda estar relacionado con una hipoglucemia relativa. Se producen en las primeras 8 semanas tras la realización de un cambio terapéutico que logra un control de la glucemia de forma abrupta tras una hiperglucemia crónica mantenida en pacientes con muy mal control glucémico. Se caracteriza por ser más grave, resistente al tratamiento y extensa que la que no está relacionada con la diabetes, pudiendo ser longitud-dependiente o más generalizada y acompañándose en ocasiones de afectación autonómica. Además, suele estar asociada a un empeoramiento de la función renal y un agravamiento de la retinopatía diabética (Gibbons CH, 2015).

    ¿Cómo se diagnostica?

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