Insuficiencia renal aguda
Fecha de la última revisión: 28/03/2018
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¿De qué hablamos?
La insuficiencia renal aguda (IRA) se define como el deterioro rápido de la función renal en un periodo de horas a días, que provoca la reducción del filtrado glomerular, con la consiguiente disminución de la capacidad para excretar los productos nitrogenados de desecho y para mantener el equilibrio hidroelectrolítico y ácido-base.
No hay una definición estandarizada de la IRA. En general, todas las definiciones de insuficiencia renal aguda destacan la inmediatez del deterioro de la función renal, es decir, el descenso brusco y sostenido del filtrado glomerular (FG) y la elevación de los productos nitrogenados en sangre. Algunos estudios epidemiológicos demostraron que la insuficiencia renal aguda también puede aparecer en enfermos con insuficiencia renal crónica (ERC) (Kellum JA, 2008; Rodrigo E, 2007; Liaño García L, 2007).
Etiológicamente, los episodios de IRA que se diagnostican en el medio extrahospitalario se relacionan habitualmente con cuadros obstructivos de las vías urinarias, deshidrataciones y enfermedades parenquimatosas renales (glomerulonefritis, vasculitis), mientras que en el medio hospitalario suelen relacionarse con necrosis tubulares generalmente secundarias a técnicas diagnósticas y terapéuticas (cirugía, fármacos, contrastes yodados) (Liaño García L, 2007). Los pacientes con mayor riesgo de IRA son los operados (aneurismas aórticos, resecciones intestinales, cirugía cardiotorácica), politraumatizados y los que sufren fallo multiorgánico.
La IRA es una enfermedad con un índice elevado de morbimortalidad. Tiene especial importancia su diagnóstico y tratamiento tempranos para prevenir la pérdida irreversible de nefronas. Las complicaciones que pueden poner en peligro la vida del paciente son la hiperpotasemia, la acidosis metabólica y el exceso de volumen circulante.
Tradicionalmente se ha clasificado la IRA en tres subgrupos: prerrenal, renal y posrenal (Hermida Vergara L, 2006; Casado Vicente V, 2007; Musso CG, 2008; Vela-Enríquez F, 2008):
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IRA prerrenal (55%): causada por hipoperfusión renal, está preservada la integridad del tejido renal y es reversible tras la corrección de la causa desencadenante. Puede ser secundaria a:
- Disminución de la perfusión renal: hemorragias, quemaduras, deshidratación, diuréticos, pancreatitis, peritonitis, insuficiencia cardíaca, taponamiento pericárdico, fármacos (inhibidores de la ciclooxigenasa, IECA, AINE).
- Aumento de la proporción entre resistencia vascular renal y sistémica: sepsis, antihipertensivos, anafilaxia, síndrome hepatorrenal, vasoconstricción renal en el caso de hipercalcemia, noradrenalina, adrenalina, ciclosporina, anfotericina B, preeclampsia.
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IRA intrínseca o parenquimatosa (40%):
- Obstrucción vasculorrenal: obstrucción de la arteria (émbolo, trombosis, aneurisma, vasculitis) o de la vena renal (trombosis, compresión).
- Enfermedades de los glomérulos o de la microvascularización renal: glomerulonefritis y vasculitis (síndrome hemolítico-urémico, púrpura trombótica trombocitopénica, coagulación intravascular diseminada, púrpura de Schönlein-Henoch, toxemia del embarazo, hipertensión maligna, nefritis por radiación, colagenosis).
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Necrosis tubular aguda (causa más frecuente):
- Isquemia: hipovolemia, bajo gasto cardíaco, vasoconstricción renal, vasodilatación general.
- Toxinas exógenas: contrastes yodados, fármacos (ciclosporina, aminoglucósidos, quimioterápicos, paracetamol), etilenglicol, metales.
- Toxinas endógenas: mioglobina (rabdomiólisis), hemoglobinuria, mieloma múltiple.
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Nefritis intersticial:
- Fármacos: antibióticos, AINEs, diuréticos, IECA, ARA-II, alopurinol, cimetidina.
- Infecciosa: endocarditis bacteriana, leptospirosis, pielonefritis aguda, citomegalovirus.
- Infiltrativa: linfoma, leucemia, sarcoidosis, tuberculosis.
- Idiopática.
- Obstrucción intratubular: mieloma múltiple, hiperuricemia, fármacos (aciclovir, metotrexato, sulfamidas).
- Rechazo del trasplante renal.
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IRA posrenal u obstructiva (5%):
- Ureteral: cálculos, coágulo sanguíneo, neoplasias, fibrosis retroperitoneal.
- Cuello de vejiga (más frecuente): vejiga neurógena, fármacos anticolinérgicos, hiperplasia o infección prostática, cálculos, cáncer de próstata, de vejiga o de los anexos, coágulo sanguíneo.
- Uretra: estenosis, fimosis.
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Autoras
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Chelo Naya Cendón | Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria (1) | |
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Sandra Suárez Abelenda | Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria (2) |
(1) Servicio de Atención Primaria de Culleredo. Servizo Galego de Saúde. A Coruña. España. (2) Servicio de Atención Primaria de Cee. Servizo Galego de Saúde. A Coruña. España. |
Conflicto de intereses: Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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