Fisterra

    Insuficiencia renal aguda

    ¿De qué hablamos?


    La insuficiencia renal aguda (IRA) se define como el deterioro rápido de la función renal en un periodo de horas a días, que provoca la reducción del filtrado glomerular (FG), con la consiguiente disminución de la capacidad para excretar los productos nitrogenados de desecho y mantener el equilibrio hidroelectrolítico y ácido-base.

    No hay una definición estandarizada de la IRA. En general, todas las definiciones de IRA destacan la inmediatez del deterioro de la función renal, es decir, el descenso brusco y sostenido del FG y la elevación de los productos nitrogenados en sangre. Algunos estudios epidemiológicos han demostrado que la IRA también puede aparecer en enfermos con insuficiencia renal crónica (ERC) (Kellum JA, 2008; Rodrigo E, 2007; Liaño García L, 2007; Jacob J, 2020; NICE, 2023).

    La IRA es un síndrome frecuente, con una incidencia que varía entre el 15 y 35%, según la etiología desencadenante (Abarca R, 2020). Etiológicamente, los episodios de IRA que se diagnostican en el medio extrahospitalario se relacionan habitualmente con cuadros obstructivos de las vías urinarias, deshidrataciones y enfermedades parenquimatosas renales (glomerulonefritis, vasculitis), mientras que en el medio hospitalario suelen relacionarse con necrosis tubulares, generalmente secundarias a técnicas diagnósticas y terapéuticas (cirugía, fármacos, contrastes yodados) (Liaño L, 2007). Los pacientes con mayor riesgo de IRA son los operados (aneurismas aórticos, resecciones intestinales, cirugía cardiotorácica), politraumatizados y los que sufren fallo multiorgánico.

    La IRA es una enfermedad con un índice elevado de morbimortalidad. Tiene especial importancia su diagnóstico y tratamiento tempranos para prevenir la pérdida irreversible de nefronas. Las complicaciones que pueden poner en peligro la vida del paciente son la hiperpotasemia, la acidosis metabólica y el exceso de volumen circulante. La mortalidad por IRA varía entre un 35 y un 60% (Abarca Rozas B, 2020; NICE, 2023).

    Para prevenir la IRA en pacientes de riesgo (edad avanzada, con patología renal o cardiaca de base) es importante mantener una presión arterial y un volumen circulante adecuados, y evitar potenciales agentes nefrotóxicos, como IECA, ARA-II y contrastes yodados. Las combinaciones de IECA o ARA-II con diuréticos, sobre todo en pacientes de edad avanzada asociados a tratamiento con AINE, pueden producir fracaso renal agudo (Kellum JA, 2008; García Camina RM, 2015; Iavecchia L, 2015; Ronco C, 2019; Jacob J, 2020 ). Es importante fomentar la hidratación oral antes y después de los procedimientos que utilizan contraste yodado por vía intravenosa, sobre todo en pacientes con mayor riesgo de lesión renal aguda (enfermedad renal crónica, diabetes, insuficiencia cardiaca, trasplante renal, 75 años o más, hipovolemia, etc) (NICE, 2023).

    Un fallo prerrenal mantenido puede evolucionar a necrosis tubular aguda, por lo que cualquier situación de hipovolemia (diarrea, vómitos, etc.) o hipotensión (hemorragia, shock, etc.) debe corregirse lo antes posible mediante expansores de volumen con sueros intravenosos.

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Insuficiencia renal aguda

    Fecha de revisión: 04/11/2024
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La insuficiencia renal aguda (IRA) se define como el deterioro rápido de la función renal en un periodo de horas a días, que provoca la reducción del filtrado glomerular (FG), con la consiguiente disminución de la capacidad para excretar los productos nitrogenados de desecho y mantener el equilibrio hidroelectrolítico y ácido-base.

    No hay una definición estandarizada de la IRA. En general, todas las definiciones de IRA destacan la inmediatez del deterioro de la función renal, es decir, el descenso brusco y sostenido del FG y la elevación de los productos nitrogenados en sangre. Algunos estudios epidemiológicos han demostrado que la IRA también puede aparecer en enfermos con insuficiencia renal crónica (ERC) (Kellum JA, 2008; Rodrigo E, 2007; Liaño García L, 2007; Jacob J, 2020; NICE, 2023).

    La IRA es un síndrome frecuente, con una incidencia que varía entre el 15 y 35%, según la etiología desencadenante (Abarca R, 2020). Etiológicamente, los episodios de IRA que se diagnostican en el medio extrahospitalario se relacionan habitualmente con cuadros obstructivos de las vías urinarias, deshidrataciones y enfermedades parenquimatosas renales (glomerulonefritis, vasculitis), mientras que en el medio hospitalario suelen relacionarse con necrosis tubulares, generalmente secundarias a técnicas diagnósticas y terapéuticas (cirugía, fármacos, contrastes yodados) (Liaño L, 2007). Los pacientes con mayor riesgo de IRA son los operados (aneurismas aórticos, resecciones intestinales, cirugía cardiotorácica), politraumatizados y los que sufren fallo multiorgánico.

    La IRA es una enfermedad con un índice elevado de morbimortalidad. Tiene especial importancia su diagnóstico y tratamiento tempranos para prevenir la pérdida irreversible de nefronas. Las complicaciones que pueden poner en peligro la vida del paciente son la hiperpotasemia, la acidosis metabólica y el exceso de volumen circulante. La mortalidad por IRA varía entre un 35 y un 60% (Abarca Rozas B, 2020; NICE, 2023).

    Para prevenir la IRA en pacientes de riesgo (edad avanzada, con patología renal o cardiaca de base) es importante mantener una presión arterial y un volumen circulante adecuados, y evitar potenciales agentes nefrotóxicos, como IECA, ARA-II y contrastes yodados. Las combinaciones de IECA o ARA-II con diuréticos, sobre todo en pacientes de edad avanzada asociados a tratamiento con AINE, pueden producir fracaso renal agudo (Kellum JA, 2008; García Camina RM, 2015; Iavecchia L, 2015; Ronco C, 2019; Jacob J, 2020 ). Es importante fomentar la hidratación oral antes y después de los procedimientos que utilizan contraste yodado por vía intravenosa, sobre todo en pacientes con mayor riesgo de lesión renal aguda (enfermedad renal crónica, diabetes, insuficiencia cardiaca, trasplante renal, 75 años o más, hipovolemia, etc) (NICE, 2023).

    Un fallo prerrenal mantenido puede evolucionar a necrosis tubular aguda, por lo que cualquier situación de hipovolemia (diarrea, vómitos, etc.) o hipotensión (hemorragia, shock, etc.) debe corregirse lo antes posible mediante expansores de volumen con sueros intravenosos.

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    La insuficiencia renal aguda (IRA) se define como el deterioro rápido de la función renal en un periodo de horas a días, que provoca la reducción del filtrado glomerular (FG), con la consiguiente disminución de la capacidad para excretar los productos nitrogenados de desecho y mantener el equilibrio hidroelectrolítico y ácido-base.

    No hay una definición estandarizada de la IRA. En general, todas las definiciones de IRA destacan la inmediatez del deterioro de la función renal, es decir, el descenso brusco y sostenido del FG y la elevación de los productos nitrogenados en sangre. Algunos estudios epidemiológicos han demostrado que la IRA también puede aparecer en enfermos con insuficiencia renal crónica (ERC) (Kellum JA, 2008; Rodrigo E, 2007; Liaño García L, 2007; Jacob J, 2020; NICE, 2023).

    La IRA es un síndrome frecuente, con una incidencia que varía entre el 15 y 35%, según la etiología desencadenante (Abarca R, 2020). Etiológicamente, los episodios de IRA que se diagnostican en el medio extrahospitalario se relacionan habitualmente con cuadros obstructivos de las vías urinarias, deshidrataciones y enfermedades parenquimatosas renales (glomerulonefritis, vasculitis), mientras que en el medio hospitalario suelen relacionarse con necrosis tubulares, generalmente secundarias a técnicas diagnósticas y terapéuticas (cirugía, fármacos, contrastes yodados) (Liaño L, 2007). Los pacientes con mayor riesgo de IRA son los operados (aneurismas aórticos, resecciones intestinales, cirugía cardiotorácica), politraumatizados y los que sufren fallo multiorgánico.

    La IRA es una enfermedad con un índice elevado de morbimortalidad. Tiene especial importancia su diagnóstico y tratamiento tempranos para prevenir la pérdida irreversible de nefronas. Las complicaciones que pueden poner en peligro la vida del paciente son la hiperpotasemia, la acidosis metabólica y el exceso de volumen circulante. La mortalidad por IRA varía entre un 35 y un 60% (Abarca Rozas B, 2020; NICE, 2023).

    Para prevenir la IRA en pacientes de riesgo (edad avanzada, con patología renal o cardiaca de base) es importante mantener una presión arterial y un volumen circulante adecuados, y evitar potenciales agentes nefrotóxicos, como IECA, ARA-II y contrastes yodados. Las combinaciones de IECA o ARA-II con diuréticos, sobre todo en pacientes de edad avanzada asociados a tratamiento con AINE, pueden producir fracaso renal agudo (Kellum JA, 2008; García Camina RM, 2015; Iavecchia L, 2015; Ronco C, 2019; Jacob J, 2020 ). Es importante fomentar la hidratación oral antes y después de los procedimientos que utilizan contraste yodado por vía intravenosa, sobre todo en pacientes con mayor riesgo de lesión renal aguda (enfermedad renal crónica, diabetes, insuficiencia cardiaca, trasplante renal, 75 años o más, hipovolemia, etc) (NICE, 2023).

    Un fallo prerrenal mantenido puede evolucionar a necrosis tubular aguda, por lo que cualquier situación de hipovolemia (diarrea, vómitos, etc.) o hipotensión (hemorragia, shock, etc.) debe corregirse lo antes posible mediante expansores de volumen con sueros intravenosos.

    ¿Cómo se clasifica?

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