Fisterra

    Disfagia

    ¿De qué hablamos?


    La disfagia proviene del griego griego phagia y del término dys, y se define como la dificultad para tragar o deglutir, es decir, la dificultad en el paso de los alimentos desde la boca al estómago (Ricote Belinchón M, 2020).

    Es un síntoma común en las consultas de atención primaria y es importante diferenciarla del síntoma odinofagia, definido como dolor a la deglución (Galmiche JP, 2006).

    Los trastornos de la deglución han sido reconocidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una discapacidad que afecta al sistema digestivo y están asociados a un aumento en la morbilidad, la mortalidad y los costes de atención. Están codificados en la International Classification of Diseases en su décima revisión (ICD-10) con el código R13.1 (Disfagia) y la fase orofaríngea con el código R13.12 (Rebollo-Pérez M, 2023; Velasco Zarzuelo M, 2019; WHO, 2016).

    La prevalencia de la disfagia sigue siendo desconocida, debido a que la recopilación de los datos varía en función del nivel de atención sanitaria, distribución geográfica y las causas que la originan (Velasco Zarzuelo M, 2019; WGO, 2014). En la mayoría de los estudios poblacionales a escala mundial la prevalencia se sitúa en torno al 10%, lo que comporta que se trata de un síntoma frecuente en la población. En España los datos reportados son similares (8,5%) en mayores de 18 años (Sánchez Ceballos, 2016).

    Datos publicados a escala mundial reportan que puede afectar a más del 30% de los pacientes con ictus, al 52-82% de los pacientes con enfermedad de Parkinson, al 51% de las personas institucionalizadas, al 84% de los pacientes con demencia tipo Alzheimer y al 60% de los pacientes sometidos a radioterapia por neoplasia de cabeza y/o cuello (Sánchez Ceballos, 2016; Turley R, 2009). Es el síntoma inicial en el 60% de pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y en el 44% de los pacientes con esclerosis múltiple (EM) (WGO, 2014; Ponce M, 2007; Clavé P, 2004).

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Disfagia

    Fecha de revisión: 13/06/2023
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La disfagia proviene del griego griego phagia y del término dys, y se define como la dificultad para tragar o deglutir, es decir, la dificultad en el paso de los alimentos desde la boca al estómago (Ricote Belinchón M, 2020).

    Es un síntoma común en las consultas de atención primaria y es importante diferenciarla del síntoma odinofagia, definido como dolor a la deglución (Galmiche JP, 2006).

    Los trastornos de la deglución han sido reconocidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una discapacidad que afecta al sistema digestivo y están asociados a un aumento en la morbilidad, la mortalidad y los costes de atención. Están codificados en la International Classification of Diseases en su décima revisión (ICD-10) con el código R13.1 (Disfagia) y la fase orofaríngea con el código R13.12 (Rebollo-Pérez M, 2023; Velasco Zarzuelo M, 2019; WHO, 2016).

    La prevalencia de la disfagia sigue siendo desconocida, debido a que la recopilación de los datos varía en función del nivel de atención sanitaria, distribución geográfica y las causas que la originan (Velasco Zarzuelo M, 2019; WGO, 2014). En la mayoría de los estudios poblacionales a escala mundial la prevalencia se sitúa en torno al 10%, lo que comporta que se trata de un síntoma frecuente en la población. En España los datos reportados son similares (8,5%) en mayores de 18 años (Sánchez Ceballos, 2016).

    Datos publicados a escala mundial reportan que puede afectar a más del 30% de los pacientes con ictus, al 52-82% de los pacientes con enfermedad de Parkinson, al 51% de las personas institucionalizadas, al 84% de los pacientes con demencia tipo Alzheimer y al 60% de los pacientes sometidos a radioterapia por neoplasia de cabeza y/o cuello (Sánchez Ceballos, 2016; Turley R, 2009). Es el síntoma inicial en el 60% de pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y en el 44% de los pacientes con esclerosis múltiple (EM) (WGO, 2014; Ponce M, 2007; Clavé P, 2004).

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    Fecha de revisión: 13/06/2023

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    La disfagia proviene del griego griego phagia y del término dys, y se define como la dificultad para tragar o deglutir, es decir, la dificultad en el paso de los alimentos desde la boca al estómago (Ricote Belinchón M, 2020).

    Es un síntoma común en las consultas de atención primaria y es importante diferenciarla del síntoma odinofagia, definido como dolor a la deglución (Galmiche JP, 2006).

    Los trastornos de la deglución han sido reconocidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una discapacidad que afecta al sistema digestivo y están asociados a un aumento en la morbilidad, la mortalidad y los costes de atención. Están codificados en la International Classification of Diseases en su décima revisión (ICD-10) con el código R13.1 (Disfagia) y la fase orofaríngea con el código R13.12 (Rebollo-Pérez M, 2023; Velasco Zarzuelo M, 2019; WHO, 2016).

    La prevalencia de la disfagia sigue siendo desconocida, debido a que la recopilación de los datos varía en función del nivel de atención sanitaria, distribución geográfica y las causas que la originan (Velasco Zarzuelo M, 2019; WGO, 2014). En la mayoría de los estudios poblacionales a escala mundial la prevalencia se sitúa en torno al 10%, lo que comporta que se trata de un síntoma frecuente en la población. En España los datos reportados son similares (8,5%) en mayores de 18 años (Sánchez Ceballos, 2016).

    Datos publicados a escala mundial reportan que puede afectar a más del 30% de los pacientes con ictus, al 52-82% de los pacientes con enfermedad de Parkinson, al 51% de las personas institucionalizadas, al 84% de los pacientes con demencia tipo Alzheimer y al 60% de los pacientes sometidos a radioterapia por neoplasia de cabeza y/o cuello (Sánchez Ceballos, 2016; Turley R, 2009). Es el síntoma inicial en el 60% de pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y en el 44% de los pacientes con esclerosis múltiple (EM) (WGO, 2014; Ponce M, 2007; Clavé P, 2004).

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