Fisterra

    Vaginosis bacteriana

    ¿De qué hablamos?


    La vaginosis bacteriana (VB) es una alteración en el ecosistema bacteriano de la vagina que consiste en la disminución de Lactobacillus habituales productores de peróxido de hidrógeno normalmente dominantes y un aumento en la concentración de otros organismos, especialmente bacterias anaerobias Gram-negativas como Gardnerella vaginalis, Mobiluncus spp. y micoplasmas (Hill GB, 1993; Ling Z, 2010; Eschenbach DA, 1989; Lamont RF, 2011; Muzny CA, 2016).

    Algunos autores utilizan el término "disbiosis" para referirse a ese desequilibrio microbiano que afecta a la flora vaginal produciendo consecuencias negativas para la salud (Fettweis JM, 2014; Hajishengallis G, 2015). Por otra parte, otros autores apuntan a que la vaginosis bacteriana puede producir una variación en los factores genéticos que afectaría al reconocimiento de las diferentes especies bacterianas, lo que se denomina actualmente como “disbiosis genética”, y que esta alteración puede jugar un papel importante en algunas enfermedades crónicas como la que nos ocupa (Nibali L, 2014).

    Supone la causa más frecuente de vulvovaginitis en Estados Unidos en mujeres en edad fértil (Joesoef MR, 2001; Morris M, 2001; Tolosa JE, 2006) y la segunda en Europa tras la vulvovaginitis candidiásica.

    La prevalencia es variable según áreas geográficas y poblaciones: un 5% en estudiantes universitarias asintomáticas, un 12% en mujeres embarazadas del Reino Unido, un 30% en mujeres sometidas a interrupción del embarazo (BASH, 2006). Se han desarrollado estudios que tratan de explicar por qué la prevalencia de la VB difiere tan considerablemente entre distintas poblaciones, ya que factores meramente individuales o raciales no lo explican por completo. Se ha encontrado una fuerte relación entre la prevalencia de VB y la prevalencia de varones concurrentes (entendido este término como la proporción de parejas sexuales que coexisten en el tiempo con respecto a tener varias parejas sexuales de forma consecutiva) (Kenyon CR, 2014). Por tanto, disminuir el número de relaciones sin protección podría reducir la incidencia y la recurrencia de la infección.

    Además de los factores de riesgo sexuales e infecciosos, la mayoría de los estudios indican que las duchas vaginales y el tabaquismo también influyen en la adquisición de VB entre las mujeres sexualmente activas (Morris M, 2001; Bradshaw CS, 2014; Ness RB, 2002; Ness RB, 2006; Schwebke JR, 2007; Brotman RM, 2008; Klebanoff MA, 2010).

    Un metaanálisis demostró que la prevalencia estimada de VB en las mujeres infértiles es del 19% y que es significativamente más frecuente en mujeres con infertilidad tubárica en comparación con las mujeres con otras causas de infertilidad, no asociándose con disminución de las tasas de concepción. También se asoció a un riesgo significativamente elevado de aborto preclínico, aunque no a aborto en el primer trimestre (Van Oostrum N, 2013).

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Vaginosis bacteriana

    Fecha de revisión: 12/08/2019
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La vaginosis bacteriana (VB) es una alteración en el ecosistema bacteriano de la vagina que consiste en la disminución de Lactobacillus habituales productores de peróxido de hidrógeno normalmente dominantes y un aumento en la concentración de otros organismos, especialmente bacterias anaerobias Gram-negativas como Gardnerella vaginalis, Mobiluncus spp. y micoplasmas (Hill GB, 1993; Ling Z, 2010; Eschenbach DA, 1989; Lamont RF, 2011; Muzny CA, 2016).

    Algunos autores utilizan el término "disbiosis" para referirse a ese desequilibrio microbiano que afecta a la flora vaginal produciendo consecuencias negativas para la salud (Fettweis JM, 2014; Hajishengallis G, 2015). Por otra parte, otros autores apuntan a que la vaginosis bacteriana puede producir una variación en los factores genéticos que afectaría al reconocimiento de las diferentes especies bacterianas, lo que se denomina actualmente como “disbiosis genética”, y que esta alteración puede jugar un papel importante en algunas enfermedades crónicas como la que nos ocupa (Nibali L, 2014).

    Supone la causa más frecuente de vulvovaginitis en Estados Unidos en mujeres en edad fértil (Joesoef MR, 2001; Morris M, 2001; Tolosa JE, 2006) y la segunda en Europa tras la vulvovaginitis candidiásica.

    La prevalencia es variable según áreas geográficas y poblaciones: un 5% en estudiantes universitarias asintomáticas, un 12% en mujeres embarazadas del Reino Unido, un 30% en mujeres sometidas a interrupción del embarazo (BASH, 2006). Se han desarrollado estudios que tratan de explicar por qué la prevalencia de la VB difiere tan considerablemente entre distintas poblaciones, ya que factores meramente individuales o raciales no lo explican por completo. Se ha encontrado una fuerte relación entre la prevalencia de VB y la prevalencia de varones concurrentes (entendido este término como la proporción de parejas sexuales que coexisten en el tiempo con respecto a tener varias parejas sexuales de forma consecutiva) (Kenyon CR, 2014). Por tanto, disminuir el número de relaciones sin protección podría reducir la incidencia y la recurrencia de la infección.

    Además de los factores de riesgo sexuales e infecciosos, la mayoría de los estudios indican que las duchas vaginales y el tabaquismo también influyen en la adquisición de VB entre las mujeres sexualmente activas (Morris M, 2001; Bradshaw CS, 2014; Ness RB, 2002; Ness RB, 2006; Schwebke JR, 2007; Brotman RM, 2008; Klebanoff MA, 2010).

    Un metaanálisis demostró que la prevalencia estimada de VB en las mujeres infértiles es del 19% y que es significativamente más frecuente en mujeres con infertilidad tubárica en comparación con las mujeres con otras causas de infertilidad, no asociándose con disminución de las tasas de concepción. También se asoció a un riesgo significativamente elevado de aborto preclínico, aunque no a aborto en el primer trimestre (Van Oostrum N, 2013).

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    ¿De qué hablamos?


    La vaginosis bacteriana (VB) es una alteración en el ecosistema bacteriano de la vagina que consiste en la disminución de Lactobacillus habituales productores de peróxido de hidrógeno normalmente dominantes y un aumento en la concentración de otros organismos, especialmente bacterias anaerobias Gram-negativas como Gardnerella vaginalis, Mobiluncus spp. y micoplasmas (Hill GB, 1993; Ling Z, 2010; Eschenbach DA, 1989; Lamont RF, 2011; Muzny CA, 2016).

    Algunos autores utilizan el término "disbiosis" para referirse a ese desequilibrio microbiano que afecta a la flora vaginal produciendo consecuencias negativas para la salud (Fettweis JM, 2014; Hajishengallis G, 2015). Por otra parte, otros autores apuntan a que la vaginosis bacteriana puede producir una variación en los factores genéticos que afectaría al reconocimiento de las diferentes especies bacterianas, lo que se denomina actualmente como “disbiosis genética”, y que esta alteración puede jugar un papel importante en algunas enfermedades crónicas como la que nos ocupa (Nibali L, 2014).

    Supone la causa más frecuente de vulvovaginitis en Estados Unidos en mujeres en edad fértil (Joesoef MR, 2001; Morris M, 2001; Tolosa JE, 2006) y la segunda en Europa tras la vulvovaginitis candidiásica.

    La prevalencia es variable según áreas geográficas y poblaciones: un 5% en estudiantes universitarias asintomáticas, un 12% en mujeres embarazadas del Reino Unido, un 30% en mujeres sometidas a interrupción del embarazo (BASH, 2006). Se han desarrollado estudios que tratan de explicar por qué la prevalencia de la VB difiere tan considerablemente entre distintas poblaciones, ya que factores meramente individuales o raciales no lo explican por completo. Se ha encontrado una fuerte relación entre la prevalencia de VB y la prevalencia de varones concurrentes (entendido este término como la proporción de parejas sexuales que coexisten en el tiempo con respecto a tener varias parejas sexuales de forma consecutiva) (Kenyon CR, 2014). Por tanto, disminuir el número de relaciones sin protección podría reducir la incidencia y la recurrencia de la infección.

    Además de los factores de riesgo sexuales e infecciosos, la mayoría de los estudios indican que las duchas vaginales y el tabaquismo también influyen en la adquisición de VB entre las mujeres sexualmente activas (Morris M, 2001; Bradshaw CS, 2014; Ness RB, 2002; Ness RB, 2006; Schwebke JR, 2007; Brotman RM, 2008; Klebanoff MA, 2010).

    Un metaanálisis demostró que la prevalencia estimada de VB en las mujeres infértiles es del 19% y que es significativamente más frecuente en mujeres con infertilidad tubárica en comparación con las mujeres con otras causas de infertilidad, no asociándose con disminución de las tasas de concepción. También se asoció a un riesgo significativamente elevado de aborto preclínico, aunque no a aborto en el primer trimestre (Van Oostrum N, 2013).

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