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    Urgencias y emergencias hipertensivas

    ¿De qué hablamos?


    Las crisis hipertensivas son elevaciones agudas de la presión arterial (PA) que pueden deberse a múltiples causas y llegar a constituir una amenaza para la vida, por lo cual deben reconocerse de forma rápida y ser tratadas de un modo efectivo para evitar o empeorar la lesión de los órganos diana (cerebro, ojo, sistema cardiovascular y riñón).

    La repercusión visceral que aparece en las crisis hipertensivas va a depender de las cifras absolutas de PA, de la autorregulación del flujo sanguíneo en los órganos diana y de la velocidad de instauración con la que se produce esa elevación tensional (Albaladejo C, 2014).

    Constituyen un motivo de consulta frecuente en los servicios de urgencias y en algunas ocasiones pueden suponer una auténtica emergencia médica (Llabrés J, 2007). El tratamiento y el adecuado seguimiento de estos pacientes aumentan su esperanza de vida y disminuyen la incidencia de complicaciones.

    Las crisis hipertensivas se pueden dividir en:

    1. Urgencia hipertensiva: es una elevación importante de las cifras de PA en pacientes estables, en comparación con sus cifras tensionales habituales, pero sin disfunciones ni empeoramiento del daño de órganos diana (ACC/AHA, 2017; ESC/ESH, 2018). Una de las causas habituales suele ser el abandono brusco de la medicación antihipertensiva. Clínicamente el paciente puede estar asintomático o presentar síntomas inespecíficos (cefalea, debilidad, náuseas). Debe distinguirse de la pseudocrisis hipertensiva o falsa urgencia hipertensiva, que es la elevación de las cifras de PA reactiva a una situación de estrés o dolor (García JA, 2007; Albadalejo C, 2014; ACC/AHA, 2017), la cual no se debe tratar con fármacos hipotensores sino actuar sobre la causa precipitante de esa elevación de la PA. Asimismo, también hay que diferenciarla de la hipertensión mal controlada donde los valores elevados de PA se han alcanzado paulatinamente.

    El objetivo terapéutico sería reducir gradualmente la PA (en 24-48 horas) generalmente con medicación oral, ya que si se baja muy rápidamente puede favorecerse la hipoperfusión de órganos diana (Aparicio M, 2005; Llabrés J, 2007; Albadalejo C, 2014; Jiménez L, 2018; ESC/ESH, 2018). Su manejo habitualmente no precisa derivación hospitalaria.

    2. Emergencia hipertensiva: es una elevación grave de la PA junto con la evidencia de aparición o empeoramiento de daño en órganos diana (cerebro, retina, sistema cardiovascular y riñón) que pueden quedar irreversiblemente afectados (Aparicio M, 2005; Llabrés J, 2007; Quintela J, 2017; Jiménez L, 2018). Esta situación es una emergencia vital y requiere una reducción inmediata, pero cuidadosa, de la PA (en menos de 1 hora desde el diagnóstico) generalmente con medicación parenteral. Dependiendo de la Sociedad Científica, los valores definitorios son diferentes. Mientras que la guía del American College of Cardiology y de la American Heart Association (ACC/AHA, 2017) hablan de elevación grave y la definen cuando los valores son >180 y/o 120 mmHg, la guía de la European Society of Cardiology y de la European Society of Hypertension (ESC/ESH, 2018) se refiere a HTA grado 3 que corresponde a ≥180 y/o a ≥110 mmHg. De todas formas, ambas sociedades están de acuerdo en que más que los valores absolutos lo prioritario es la velocidad de instauración de las cifras de PA.

    El diagnóstico se basa en constatar la elevación brusca de la PA acompañada de una disfunción aguda de algunos de los órganos diana. La clínica variará en función del tipo de afectación.

    Su manejo debe realizarse en el ámbito hospitalario, requiriendo estos pacientes ingreso en una unidad de cuidados intensivos para monitorización continua de la PA y de la lesión de los órganos diana y para optimización del tratamiento intravenoso.

    Se consideran emergencias hipertensivas (Rosei EA, 2006; Llabrés J, 2007; Sobrino J, 2007; Albaladejo C, 2014; Jimenez L, 2018):

    • Cardiovasculares:
      • Aneurisma disecante de aorta.
      • Edema agudo de pulmón (EAP).
      • Síndrome coronario agudo (SCA).
    • Cerebrovasculares:
      • Encefalopatía hipertensiva.
      • Hemorragia intracraneal en fase aguda.
      • Ictus isquémico en fase aguda.
      • Traumatismo craneoencefálico o medular.
    • Renal:
      • Insuficiencia renal aguda.
    • Exceso de catecolaminas circulantes:
      • Crisis de feocromocitoma.
      • Interacción de inhibidores de la monoamino oxidasa de IMAOs con alimentos ricos en tiramina o fármacos.
      • Abuso de drogas simpaticomiméticas (cocaína).
    • HTA acelerada o maligna.
    • Preeclampsia grave o eclampsia.
    • HTA perioperatoria.

    ¿Cómo se diagnostican?

    Para ver el texto completo debe de estar suscrito a Fisterra

    ¿Cuál es su tratamiento?

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    ¿Cómo se tratan las situaciones especiales?

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autores

    Para ver el texto completo debe de estar suscrito a Fisterra

    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Urgencias y emergencias hipertensivas

    Fecha de revisión: 10/07/2020
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    Las crisis hipertensivas son elevaciones agudas de la presión arterial (PA) que pueden deberse a múltiples causas y llegar a constituir una amenaza para la vida, por lo cual deben reconocerse de forma rápida y ser tratadas de un modo efectivo para evitar o empeorar la lesión de los órganos diana (cerebro, ojo, sistema cardiovascular y riñón).

    La repercusión visceral que aparece en las crisis hipertensivas va a depender de las cifras absolutas de PA, de la autorregulación del flujo sanguíneo en los órganos diana y de la velocidad de instauración con la que se produce esa elevación tensional (Albaladejo C, 2014).

    Constituyen un motivo de consulta frecuente en los servicios de urgencias y en algunas ocasiones pueden suponer una auténtica emergencia médica (Llabrés J, 2007). El tratamiento y el adecuado seguimiento de estos pacientes aumentan su esperanza de vida y disminuyen la incidencia de complicaciones.

    Las crisis hipertensivas se pueden dividir en:

    1. Urgencia hipertensiva: es una elevación importante de las cifras de PA en pacientes estables, en comparación con sus cifras tensionales habituales, pero sin disfunciones ni empeoramiento del daño de órganos diana (ACC/AHA, 2017; ESC/ESH, 2018). Una de las causas habituales suele ser el abandono brusco de la medicación antihipertensiva. Clínicamente el paciente puede estar asintomático o presentar síntomas inespecíficos (cefalea, debilidad, náuseas). Debe distinguirse de la pseudocrisis hipertensiva o falsa urgencia hipertensiva, que es la elevación de las cifras de PA reactiva a una situación de estrés o dolor (García JA, 2007; Albadalejo C, 2014; ACC/AHA, 2017), la cual no se debe tratar con fármacos hipotensores sino actuar sobre la causa precipitante de esa elevación de la PA. Asimismo, también hay que diferenciarla de la hipertensión mal controlada donde los valores elevados de PA se han alcanzado paulatinamente.

    El objetivo terapéutico sería reducir gradualmente la PA (en 24-48 horas) generalmente con medicación oral, ya que si se baja muy rápidamente puede favorecerse la hipoperfusión de órganos diana (Aparicio M, 2005; Llabrés J, 2007; Albadalejo C, 2014; Jiménez L, 2018; ESC/ESH, 2018). Su manejo habitualmente no precisa derivación hospitalaria.

    2. Emergencia hipertensiva: es una elevación grave de la PA junto con la evidencia de aparición o empeoramiento de daño en órganos diana (cerebro, retina, sistema cardiovascular y riñón) que pueden quedar irreversiblemente afectados (Aparicio M, 2005; Llabrés J, 2007; Quintela J, 2017; Jiménez L, 2018). Esta situación es una emergencia vital y requiere una reducción inmediata, pero cuidadosa, de la PA (en menos de 1 hora desde el diagnóstico) generalmente con medicación parenteral. Dependiendo de la Sociedad Científica, los valores definitorios son diferentes. Mientras que la guía del American College of Cardiology y de la American Heart Association (ACC/AHA, 2017) hablan de elevación grave y la definen cuando los valores son >180 y/o 120 mmHg, la guía de la European Society of Cardiology y de la European Society of Hypertension (ESC/ESH, 2018) se refiere a HTA grado 3 que corresponde a ≥180 y/o a ≥110 mmHg. De todas formas, ambas sociedades están de acuerdo en que más que los valores absolutos lo prioritario es la velocidad de instauración de las cifras de PA.

    El diagnóstico se basa en constatar la elevación brusca de la PA acompañada de una disfunción aguda de algunos de los órganos diana. La clínica variará en función del tipo de afectación.

    Su manejo debe realizarse en el ámbito hospitalario, requiriendo estos pacientes ingreso en una unidad de cuidados intensivos para monitorización continua de la PA y de la lesión de los órganos diana y para optimización del tratamiento intravenoso.

    Se consideran emergencias hipertensivas (Rosei EA, 2006; Llabrés J, 2007; Sobrino J, 2007; Albaladejo C, 2014; Jimenez L, 2018):

    • Cardiovasculares:
      • Aneurisma disecante de aorta.
      • Edema agudo de pulmón (EAP).
      • Síndrome coronario agudo (SCA).
    • Cerebrovasculares:
      • Encefalopatía hipertensiva.
      • Hemorragia intracraneal en fase aguda.
      • Ictus isquémico en fase aguda.
      • Traumatismo craneoencefálico o medular.
    • Renal:
      • Insuficiencia renal aguda.
    • Exceso de catecolaminas circulantes:
      • Crisis de feocromocitoma.
      • Interacción de inhibidores de la monoamino oxidasa de IMAOs con alimentos ricos en tiramina o fármacos.
      • Abuso de drogas simpaticomiméticas (cocaína).
    • HTA acelerada o maligna.
    • Preeclampsia grave o eclampsia.
    • HTA perioperatoria.

    ¿Cómo se diagnostican?

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    ¿Cuál es su tratamiento?

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    ¿Cómo se tratan las situaciones especiales?

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    Bibliografía

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Urgencias y emergencias hipertensivas

    Fecha de revisión: 10/07/2020

    ¿De qué hablamos?


    Las crisis hipertensivas son elevaciones agudas de la presión arterial (PA) que pueden deberse a múltiples causas y llegar a constituir una amenaza para la vida, por lo cual deben reconocerse de forma rápida y ser tratadas de un modo efectivo para evitar o empeorar la lesión de los órganos diana (cerebro, ojo, sistema cardiovascular y riñón).

    La repercusión visceral que aparece en las crisis hipertensivas va a depender de las cifras absolutas de PA, de la autorregulación del flujo sanguíneo en los órganos diana y de la velocidad de instauración con la que se produce esa elevación tensional (Albaladejo C, 2014).

    Constituyen un motivo de consulta frecuente en los servicios de urgencias y en algunas ocasiones pueden suponer una auténtica emergencia médica (Llabrés J, 2007). El tratamiento y el adecuado seguimiento de estos pacientes aumentan su esperanza de vida y disminuyen la incidencia de complicaciones.

    Las crisis hipertensivas se pueden dividir en:

    1. Urgencia hipertensiva: es una elevación importante de las cifras de PA en pacientes estables, en comparación con sus cifras tensionales habituales, pero sin disfunciones ni empeoramiento del daño de órganos diana (ACC/AHA, 2017; ESC/ESH, 2018). Una de las causas habituales suele ser el abandono brusco de la medicación antihipertensiva. Clínicamente el paciente puede estar asintomático o presentar síntomas inespecíficos (cefalea, debilidad, náuseas). Debe distinguirse de la pseudocrisis hipertensiva o falsa urgencia hipertensiva, que es la elevación de las cifras de PA reactiva a una situación de estrés o dolor (García JA, 2007; Albadalejo C, 2014; ACC/AHA, 2017), la cual no se debe tratar con fármacos hipotensores sino actuar sobre la causa precipitante de esa elevación de la PA. Asimismo, también hay que diferenciarla de la hipertensión mal controlada donde los valores elevados de PA se han alcanzado paulatinamente.

    El objetivo terapéutico sería reducir gradualmente la PA (en 24-48 horas) generalmente con medicación oral, ya que si se baja muy rápidamente puede favorecerse la hipoperfusión de órganos diana (Aparicio M, 2005; Llabrés J, 2007; Albadalejo C, 2014; Jiménez L, 2018; ESC/ESH, 2018). Su manejo habitualmente no precisa derivación hospitalaria.

    2. Emergencia hipertensiva: es una elevación grave de la PA junto con la evidencia de aparición o empeoramiento de daño en órganos diana (cerebro, retina, sistema cardiovascular y riñón) que pueden quedar irreversiblemente afectados (Aparicio M, 2005; Llabrés J, 2007; Quintela J, 2017; Jiménez L, 2018). Esta situación es una emergencia vital y requiere una reducción inmediata, pero cuidadosa, de la PA (en menos de 1 hora desde el diagnóstico) generalmente con medicación parenteral. Dependiendo de la Sociedad Científica, los valores definitorios son diferentes. Mientras que la guía del American College of Cardiology y de la American Heart Association (ACC/AHA, 2017) hablan de elevación grave y la definen cuando los valores son >180 y/o 120 mmHg, la guía de la European Society of Cardiology y de la European Society of Hypertension (ESC/ESH, 2018) se refiere a HTA grado 3 que corresponde a ≥180 y/o a ≥110 mmHg. De todas formas, ambas sociedades están de acuerdo en que más que los valores absolutos lo prioritario es la velocidad de instauración de las cifras de PA.

    El diagnóstico se basa en constatar la elevación brusca de la PA acompañada de una disfunción aguda de algunos de los órganos diana. La clínica variará en función del tipo de afectación.

    Su manejo debe realizarse en el ámbito hospitalario, requiriendo estos pacientes ingreso en una unidad de cuidados intensivos para monitorización continua de la PA y de la lesión de los órganos diana y para optimización del tratamiento intravenoso.

    Se consideran emergencias hipertensivas (Rosei EA, 2006; Llabrés J, 2007; Sobrino J, 2007; Albaladejo C, 2014; Jimenez L, 2018):

    • Cardiovasculares:
      • Aneurisma disecante de aorta.
      • Edema agudo de pulmón (EAP).
      • Síndrome coronario agudo (SCA).
    • Cerebrovasculares:
      • Encefalopatía hipertensiva.
      • Hemorragia intracraneal en fase aguda.
      • Ictus isquémico en fase aguda.
      • Traumatismo craneoencefálico o medular.
    • Renal:
      • Insuficiencia renal aguda.
    • Exceso de catecolaminas circulantes:
      • Crisis de feocromocitoma.
      • Interacción de inhibidores de la monoamino oxidasa de IMAOs con alimentos ricos en tiramina o fármacos.
      • Abuso de drogas simpaticomiméticas (cocaína).
    • HTA acelerada o maligna.
    • Preeclampsia grave o eclampsia.
    • HTA perioperatoria.

    ¿Cómo se diagnostican?

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    ¿Cómo se tratan las situaciones especiales?

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    Bibliografía

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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