Trastornos adaptativos
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¿De qué hablamos?
Los trastornos adaptativos (TA) son reacciones desadaptativas ante estresantes psicosociales identificables que ocurren en un corto espacio de tiempo desde el inicio del factor de estrés. Se manifiestan por deterioro funcional (social u ocupacional) o por síntomas como depresión o ansiedad que son reacciones que resultan excesivas para lo esperado como normal ante dicho estresante (American Psychiatric Association, 2000).
Los TA fueron reconocidos ya en el primer Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-I) de 1952 (American Psychiatric Association, 1952) aunque en ese momento se les llamó "Trastornos de Personalidad Situacionales Transitorios". No es hasta el DSM-III (American Psychiatric Association, 1980) cuando se cambia el término por el actual de "Trastornos Adaptativos". También la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) incorpora el término "reacción adaptativa" desde su novena revisión en 1978 (World Health Organization, 1978). En el DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013) se han clasificado los TA dentro de los trastornos relacionados con el trauma y el estrés. Dicha clasificación mantiene los seis subtipos de la DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2000) en función de los síntomas que predominen (con estado de ánimo depresivo, con ansiedad, mixto con ansiedad y con estado de ánimo depresivo, con trastorno del comportamiento, con alteración mixta de las emociones y del comportamiento y no especificado).
A pesar de esta larga historia, los criterios diagnósticos continúan siendo vagos y poco aplicables en la práctica clínica. Los TA son un diagnóstico de exclusión, están en el límite entre la categoría de enfermedad y de problema. Para hacer un diagnóstico de trastorno adaptativo se requiere una reacción clínicamente significativa y excesiva frente al estresante en cuestión y no sólo el resultado de un problema psicosocial que requiera atención médica (Strain JJ, 1998). No existe una guía que permita al clínico distinguir los TA de las reacciones normales al estrés. Tampoco existen criterios diagnósticos específicos en términos de número de síntomas o combinaciones de ellos, sino que el diagnóstico se basa en la etiología (el estresor) y el curso longitudinal (resolución cuando el estresor desaparece), mientras que los principales trastornos con los que debe hacerse el diagnóstico diferencial, como la depresión mayor o el trastorno de ansiedad generalizada se diagnostican basándose en la duración y número de síntomas (Casey P, 2014).
A pesar de la dificultad para establecer el diagnóstico, el disconfort que generan estos trastornos es significativo, al igual que lo son las potenciales consecuencias como pudiera ser un suicidio.
La fisiopatología de los TA no está clara. Están causados por una alteración en el proceso de adaptación a una situación estresante. Hasta el momento hay poca investigación sobre los mecanismos que subyacen a estos trastornos y cómo difieren de otros trastornos relacionados con el estrés o con las respuestas normales a éste. Algunos trabajos sitúan al eje hipotálamo-hipofisario en la base de la respuesta al estrés, lo que podría ser un punto de partida para la investigación (Strain J, 2011). También se ha sugerido que el estrés agudo y crónico se diferencian psicológica y fisiológicamente y que el significado del estrés está influenciado por modificadores ecológicos (como por ejemplo sistemas de soporte o resiliencia) (Benton TD, 2009).
En cuanto a la epidemiología de los TA, los estudios en la población general son escasos pero están en aumento. En un estudio en Alemania la prevalencia hallada en la población general está entre 0,9 y 1,4% en función de los criterios diagnósticos utilizados (Maercker A, 2012). Tasas similares (entorno al 1%) se encontraron en un estudio multicéntrico en Europa (Ayuso-Mateos JL, 2001). En poblaciones con enfermedades médicas los estudios de prevalencia de estos trastornos son más frecuentes. Así en una revisión sistemática sobre la prevalencia de trastornos mentales en enfermedades médicas se encuentra que los TA aparecen en un 15,4% de estos pacientes por encima de otros trastornos depresivos (Mitchell AJ, 2011). En un estudio realizado en Cataluña en pacientes atendidos en atención primaria la prevalencia de TA fue de 2,94% (Fernández A, 2012). También son escasos los estudios de prevalencia de los subtipos. En este sentido hay dos estudios recientes relevantes. El estudio español mencionado antes que se realizó en atención primaria (Fernández A, 2012) y que describe que el subtipo ansioso es el más común (1,34%), seguido del subtipo depresivo (0,77%) y posteriormente los otros subtipos. Otro estudio relevante fue realizado en pacientes ancianos (Arbus C, 2013) y también concluyó que el subtipo ansioso resultó ser el más común (77,7%).
Es frecuente la comorbilidad con otros diagnósticos psiquiátricos como los trastornos de personalidad, trastornos mentales orgánicos y el abuso de sustancias. Con menos frecuencia se asocia a otras entidades como la esquizofrenia o los trastornos afectivos (Strain JJ, 1995).
Parece también que los pacientes con este tipo de trastornos tienen mayor morbi-mortalidad asociada a mayor riesgo de intentos de suicidio. Estos pacientes presentan los mismos factores de riesgo para las conductas suicidas que los que tienen otros trastornos psiquiátricos. De los pacientes que realizan intentos de suicidio, comparando el perfil de los pacientes con trastornos adaptativos con los pacientes con depresión mayor los primeros presentan más probabilidades de haber tenido problemas de deprivación en la infancia, orfandad e inestabilidad parental. Asimismo son más probables en éstos los intentos bajo la influencia del alcohol y sin planificación previa, siendo el intervalo entre el inicio del trastorno y el intento autolítico menor en los pacientes con trastornos adaptativos. Es un grupo con mayor vulnerabilidad y tendencia a la impulsividad que el de los pacientes con depresión mayor. Los trastornos de personalidad tienen un papel relevante en los pacientes con trastornos adaptativos que realizan intentos de suicidio (Casey P, 2009).
En cuanto a datos demográficos los estudios sugieren que los adultos con trastornos adaptativos tienen mejor pronóstico que los adolescentes que presentan este tipo de trastornos, ya que éstos tienen riesgo de desarrollar enfermedades psiquiátricas graves. Aparecen por igual en todas las razas y en todos los grupos de edad. Asimismo la evidencia indica que los pacientes con un nivel socioeconómico más alto se diagnostican más de trastornos adaptativos (Benton TD, 2009).
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Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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