Síndrome de abstinencia alcohólica
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¿De qué hablamos?
El consumo de bebidas alcohólicas es habitual en muchas regiones del mundo. Forma parte de las costumbres sociales y gastronómicas, situándose las prevalencias más altas en Europa y América del Norte. Su consumo en cantidades excesivas es un problema importante de salud pública tanto por su elevada prevalencia como porque puede ocasionar múltiples problemas físicos, psíquicos y sociales (WHO, 2019). Aunque las evidencias actuales muestran que no existe ningún consumo de alcohol que podamos considerar inocuo, llamamos consumo de riesgo al consumo que aún no ha ocasionado problemas y que supera los límites de riesgo establecidos (28 unidades de bebida estándar [UBE] semanales en varones, 17 en mujeres y 6 o más UBE por ocasión al menos una vez al mes) o a cualquier consumo en caso de contraindicación (por ejemplo, durante la gestación).
Cuando el consumo ya ha ocasionado problemas, podemos estar ante lo que el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) llama trastornos por consumo de alcohol (TCA) (American Psychiatric Association, 2013). En esta última versión del Manual, esta categoría diagnóstica aglutina tanto a la dependencia del alcohol como al consumo perjudicial, pues considera que ambas entidades conforman un continuum fisiopatológico. Para poder diagnosticar a un paciente como de trastorno por consumo de alcohol, este manual exige cumplir más de dos de los once criterios que lo integran.
Uno de estos criterios es presentar sintomatología de abstinencia al suspender o disminuir de forma significativa un consumo habitualmente masivo. Pero esta entidad no es solo un criterio diagnóstico, sino que conforma una categoría en sí misma. Los criterios que incluye el DSM-5 para diagnosticar el síndrome de abstinencia de alcohol (SAA) son cuatro: cese o reducción tras consumo intenso y prolongado, aparición de dos o más de los síntomas característicos de la excitación glutamatérgica (sudoración, taquicardia, temblor, insomnio, náuseas y vómitos, alucinaciones, agitación, ansiedad, convulsiones…), malestar significativo secundario y sintomatología no explicable por otra afección o intoxicación.
Sin embargo, el SAA no siempre aparece. Su prevalencia se sitúa entre un tercio y un 50% de los pacientes con TCA pero puede alcanzar más del 80% en personas sin hogar y/o con trastornos graves.
¿Cómo se diagnostica?
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¿Cómo se trata?
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Bibliografía
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Autores
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Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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