Fisterra

    Utilización de antibióticos en la profilaxis de endocarditis bacteriana

    ¿De qué hablamos?


    La Organización Mundial de la Salud en su informe titulado Global Antimicrobial Resistance and Use Surveillance System del año 2020 destaca que las resistencias a antibióticos representan una gran amenaza para la salud humana, con importantes implicaciones económicas y de seguridad en todo el mundo (WHO, 2020). España es uno de los países desarrollados con mayor consumo de antibióticos, mayores tasas de resistencias bacterianas en los patógenos de origen comunitario y exportadora de estas a nivel mundial, lo que ha creado un verdadero problema de salud pública (Klein EY, 2018; Palop V, 2003).

    Más del 90% de la prescripción de antibióticos se realiza en atención primaria y en los servicios de urgencias de los hospitales. Es en estos niveles asistenciales donde su utilización es más incorrecta, relacionada con las indicaciones, la selección del antibiótico, la pauta posológica utilizada, el incumplimiento del tratamiento y la automedicación (Llor C, 2018; Ramos Martínez A, 2005). El grave problema de salud pública relacionado con las resistencias bacterianas ha motivado que distintas sociedades científicas se pongan de acuerdo para realizar recomendaciones sobre la utilización de antibióticos y políticas a desarrollar para racionalizar su uso (Baos V, 2006).

    La endocarditis infecciosa (EI) es una infección endovascular poco frecuente pero que asocia una elevada morbimortalidad y graves complicaciones (10-30%). A pesar de los avances diagnósticos y terapéuticos, su incidencia y gravedad no se han modificado de forma significativa. En algunos estudios observacionales se constata un incremento en el número de casos en los últimos años, así como un cambio en el espectro de las cardiopatías que predisponen a padecer una endocarditis (Sexton DJ, 2020; Nishimura RA, 2017; Olmos C, 2017).

    En el pasado, la valvulopatía reumática en adultos jóvenes era el principal factor implicado en el desarrollo de EI. Actualmente, esta condición se ha reducido de forma drástica en los países desarrollados por la disminución de los casos de fiebre reumática. La mayor expectativa de vida y otros factores como las valvulopatías degenerativas, cardiopatías congénitas e inmunodeficiencias explicarían el aumento de la incidencia en edades más avanzadas. Otros condicionantes que contribuyen a este cambio epidemiológico son el aumento de las personas portadoras de prótesis valvulares cardiacas, dispositivos, catéteres centrales, o que se someten a procedimientos invasivos o hemodiálisis (Sexton DJ, 2020; Nishimura RA, 2017).

    Se estima que la patogenia de la EI implica una serie de acontecimientos en cascada: a) formación de un pequeño trombo en una superficie endotelial anormal; b) infección secundaria con bacterias que circulan transitoriamente en el torrente sanguíneo, y c) proliferación bacteriana que desencadena la formación de vegetaciones en la superficie endotelial. Dado que la bacteriemia es crucial para el inicio de un episodio de EI, basándose en estudios observacionales en humanos y modelos experimentales con animales, el principio de la profilaxis antibiótica se estableció en que la prevención o el tratamiento inmediato de la bacteriemia transitoria pueden prevenir el desarrollo de esta cascada de eventos y la aparición de la EI. Este concepto llevó a la recomendación de profilaxis antibiótica generalizada para un gran número de pacientes con condiciones cardiacas predisponentes sometidos a una amplia gama de procedimientos. Es a partir del año 2002 cuando, debido a cambios en la concepción fisiopatológica y el análisis sobre el riesgo-beneficio, se produce una restricción de la profilaxis antibiótica a determinados pacientes y situaciones de riesgo (Sexton DJ, 2020; NICE, 2008; Durack DT, 1995).

    A pesar del amplio uso de la profilaxis en la EI, existe poca evidencia sobre su eficiencia y muchas sociedades científicas internacionales están en continua revisión de sus guías, mostrándose cada vez más restrictivas. La cuestión más controvertida es la relacionada con los procedimientos en los que debe emplearse y qué pacientes deben recibirla (Sexton DJ, 2020).

    Esta guía de profilaxis de la endocarditis bacteriana se ha elaborado atendiendo la recomendación del Plan estratégico y de acción para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a los antibióticos 2014-2018 de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS, 2014), que en su “Medida II. 4. Limitar el uso profiláctico de antibióticos a casos con necesidades clínicas definidas” recomienda “Identificar las situaciones clínicas en las que se requiera el uso profiláctico de antibióticos y redactar guías de administración de la profilaxis”, y reúne las sugerencias de las guías americanas (Nishimura RA, 2017; Wilson W, 2007), europea (Habib G, 2015) e inglesa (NICE, 2016). La Sociedad Española de Cardiología se ha adherido a las recomendaciones procedentes de la guía europea (Habib G, 2016). Ahora bien, esta guía no debería aplicarse sin una evaluación cuidadosa de las situaciones individuales, aspecto de interés especial en el caso de los antibióticos (Nix DE, 2002). En este sentido, cobra especial importancia la utilización de antibióticos en pacientes con insuficiencia renal o hepática, en mujeres embarazadas y lactantes (Palop V, 2019).

    Etiología

    Para ver el texto completo debe de estar suscrito a Fisterra

    Actitud terapéutica y utilización de antibióticos

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autores

    Para ver el texto completo debe de estar suscrito a Fisterra

    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Utilización de antibióticos en la profilaxis de endocarditis bacteriana

    Fecha de revisión: 30/11/2020
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La Organización Mundial de la Salud en su informe titulado Global Antimicrobial Resistance and Use Surveillance System del año 2020 destaca que las resistencias a antibióticos representan una gran amenaza para la salud humana, con importantes implicaciones económicas y de seguridad en todo el mundo (WHO, 2020). España es uno de los países desarrollados con mayor consumo de antibióticos, mayores tasas de resistencias bacterianas en los patógenos de origen comunitario y exportadora de estas a nivel mundial, lo que ha creado un verdadero problema de salud pública (Klein EY, 2018; Palop V, 2003).

    Más del 90% de la prescripción de antibióticos se realiza en atención primaria y en los servicios de urgencias de los hospitales. Es en estos niveles asistenciales donde su utilización es más incorrecta, relacionada con las indicaciones, la selección del antibiótico, la pauta posológica utilizada, el incumplimiento del tratamiento y la automedicación (Llor C, 2018; Ramos Martínez A, 2005). El grave problema de salud pública relacionado con las resistencias bacterianas ha motivado que distintas sociedades científicas se pongan de acuerdo para realizar recomendaciones sobre la utilización de antibióticos y políticas a desarrollar para racionalizar su uso (Baos V, 2006).

    La endocarditis infecciosa (EI) es una infección endovascular poco frecuente pero que asocia una elevada morbimortalidad y graves complicaciones (10-30%). A pesar de los avances diagnósticos y terapéuticos, su incidencia y gravedad no se han modificado de forma significativa. En algunos estudios observacionales se constata un incremento en el número de casos en los últimos años, así como un cambio en el espectro de las cardiopatías que predisponen a padecer una endocarditis (Sexton DJ, 2020; Nishimura RA, 2017; Olmos C, 2017).

    En el pasado, la valvulopatía reumática en adultos jóvenes era el principal factor implicado en el desarrollo de EI. Actualmente, esta condición se ha reducido de forma drástica en los países desarrollados por la disminución de los casos de fiebre reumática. La mayor expectativa de vida y otros factores como las valvulopatías degenerativas, cardiopatías congénitas e inmunodeficiencias explicarían el aumento de la incidencia en edades más avanzadas. Otros condicionantes que contribuyen a este cambio epidemiológico son el aumento de las personas portadoras de prótesis valvulares cardiacas, dispositivos, catéteres centrales, o que se someten a procedimientos invasivos o hemodiálisis (Sexton DJ, 2020; Nishimura RA, 2017).

    Se estima que la patogenia de la EI implica una serie de acontecimientos en cascada: a) formación de un pequeño trombo en una superficie endotelial anormal; b) infección secundaria con bacterias que circulan transitoriamente en el torrente sanguíneo, y c) proliferación bacteriana que desencadena la formación de vegetaciones en la superficie endotelial. Dado que la bacteriemia es crucial para el inicio de un episodio de EI, basándose en estudios observacionales en humanos y modelos experimentales con animales, el principio de la profilaxis antibiótica se estableció en que la prevención o el tratamiento inmediato de la bacteriemia transitoria pueden prevenir el desarrollo de esta cascada de eventos y la aparición de la EI. Este concepto llevó a la recomendación de profilaxis antibiótica generalizada para un gran número de pacientes con condiciones cardiacas predisponentes sometidos a una amplia gama de procedimientos. Es a partir del año 2002 cuando, debido a cambios en la concepción fisiopatológica y el análisis sobre el riesgo-beneficio, se produce una restricción de la profilaxis antibiótica a determinados pacientes y situaciones de riesgo (Sexton DJ, 2020; NICE, 2008; Durack DT, 1995).

    A pesar del amplio uso de la profilaxis en la EI, existe poca evidencia sobre su eficiencia y muchas sociedades científicas internacionales están en continua revisión de sus guías, mostrándose cada vez más restrictivas. La cuestión más controvertida es la relacionada con los procedimientos en los que debe emplearse y qué pacientes deben recibirla (Sexton DJ, 2020).

    Esta guía de profilaxis de la endocarditis bacteriana se ha elaborado atendiendo la recomendación del Plan estratégico y de acción para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a los antibióticos 2014-2018 de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS, 2014), que en su “Medida II. 4. Limitar el uso profiláctico de antibióticos a casos con necesidades clínicas definidas” recomienda “Identificar las situaciones clínicas en las que se requiera el uso profiláctico de antibióticos y redactar guías de administración de la profilaxis”, y reúne las sugerencias de las guías americanas (Nishimura RA, 2017; Wilson W, 2007), europea (Habib G, 2015) e inglesa (NICE, 2016). La Sociedad Española de Cardiología se ha adherido a las recomendaciones procedentes de la guía europea (Habib G, 2016). Ahora bien, esta guía no debería aplicarse sin una evaluación cuidadosa de las situaciones individuales, aspecto de interés especial en el caso de los antibióticos (Nix DE, 2002). En este sentido, cobra especial importancia la utilización de antibióticos en pacientes con insuficiencia renal o hepática, en mujeres embarazadas y lactantes (Palop V, 2019).

    Etiología

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    Actitud terapéutica y utilización de antibióticos

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    Fecha de revisión: 30/11/2020

    ¿De qué hablamos?


    La Organización Mundial de la Salud en su informe titulado Global Antimicrobial Resistance and Use Surveillance System del año 2020 destaca que las resistencias a antibióticos representan una gran amenaza para la salud humana, con importantes implicaciones económicas y de seguridad en todo el mundo (WHO, 2020). España es uno de los países desarrollados con mayor consumo de antibióticos, mayores tasas de resistencias bacterianas en los patógenos de origen comunitario y exportadora de estas a nivel mundial, lo que ha creado un verdadero problema de salud pública (Klein EY, 2018; Palop V, 2003).

    Más del 90% de la prescripción de antibióticos se realiza en atención primaria y en los servicios de urgencias de los hospitales. Es en estos niveles asistenciales donde su utilización es más incorrecta, relacionada con las indicaciones, la selección del antibiótico, la pauta posológica utilizada, el incumplimiento del tratamiento y la automedicación (Llor C, 2018; Ramos Martínez A, 2005). El grave problema de salud pública relacionado con las resistencias bacterianas ha motivado que distintas sociedades científicas se pongan de acuerdo para realizar recomendaciones sobre la utilización de antibióticos y políticas a desarrollar para racionalizar su uso (Baos V, 2006).

    La endocarditis infecciosa (EI) es una infección endovascular poco frecuente pero que asocia una elevada morbimortalidad y graves complicaciones (10-30%). A pesar de los avances diagnósticos y terapéuticos, su incidencia y gravedad no se han modificado de forma significativa. En algunos estudios observacionales se constata un incremento en el número de casos en los últimos años, así como un cambio en el espectro de las cardiopatías que predisponen a padecer una endocarditis (Sexton DJ, 2020; Nishimura RA, 2017; Olmos C, 2017).

    En el pasado, la valvulopatía reumática en adultos jóvenes era el principal factor implicado en el desarrollo de EI. Actualmente, esta condición se ha reducido de forma drástica en los países desarrollados por la disminución de los casos de fiebre reumática. La mayor expectativa de vida y otros factores como las valvulopatías degenerativas, cardiopatías congénitas e inmunodeficiencias explicarían el aumento de la incidencia en edades más avanzadas. Otros condicionantes que contribuyen a este cambio epidemiológico son el aumento de las personas portadoras de prótesis valvulares cardiacas, dispositivos, catéteres centrales, o que se someten a procedimientos invasivos o hemodiálisis (Sexton DJ, 2020; Nishimura RA, 2017).

    Se estima que la patogenia de la EI implica una serie de acontecimientos en cascada: a) formación de un pequeño trombo en una superficie endotelial anormal; b) infección secundaria con bacterias que circulan transitoriamente en el torrente sanguíneo, y c) proliferación bacteriana que desencadena la formación de vegetaciones en la superficie endotelial. Dado que la bacteriemia es crucial para el inicio de un episodio de EI, basándose en estudios observacionales en humanos y modelos experimentales con animales, el principio de la profilaxis antibiótica se estableció en que la prevención o el tratamiento inmediato de la bacteriemia transitoria pueden prevenir el desarrollo de esta cascada de eventos y la aparición de la EI. Este concepto llevó a la recomendación de profilaxis antibiótica generalizada para un gran número de pacientes con condiciones cardiacas predisponentes sometidos a una amplia gama de procedimientos. Es a partir del año 2002 cuando, debido a cambios en la concepción fisiopatológica y el análisis sobre el riesgo-beneficio, se produce una restricción de la profilaxis antibiótica a determinados pacientes y situaciones de riesgo (Sexton DJ, 2020; NICE, 2008; Durack DT, 1995).

    A pesar del amplio uso de la profilaxis en la EI, existe poca evidencia sobre su eficiencia y muchas sociedades científicas internacionales están en continua revisión de sus guías, mostrándose cada vez más restrictivas. La cuestión más controvertida es la relacionada con los procedimientos en los que debe emplearse y qué pacientes deben recibirla (Sexton DJ, 2020).

    Esta guía de profilaxis de la endocarditis bacteriana se ha elaborado atendiendo la recomendación del Plan estratégico y de acción para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a los antibióticos 2014-2018 de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS, 2014), que en su “Medida II. 4. Limitar el uso profiláctico de antibióticos a casos con necesidades clínicas definidas” recomienda “Identificar las situaciones clínicas en las que se requiera el uso profiláctico de antibióticos y redactar guías de administración de la profilaxis”, y reúne las sugerencias de las guías americanas (Nishimura RA, 2017; Wilson W, 2007), europea (Habib G, 2015) e inglesa (NICE, 2016). La Sociedad Española de Cardiología se ha adherido a las recomendaciones procedentes de la guía europea (Habib G, 2016). Ahora bien, esta guía no debería aplicarse sin una evaluación cuidadosa de las situaciones individuales, aspecto de interés especial en el caso de los antibióticos (Nix DE, 2002). En este sentido, cobra especial importancia la utilización de antibióticos en pacientes con insuficiencia renal o hepática, en mujeres embarazadas y lactantes (Palop V, 2019).

    Etiología

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