Fisterra

    Sangrado menstrual abundante

    ¿De qué hablamos?


    Para el sangrado menstrual abundante (SMA) se han utilizado tradicionalmente términos como menorragia, metrorragia, menometrorragia, hipermenorrea, hipermenorragia, polimenorrea o polimenorragia. Tal variedad llevaba a la confusión, por lo que la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) actualizó la nomenclatura como sangrado menstrual abundante en vez de menorragia, el término más utilizado hasta el momento, o los anteriores descritos (Lebduska E, 2023; Perelló J, 2021; Borzutzky C, 2020; Fernández Parra J, 2020).

    Según las recomendaciones más recientes de la FIGO, se respalda la definición clínica del Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención Médica (NICE) del Reino Unido, que la definen como “pérdida excesiva de sangre durante la menstruación, que interfiere con la calidad de vida física, emocional, social y material de la mujer, y que puede ocurrir sola o en combinación con otros síntomas como anemia ferropénica” (Borzutzky C, 2020).

    Clásicamente se definió como la pérdida de sangre mayor o igual a 80 ml por ciclo menstrual, cantidad difícil de cuantificar en la práctica clínica. Actualmente se considera independiente de la cantidad de sangre real perdida y se basa en la percepción de la mujer de presentar un sangrado excesivo que afecta a su calidad de vida (Lebduska E, 2023; Perelló J, 2021; Bofill Rodríguez M, 2020; Borzutzky C, 2020; Fernández Parra J, 2020).

    Es un problema común, sobre todo en adolescentes y premenopáusicas, y el motivo de consulta ginecológico más frecuente en la edad reproductiva en atención primaria con derivaciones a Ginecología y Hematología. Afecta de 2 a 5 de cada 10 mujeres (Lebduska E, 2023; Bofill Rodríguez M, 2022).

    Su prevalencia es variable, según los estudios. Se estima una prevalencia global del 36-38% de las mujeres en edad fértil (Perelló J, 2021; Borzutzky C, 2020), con una variabilidad dependiente de la medida diagnóstica utilizada para cuantificar la pérdida de sangrado menstrual. Las medidas cuantitativas la reducen al 14% y las cualitativas la aumentan hasta el 52% (Perelló J, 2021). Hay autores que no encuentran diferencias significativas entre los diferentes grupos etarios, mientras que otros refieren mayor incidencia entre los 40-45 años, con un 32%, y en menores de 24 años con un 20% (Fernández Parra J, 2020).

    Hablamos de una patología infradiagnosticada e infratratada debido a la falta de percepción objetiva del sangrado menstrual de la paciente, así como a la limitación de las pruebas diagnósticas, sin olvidar la falta de información, el impacto sobre la calidad de vida o los estigmas asociados a la menstruación. En España menos de la mitad de las mujeres con SMA acuden a las consultas por este motivo al asumir su patrón de sangrado como normal (Perelló J, 2021; Fernández Parra J, 2020).

    ¿Cuáles son sus causas?

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    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cuándo derivar?

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    ¿Cómo se trata?

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    Bibliografía

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    Autoras

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Sangrado menstrual abundante

    Fecha de revisión: 16/07/2024
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    Para el sangrado menstrual abundante (SMA) se han utilizado tradicionalmente términos como menorragia, metrorragia, menometrorragia, hipermenorrea, hipermenorragia, polimenorrea o polimenorragia. Tal variedad llevaba a la confusión, por lo que la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) actualizó la nomenclatura como sangrado menstrual abundante en vez de menorragia, el término más utilizado hasta el momento, o los anteriores descritos (Lebduska E, 2023; Perelló J, 2021; Borzutzky C, 2020; Fernández Parra J, 2020).

    Según las recomendaciones más recientes de la FIGO, se respalda la definición clínica del Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención Médica (NICE) del Reino Unido, que la definen como “pérdida excesiva de sangre durante la menstruación, que interfiere con la calidad de vida física, emocional, social y material de la mujer, y que puede ocurrir sola o en combinación con otros síntomas como anemia ferropénica” (Borzutzky C, 2020).

    Clásicamente se definió como la pérdida de sangre mayor o igual a 80 ml por ciclo menstrual, cantidad difícil de cuantificar en la práctica clínica. Actualmente se considera independiente de la cantidad de sangre real perdida y se basa en la percepción de la mujer de presentar un sangrado excesivo que afecta a su calidad de vida (Lebduska E, 2023; Perelló J, 2021; Bofill Rodríguez M, 2020; Borzutzky C, 2020; Fernández Parra J, 2020).

    Es un problema común, sobre todo en adolescentes y premenopáusicas, y el motivo de consulta ginecológico más frecuente en la edad reproductiva en atención primaria con derivaciones a Ginecología y Hematología. Afecta de 2 a 5 de cada 10 mujeres (Lebduska E, 2023; Bofill Rodríguez M, 2022).

    Su prevalencia es variable, según los estudios. Se estima una prevalencia global del 36-38% de las mujeres en edad fértil (Perelló J, 2021; Borzutzky C, 2020), con una variabilidad dependiente de la medida diagnóstica utilizada para cuantificar la pérdida de sangrado menstrual. Las medidas cuantitativas la reducen al 14% y las cualitativas la aumentan hasta el 52% (Perelló J, 2021). Hay autores que no encuentran diferencias significativas entre los diferentes grupos etarios, mientras que otros refieren mayor incidencia entre los 40-45 años, con un 32%, y en menores de 24 años con un 20% (Fernández Parra J, 2020).

    Hablamos de una patología infradiagnosticada e infratratada debido a la falta de percepción objetiva del sangrado menstrual de la paciente, así como a la limitación de las pruebas diagnósticas, sin olvidar la falta de información, el impacto sobre la calidad de vida o los estigmas asociados a la menstruación. En España menos de la mitad de las mujeres con SMA acuden a las consultas por este motivo al asumir su patrón de sangrado como normal (Perelló J, 2021; Fernández Parra J, 2020).

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    Fecha de revisión: 16/07/2024

    ¿De qué hablamos?


    Para el sangrado menstrual abundante (SMA) se han utilizado tradicionalmente términos como menorragia, metrorragia, menometrorragia, hipermenorrea, hipermenorragia, polimenorrea o polimenorragia. Tal variedad llevaba a la confusión, por lo que la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) actualizó la nomenclatura como sangrado menstrual abundante en vez de menorragia, el término más utilizado hasta el momento, o los anteriores descritos (Lebduska E, 2023; Perelló J, 2021; Borzutzky C, 2020; Fernández Parra J, 2020).

    Según las recomendaciones más recientes de la FIGO, se respalda la definición clínica del Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención Médica (NICE) del Reino Unido, que la definen como “pérdida excesiva de sangre durante la menstruación, que interfiere con la calidad de vida física, emocional, social y material de la mujer, y que puede ocurrir sola o en combinación con otros síntomas como anemia ferropénica” (Borzutzky C, 2020).

    Clásicamente se definió como la pérdida de sangre mayor o igual a 80 ml por ciclo menstrual, cantidad difícil de cuantificar en la práctica clínica. Actualmente se considera independiente de la cantidad de sangre real perdida y se basa en la percepción de la mujer de presentar un sangrado excesivo que afecta a su calidad de vida (Lebduska E, 2023; Perelló J, 2021; Bofill Rodríguez M, 2020; Borzutzky C, 2020; Fernández Parra J, 2020).

    Es un problema común, sobre todo en adolescentes y premenopáusicas, y el motivo de consulta ginecológico más frecuente en la edad reproductiva en atención primaria con derivaciones a Ginecología y Hematología. Afecta de 2 a 5 de cada 10 mujeres (Lebduska E, 2023; Bofill Rodríguez M, 2022).

    Su prevalencia es variable, según los estudios. Se estima una prevalencia global del 36-38% de las mujeres en edad fértil (Perelló J, 2021; Borzutzky C, 2020), con una variabilidad dependiente de la medida diagnóstica utilizada para cuantificar la pérdida de sangrado menstrual. Las medidas cuantitativas la reducen al 14% y las cualitativas la aumentan hasta el 52% (Perelló J, 2021). Hay autores que no encuentran diferencias significativas entre los diferentes grupos etarios, mientras que otros refieren mayor incidencia entre los 40-45 años, con un 32%, y en menores de 24 años con un 20% (Fernández Parra J, 2020).

    Hablamos de una patología infradiagnosticada e infratratada debido a la falta de percepción objetiva del sangrado menstrual de la paciente, así como a la limitación de las pruebas diagnósticas, sin olvidar la falta de información, el impacto sobre la calidad de vida o los estigmas asociados a la menstruación. En España menos de la mitad de las mujeres con SMA acuden a las consultas por este motivo al asumir su patrón de sangrado como normal (Perelló J, 2021; Fernández Parra J, 2020).

    ¿Cuáles son sus causas?

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