Fisterra

    Lesiones por presión

    ¿De qué hablamos?


    En 2016 el National Pressure Ulcers Advisory Panel (NPUAP) propuso un cambio en la denominación de las úlceras por presión para pasar a denominarlas lesiones por presión, ya que no todas las lesiones por presión presentan ulceración (Berlowitz DA, 2024). Este cambio en la nomeclatura se ha instalado también en los grupos de trabajo europeos.

    Para definir las lesiones por presión debemos englobarlas dentro de una categoría más amplia: las lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia (LCRD). Estas hacen referencia al daño producido en la piel y/o tejidos subyacentes en personas con limitación o pérdida (ya sea temporal o permanente) de su autonomía física, mental, intelectual o sensorial, debido a la discapacidad, edad, proceso o enfermedad y que requieren de ayuda para realizar las actividades básicas de la vida diaria (ABVD).

    Dentro de las LCRD encontramos tres tipos de lesiones: lesiones por presión y cizalla (LPP), lesiones cutáneas asociadas a la humedad (LESCAH) y lesiones por fricción.

    Según las definiciones acordadas en consenso por los comités europeo (EPUAP) y norteamericano (NPUAP), definimos las LPP como lesiones localizadas en la piel y/o en tejidos subyacentes como resultado de una presión mantenida en el tiempo, o a la presión combinada con cizalla (cuando se combina la presión con deslizamiento). Generalmente se producen sobre prominencias óseas. Estas lesiones pueden aparecer, además, sobre tejidos blandos sometidos a presión externa por diferentes materiales o dispositivos clínicos.

    Las localizaciones más frecuentes de las LPP son la región sacra, los talones, trocánteres e isquiones, mientras que en la región genital, perineal y sacroglútea predominan las LESCAH.

    No todos los tejidos presentan la misma susceptibilidad a las LPP, siendo esta menor en la dermis, seguida de la grasa subcutánea y, en mayor medida, el músculo. Es por ello que a menudo el alcance a tejidos profundos es mucho mayor que lo objetivado a partir de la úlcera cutánea, ocurriendo un daño mucho más extenso de lo visible (Berlowitz DA, 2024).

    En la fisiopatología de las LPP interviene no solo la presión, sino que también lo hace el tiempo. Asimismo, influyen factores específicos del huésped (De Barón Burgos M, 2015).

    Se producen como consecuencia de la presión (fuerza perpendicular a la piel que produce aplastamiento tisular y que puede ocluir el flujo capilar en los tejidos blandos provocando hipoxia, y en caso de persistir durante un prolongado periodo de tiempo, necrosis) y de la fricción (fuerza tangencial producida por roces o movimientos).

    Se han descrito más de 100 factores de riesgo de desarrollar una LPP. Podemos clasificarlos en dos tipos:
    • Factores intrínsecos: relacionados con el estado del paciente. Los más frecuentes: inmovilidad, edad avanzada, estado de la piel, nutrición inadecuada (desnutrición y obesidad), humedad, disminución de la perfusión y oxigenación tisular, parámetros hematológicos (aumento de urea, PCR elevada, linfopenia, hipoalbuminemia, anemia), deshidratación, hipertermia, alteración de la circulación, percepción sensorial limitada, tabaquismo y edema.
    • Factores extrínsecos: presión, fuerzas de cizallamiento y fricción están relacionados con la intensidad, duración y tolerancia de los tejidos de los individuos, a estos tipos de fuerzas abrasivas (Santos CT, 2015).

    ¿Cuál es su prevalencia?

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    ¿Cómo se previenen?

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    ¿Cómo se diagnostican?

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    ¿Cómo se clasifican?

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    ¿Cómo se tratan?

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autores

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Lesiones por presión

    Fecha de revisión: 25/06/2025
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    En 2016 el National Pressure Ulcers Advisory Panel (NPUAP) propuso un cambio en la denominación de las úlceras por presión para pasar a denominarlas lesiones por presión, ya que no todas las lesiones por presión presentan ulceración (Berlowitz DA, 2024). Este cambio en la nomeclatura se ha instalado también en los grupos de trabajo europeos.

    Para definir las lesiones por presión debemos englobarlas dentro de una categoría más amplia: las lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia (LCRD). Estas hacen referencia al daño producido en la piel y/o tejidos subyacentes en personas con limitación o pérdida (ya sea temporal o permanente) de su autonomía física, mental, intelectual o sensorial, debido a la discapacidad, edad, proceso o enfermedad y que requieren de ayuda para realizar las actividades básicas de la vida diaria (ABVD).

    Dentro de las LCRD encontramos tres tipos de lesiones: lesiones por presión y cizalla (LPP), lesiones cutáneas asociadas a la humedad (LESCAH) y lesiones por fricción.

    Según las definiciones acordadas en consenso por los comités europeo (EPUAP) y norteamericano (NPUAP), definimos las LPP como lesiones localizadas en la piel y/o en tejidos subyacentes como resultado de una presión mantenida en el tiempo, o a la presión combinada con cizalla (cuando se combina la presión con deslizamiento). Generalmente se producen sobre prominencias óseas. Estas lesiones pueden aparecer, además, sobre tejidos blandos sometidos a presión externa por diferentes materiales o dispositivos clínicos.

    Las localizaciones más frecuentes de las LPP son la región sacra, los talones, trocánteres e isquiones, mientras que en la región genital, perineal y sacroglútea predominan las LESCAH.

    No todos los tejidos presentan la misma susceptibilidad a las LPP, siendo esta menor en la dermis, seguida de la grasa subcutánea y, en mayor medida, el músculo. Es por ello que a menudo el alcance a tejidos profundos es mucho mayor que lo objetivado a partir de la úlcera cutánea, ocurriendo un daño mucho más extenso de lo visible (Berlowitz DA, 2024).

    En la fisiopatología de las LPP interviene no solo la presión, sino que también lo hace el tiempo. Asimismo, influyen factores específicos del huésped (De Barón Burgos M, 2015).

    Se producen como consecuencia de la presión (fuerza perpendicular a la piel que produce aplastamiento tisular y que puede ocluir el flujo capilar en los tejidos blandos provocando hipoxia, y en caso de persistir durante un prolongado periodo de tiempo, necrosis) y de la fricción (fuerza tangencial producida por roces o movimientos).

    Se han descrito más de 100 factores de riesgo de desarrollar una LPP. Podemos clasificarlos en dos tipos:
    • Factores intrínsecos: relacionados con el estado del paciente. Los más frecuentes: inmovilidad, edad avanzada, estado de la piel, nutrición inadecuada (desnutrición y obesidad), humedad, disminución de la perfusión y oxigenación tisular, parámetros hematológicos (aumento de urea, PCR elevada, linfopenia, hipoalbuminemia, anemia), deshidratación, hipertermia, alteración de la circulación, percepción sensorial limitada, tabaquismo y edema.
    • Factores extrínsecos: presión, fuerzas de cizallamiento y fricción están relacionados con la intensidad, duración y tolerancia de los tejidos de los individuos, a estos tipos de fuerzas abrasivas (Santos CT, 2015).

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Lesiones por presión

    Fecha de revisión: 25/06/2025

    ¿De qué hablamos?


    En 2016 el National Pressure Ulcers Advisory Panel (NPUAP) propuso un cambio en la denominación de las úlceras por presión para pasar a denominarlas lesiones por presión, ya que no todas las lesiones por presión presentan ulceración (Berlowitz DA, 2024). Este cambio en la nomeclatura se ha instalado también en los grupos de trabajo europeos.

    Para definir las lesiones por presión debemos englobarlas dentro de una categoría más amplia: las lesiones cutáneas relacionadas con la dependencia (LCRD). Estas hacen referencia al daño producido en la piel y/o tejidos subyacentes en personas con limitación o pérdida (ya sea temporal o permanente) de su autonomía física, mental, intelectual o sensorial, debido a la discapacidad, edad, proceso o enfermedad y que requieren de ayuda para realizar las actividades básicas de la vida diaria (ABVD).

    Dentro de las LCRD encontramos tres tipos de lesiones: lesiones por presión y cizalla (LPP), lesiones cutáneas asociadas a la humedad (LESCAH) y lesiones por fricción.

    Según las definiciones acordadas en consenso por los comités europeo (EPUAP) y norteamericano (NPUAP), definimos las LPP como lesiones localizadas en la piel y/o en tejidos subyacentes como resultado de una presión mantenida en el tiempo, o a la presión combinada con cizalla (cuando se combina la presión con deslizamiento). Generalmente se producen sobre prominencias óseas. Estas lesiones pueden aparecer, además, sobre tejidos blandos sometidos a presión externa por diferentes materiales o dispositivos clínicos.

    Las localizaciones más frecuentes de las LPP son la región sacra, los talones, trocánteres e isquiones, mientras que en la región genital, perineal y sacroglútea predominan las LESCAH.

    No todos los tejidos presentan la misma susceptibilidad a las LPP, siendo esta menor en la dermis, seguida de la grasa subcutánea y, en mayor medida, el músculo. Es por ello que a menudo el alcance a tejidos profundos es mucho mayor que lo objetivado a partir de la úlcera cutánea, ocurriendo un daño mucho más extenso de lo visible (Berlowitz DA, 2024).

    En la fisiopatología de las LPP interviene no solo la presión, sino que también lo hace el tiempo. Asimismo, influyen factores específicos del huésped (De Barón Burgos M, 2015).

    Se producen como consecuencia de la presión (fuerza perpendicular a la piel que produce aplastamiento tisular y que puede ocluir el flujo capilar en los tejidos blandos provocando hipoxia, y en caso de persistir durante un prolongado periodo de tiempo, necrosis) y de la fricción (fuerza tangencial producida por roces o movimientos).

    Se han descrito más de 100 factores de riesgo de desarrollar una LPP. Podemos clasificarlos en dos tipos:
    • Factores intrínsecos: relacionados con el estado del paciente. Los más frecuentes: inmovilidad, edad avanzada, estado de la piel, nutrición inadecuada (desnutrición y obesidad), humedad, disminución de la perfusión y oxigenación tisular, parámetros hematológicos (aumento de urea, PCR elevada, linfopenia, hipoalbuminemia, anemia), deshidratación, hipertermia, alteración de la circulación, percepción sensorial limitada, tabaquismo y edema.
    • Factores extrínsecos: presión, fuerzas de cizallamiento y fricción están relacionados con la intensidad, duración y tolerancia de los tejidos de los individuos, a estos tipos de fuerzas abrasivas (Santos CT, 2015).

    ¿Cuál es su prevalencia?

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
    © Descargado el 08/07/2025 18:13:21 Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright © . Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.