Fisterra

    Infección urinaria en la infancia

    ¿De qué hablamos?


    La infección del tracto urinario (ITU), es una patología muy común en la infancia, al menos, el 8% de las niñas y el 2% de los niños han presentado un episodio de ITU a la edad de 7 años (Hellström A, 1991). En torno al 75% de ellas ocurren en los 2 primeros años de vida (Ismaili K, 2011), con dos picos de incidencia que se sitúan en el primer año de vida, y entre los 2 y 4 años, coincidiendo con el inicio del control de esfínteres. A partir de los 6 años esta patología es poco frecuente y suele estar asociada a problemas en la eliminación (Keren R, 2008).

    La ITU adquiere gran importancia en lactantes ya que, en niños entre los 2 meses y 2 años de edad, constituye una causa de fiebre sin foco (FSF) hasta en el 5% de los casos (American Academy of Pediatrics [AAP], 1999). Además, en lactantes menores de 3 meses, es la causa más frecuente de infección bacteriana grave (Bachur RG, 2001).

    En cuanto a su distribución por sexo: en menores de 6 meses, la ITU es más frecuente en varones (más en no circuncidados), mientras que posteriormente afecta más al sexo femenino por cuestiones anatómicas (Brandström P, 2010).

    Según su localización se clasifica clásicamente en: infección baja del tracto urinario (o cistitis, si se limita a la vejiga) e infección alta del tracto urinario (o pielonefritis aguda [PNA]). La distinción clínica y anatómica entre estas dos entidades es compleja aunque cobra mucha importancia tanto en el diagnóstico, manejo y pronóstico, pues en esta última existe riesgo de presentar secuelas a largo plazo.

    Se produce por invasión bacteriana de la vía urinaria que, en condiciones normales, es un medio estéril. Puede producirse por vía ascendente (a través de la uretra), o con menor incidencia por vía hematógena (sobre todo en la época neonatal).

    El patógeno más frecuentemente implicado es Escherichia coli (70-90% de los casos), aunque también encontramos otras bacterias: Proteus mirabilis (que aparece típicamente en varones con fimosis); Pseudomona aeruginosa (asociada frecuentemente con anomalías del tracto urinario o antibioterapia previa); Enterococcus faecalis en niños pequeños y Streptococcus agalactiae en neonatos. También podemos hallar Kebsiella, Citrobacter, Staphylococcus epidermidis y Staphylococcus aureus.

    En varones, la circuncisión reduce la tasa de ITU alrededor de 10 veces en lactantes menores de 6 meses; en edades posteriores no parece tener beneficio (Schoen EJ, 2000). La AAP no recomienda la circuncisión preventiva (1999), al igual que la guía NICE (2013), que alega la ausencia de pruebas, los posibles problemas éticos sobre la circuncisión rutinaria y el hecho de que la ITU en la mayoría de los pacientes no tiene consecuencias graves.

    Existen una serie de mecanismos de defensa de los que dispone el tracto urinario:

    • El flujo de la orina, que arrastra los posibles patógenos.
    • Características propias de la orina: pH ácido y la glicoproteína de Tamm-Horsfall que inhibe la adherencia bacteriana de la pared vesical (Sobel JD, 1997).
    • Epitelio de la vejiga: presenta características que dificultan la adhesión bacteriana. Esto explica por qué algunas de estas bacterias (por ejemplo, algunas cepas de E.coli), han desarrollado mecanismos para adherirse (fimbrias) que las convierte en microorganismos más patógenos (Wullt B, 2000).

    Pero también existen factores que favorecen el desarrollo de una ITU a lo largo de la infancia, entre los que destacan los referidos en la tabla 1:

    Tabla 1. Factores favorecedores de ITU.
    Edad Los menores de 1 año (en especial los neonatos) tienen mayor incidencia de ITU y sepsis, por inmadurez de su sistema inmune.
    La lactancia materna actúa como protector ya que aporta IgA y lactoferrina (Mårild S, 2004).
    Alteraciones funcionales Defectos de evacuación vesical, vejiga neurógena y reflujo vésico-ureteral (RVU). Favorecen la retención urinaria, ITUs recurrentes y riesgo de daño renal permanente (cicatrices renales) en el caso episodios repetidos de PNA.
    Alteraciones estructurales Las variantes anatómicas y estructurales pueden dificultar la evacuación de la orina y favorecer el ascenso de patógenos por RVU. Algunas de estas patologías tienen tratamiento quirúrgico (por ejemplo, válvulas de uretra posterior).
    Colonización perineal y fecal Los factores higiénicos, alimentarios y la exposición a antibióticos previa (que modifica la flora regional), pueden precipitar infecciones de diversa virulencia (Schlager TA, 2002).

    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cómo se trata?

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    Pruebas de imagen y seguimiento

    Para ver el texto completo debe de estar suscrito a Fisterra

    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autores

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Infección urinaria en la infancia

    Fecha de revisión: 27/01/2016
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La infección del tracto urinario (ITU), es una patología muy común en la infancia, al menos, el 8% de las niñas y el 2% de los niños han presentado un episodio de ITU a la edad de 7 años (Hellström A, 1991). En torno al 75% de ellas ocurren en los 2 primeros años de vida (Ismaili K, 2011), con dos picos de incidencia que se sitúan en el primer año de vida, y entre los 2 y 4 años, coincidiendo con el inicio del control de esfínteres. A partir de los 6 años esta patología es poco frecuente y suele estar asociada a problemas en la eliminación (Keren R, 2008).

    La ITU adquiere gran importancia en lactantes ya que, en niños entre los 2 meses y 2 años de edad, constituye una causa de fiebre sin foco (FSF) hasta en el 5% de los casos (American Academy of Pediatrics [AAP], 1999). Además, en lactantes menores de 3 meses, es la causa más frecuente de infección bacteriana grave (Bachur RG, 2001).

    En cuanto a su distribución por sexo: en menores de 6 meses, la ITU es más frecuente en varones (más en no circuncidados), mientras que posteriormente afecta más al sexo femenino por cuestiones anatómicas (Brandström P, 2010).

    Según su localización se clasifica clásicamente en: infección baja del tracto urinario (o cistitis, si se limita a la vejiga) e infección alta del tracto urinario (o pielonefritis aguda [PNA]). La distinción clínica y anatómica entre estas dos entidades es compleja aunque cobra mucha importancia tanto en el diagnóstico, manejo y pronóstico, pues en esta última existe riesgo de presentar secuelas a largo plazo.

    Se produce por invasión bacteriana de la vía urinaria que, en condiciones normales, es un medio estéril. Puede producirse por vía ascendente (a través de la uretra), o con menor incidencia por vía hematógena (sobre todo en la época neonatal).

    El patógeno más frecuentemente implicado es Escherichia coli (70-90% de los casos), aunque también encontramos otras bacterias: Proteus mirabilis (que aparece típicamente en varones con fimosis); Pseudomona aeruginosa (asociada frecuentemente con anomalías del tracto urinario o antibioterapia previa); Enterococcus faecalis en niños pequeños y Streptococcus agalactiae en neonatos. También podemos hallar Kebsiella, Citrobacter, Staphylococcus epidermidis y Staphylococcus aureus.

    En varones, la circuncisión reduce la tasa de ITU alrededor de 10 veces en lactantes menores de 6 meses; en edades posteriores no parece tener beneficio (Schoen EJ, 2000). La AAP no recomienda la circuncisión preventiva (1999), al igual que la guía NICE (2013), que alega la ausencia de pruebas, los posibles problemas éticos sobre la circuncisión rutinaria y el hecho de que la ITU en la mayoría de los pacientes no tiene consecuencias graves.

    Existen una serie de mecanismos de defensa de los que dispone el tracto urinario:

    • El flujo de la orina, que arrastra los posibles patógenos.
    • Características propias de la orina: pH ácido y la glicoproteína de Tamm-Horsfall que inhibe la adherencia bacteriana de la pared vesical (Sobel JD, 1997).
    • Epitelio de la vejiga: presenta características que dificultan la adhesión bacteriana. Esto explica por qué algunas de estas bacterias (por ejemplo, algunas cepas de E.coli), han desarrollado mecanismos para adherirse (fimbrias) que las convierte en microorganismos más patógenos (Wullt B, 2000).

    Pero también existen factores que favorecen el desarrollo de una ITU a lo largo de la infancia, entre los que destacan los referidos en la tabla 1:

    Tabla 1. Factores favorecedores de ITU.
    Edad Los menores de 1 año (en especial los neonatos) tienen mayor incidencia de ITU y sepsis, por inmadurez de su sistema inmune.
    La lactancia materna actúa como protector ya que aporta IgA y lactoferrina (Mårild S, 2004).
    Alteraciones funcionales Defectos de evacuación vesical, vejiga neurógena y reflujo vésico-ureteral (RVU). Favorecen la retención urinaria, ITUs recurrentes y riesgo de daño renal permanente (cicatrices renales) en el caso episodios repetidos de PNA.
    Alteraciones estructurales Las variantes anatómicas y estructurales pueden dificultar la evacuación de la orina y favorecer el ascenso de patógenos por RVU. Algunas de estas patologías tienen tratamiento quirúrgico (por ejemplo, válvulas de uretra posterior).
    Colonización perineal y fecal Los factores higiénicos, alimentarios y la exposición a antibióticos previa (que modifica la flora regional), pueden precipitar infecciones de diversa virulencia (Schlager TA, 2002).

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    Fecha de revisión: 27/01/2016

    ¿De qué hablamos?


    La infección del tracto urinario (ITU), es una patología muy común en la infancia, al menos, el 8% de las niñas y el 2% de los niños han presentado un episodio de ITU a la edad de 7 años (Hellström A, 1991). En torno al 75% de ellas ocurren en los 2 primeros años de vida (Ismaili K, 2011), con dos picos de incidencia que se sitúan en el primer año de vida, y entre los 2 y 4 años, coincidiendo con el inicio del control de esfínteres. A partir de los 6 años esta patología es poco frecuente y suele estar asociada a problemas en la eliminación (Keren R, 2008).

    La ITU adquiere gran importancia en lactantes ya que, en niños entre los 2 meses y 2 años de edad, constituye una causa de fiebre sin foco (FSF) hasta en el 5% de los casos (American Academy of Pediatrics [AAP], 1999). Además, en lactantes menores de 3 meses, es la causa más frecuente de infección bacteriana grave (Bachur RG, 2001).

    En cuanto a su distribución por sexo: en menores de 6 meses, la ITU es más frecuente en varones (más en no circuncidados), mientras que posteriormente afecta más al sexo femenino por cuestiones anatómicas (Brandström P, 2010).

    Según su localización se clasifica clásicamente en: infección baja del tracto urinario (o cistitis, si se limita a la vejiga) e infección alta del tracto urinario (o pielonefritis aguda [PNA]). La distinción clínica y anatómica entre estas dos entidades es compleja aunque cobra mucha importancia tanto en el diagnóstico, manejo y pronóstico, pues en esta última existe riesgo de presentar secuelas a largo plazo.

    Se produce por invasión bacteriana de la vía urinaria que, en condiciones normales, es un medio estéril. Puede producirse por vía ascendente (a través de la uretra), o con menor incidencia por vía hematógena (sobre todo en la época neonatal).

    El patógeno más frecuentemente implicado es Escherichia coli (70-90% de los casos), aunque también encontramos otras bacterias: Proteus mirabilis (que aparece típicamente en varones con fimosis); Pseudomona aeruginosa (asociada frecuentemente con anomalías del tracto urinario o antibioterapia previa); Enterococcus faecalis en niños pequeños y Streptococcus agalactiae en neonatos. También podemos hallar Kebsiella, Citrobacter, Staphylococcus epidermidis y Staphylococcus aureus.

    En varones, la circuncisión reduce la tasa de ITU alrededor de 10 veces en lactantes menores de 6 meses; en edades posteriores no parece tener beneficio (Schoen EJ, 2000). La AAP no recomienda la circuncisión preventiva (1999), al igual que la guía NICE (2013), que alega la ausencia de pruebas, los posibles problemas éticos sobre la circuncisión rutinaria y el hecho de que la ITU en la mayoría de los pacientes no tiene consecuencias graves.

    Existen una serie de mecanismos de defensa de los que dispone el tracto urinario:

    • El flujo de la orina, que arrastra los posibles patógenos.
    • Características propias de la orina: pH ácido y la glicoproteína de Tamm-Horsfall que inhibe la adherencia bacteriana de la pared vesical (Sobel JD, 1997).
    • Epitelio de la vejiga: presenta características que dificultan la adhesión bacteriana. Esto explica por qué algunas de estas bacterias (por ejemplo, algunas cepas de E.coli), han desarrollado mecanismos para adherirse (fimbrias) que las convierte en microorganismos más patógenos (Wullt B, 2000).

    Pero también existen factores que favorecen el desarrollo de una ITU a lo largo de la infancia, entre los que destacan los referidos en la tabla 1:

    Tabla 1. Factores favorecedores de ITU.
    Edad Los menores de 1 año (en especial los neonatos) tienen mayor incidencia de ITU y sepsis, por inmadurez de su sistema inmune.
    La lactancia materna actúa como protector ya que aporta IgA y lactoferrina (Mårild S, 2004).
    Alteraciones funcionales Defectos de evacuación vesical, vejiga neurógena y reflujo vésico-ureteral (RVU). Favorecen la retención urinaria, ITUs recurrentes y riesgo de daño renal permanente (cicatrices renales) en el caso episodios repetidos de PNA.
    Alteraciones estructurales Las variantes anatómicas y estructurales pueden dificultar la evacuación de la orina y favorecer el ascenso de patógenos por RVU. Algunas de estas patologías tienen tratamiento quirúrgico (por ejemplo, válvulas de uretra posterior).
    Colonización perineal y fecal Los factores higiénicos, alimentarios y la exposición a antibióticos previa (que modifica la flora regional), pueden precipitar infecciones de diversa virulencia (Schlager TA, 2002).

    ¿Cómo se diagnostica?

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