Fisterra

    Hernia inguinocrural

    ¿De qué hablamos?


    Una hernia inguinal es la protrusión o salida de contenido abdominal o grasa preperitoneal a través del canal inguinal (López Quindós P, 2013).

    Las hernias inguinales y crurales se producen a través del orificio miopectíneo de Fruchaud, por encima o por debajo del ligamento inguinal, respectivamente.

    Esta es una zona proclive a la formación de hernias por la existencia de orificios anatómicos y por su naturaleza aponeurótica, más débil que el resto de la pared abdominal, que sí está protegida por capas musculares (Hernández Granados P, 2022).

    La hernia inguinal presenta una elevada incidencia en la población y conlleva importantes implicaciones sociolaborales. Se estima que anualmente se reparan alrededor de 20 millones de hernias en todo el mundo.

    La hernia inguinal es 8 veces más frecuente en hombres que en mujeres. Entre el 27 y el 43% de los varones y entre el 3 y el 6% de las mujeres presentarán una hernia a lo largo de su vida. También es más frecuente en la raza caucásica y aumenta su incidencia con la edad, con un pico máximo alrededor de los 70-80 años.

    Las hernias inguinales son 7 veces más frecuentes que las crurales, pero en mujeres las hernias crurales son 4 veces más frecuentes que en los varones. Estas hernias tienen especial importancia por su mayor riesgo de estrangulación, de cirugía urgente y de mortalidad, por lo que deben derivarse e intervenirse de forma preferente (Svendsen SW, 2013; HerniaSurge Group, 2018; Hernández Granados P, 2022).

    La hernia inguinal puede ser congénita, por persistencia del conducto peritoneo-vaginal en el hombre o del conducto de Nuck en la mujer (Ruhl CE, 2007).

    En la edad adulta la única recomendación preventiva que se puede dar para evitar una hernia inguinal es abandonar el hábito tabáquico. Los factores de riesgo no modificables son: edad, sexo masculino, familiar de primer grado diagnosticado de hernia, hernia contralateral previa, enfermedades del colágeno, ascitis, diálisis peritoneal, EPOC, realización de trabajos pesados durante largo tiempo, antecedentes de apendicectomía y prostatectomía (López Quindós P, 2013).

    De las múltiples clasificaciones que existen, la más práctica y útil es la que las diferencia en función de la presentación clínica:
    • Hernia reducible: cuando es posible introducir manualmente el contenido herniado a la cavidad abdominal.
    • Hernia no reducible: cuando no es posible reducir el contenido herniado. Esto puede ocurrir de forma crónica o de manera aguda, lo que implica una urgencia quirúrgica. Se define como hernia estrangulada aquella que presenta isquemia del contenido herniado, lo que puede implicar una resección intestinal.
    La hernia inguinal complicada supone una urgencia que pone en peligro la vida del paciente y precisa una atención inmediata por un cirujano.

    La distinción entre hernias inguinales primarias directas e indirectas tiene escasa trascendencia terapéutica, a diferencia de las hernias reproducidas, que para el cirujano tienen una complejidad técnica y una morbilidad mayor (López Quindós P, 2013; Kraft BM, 2003).

    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cuándo hay indicación quirúrgica?

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    ¿Qué tratamientos quirúrgicos hay?

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    ¿Cómo es la recuperación posoperatoria?

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    ¿Cuáles son sus complicaciones?

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    ¿Qué particularidades tiene la hernia inguinocrural en la mujer?

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    Bibliografía

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    Autores

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Hernia inguinocrural

    Fecha de revisión: 02/05/2025
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    Una hernia inguinal es la protrusión o salida de contenido abdominal o grasa preperitoneal a través del canal inguinal (López Quindós P, 2013).

    Las hernias inguinales y crurales se producen a través del orificio miopectíneo de Fruchaud, por encima o por debajo del ligamento inguinal, respectivamente.

    Esta es una zona proclive a la formación de hernias por la existencia de orificios anatómicos y por su naturaleza aponeurótica, más débil que el resto de la pared abdominal, que sí está protegida por capas musculares (Hernández Granados P, 2022).

    La hernia inguinal presenta una elevada incidencia en la población y conlleva importantes implicaciones sociolaborales. Se estima que anualmente se reparan alrededor de 20 millones de hernias en todo el mundo.

    La hernia inguinal es 8 veces más frecuente en hombres que en mujeres. Entre el 27 y el 43% de los varones y entre el 3 y el 6% de las mujeres presentarán una hernia a lo largo de su vida. También es más frecuente en la raza caucásica y aumenta su incidencia con la edad, con un pico máximo alrededor de los 70-80 años.

    Las hernias inguinales son 7 veces más frecuentes que las crurales, pero en mujeres las hernias crurales son 4 veces más frecuentes que en los varones. Estas hernias tienen especial importancia por su mayor riesgo de estrangulación, de cirugía urgente y de mortalidad, por lo que deben derivarse e intervenirse de forma preferente (Svendsen SW, 2013; HerniaSurge Group, 2018; Hernández Granados P, 2022).

    La hernia inguinal puede ser congénita, por persistencia del conducto peritoneo-vaginal en el hombre o del conducto de Nuck en la mujer (Ruhl CE, 2007).

    En la edad adulta la única recomendación preventiva que se puede dar para evitar una hernia inguinal es abandonar el hábito tabáquico. Los factores de riesgo no modificables son: edad, sexo masculino, familiar de primer grado diagnosticado de hernia, hernia contralateral previa, enfermedades del colágeno, ascitis, diálisis peritoneal, EPOC, realización de trabajos pesados durante largo tiempo, antecedentes de apendicectomía y prostatectomía (López Quindós P, 2013).

    De las múltiples clasificaciones que existen, la más práctica y útil es la que las diferencia en función de la presentación clínica:
    • Hernia reducible: cuando es posible introducir manualmente el contenido herniado a la cavidad abdominal.
    • Hernia no reducible: cuando no es posible reducir el contenido herniado. Esto puede ocurrir de forma crónica o de manera aguda, lo que implica una urgencia quirúrgica. Se define como hernia estrangulada aquella que presenta isquemia del contenido herniado, lo que puede implicar una resección intestinal.
    La hernia inguinal complicada supone una urgencia que pone en peligro la vida del paciente y precisa una atención inmediata por un cirujano.

    La distinción entre hernias inguinales primarias directas e indirectas tiene escasa trascendencia terapéutica, a diferencia de las hernias reproducidas, que para el cirujano tienen una complejidad técnica y una morbilidad mayor (López Quindós P, 2013; Kraft BM, 2003).

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    ¿De qué hablamos?


    Una hernia inguinal es la protrusión o salida de contenido abdominal o grasa preperitoneal a través del canal inguinal (López Quindós P, 2013).

    Las hernias inguinales y crurales se producen a través del orificio miopectíneo de Fruchaud, por encima o por debajo del ligamento inguinal, respectivamente.

    Esta es una zona proclive a la formación de hernias por la existencia de orificios anatómicos y por su naturaleza aponeurótica, más débil que el resto de la pared abdominal, que sí está protegida por capas musculares (Hernández Granados P, 2022).

    La hernia inguinal presenta una elevada incidencia en la población y conlleva importantes implicaciones sociolaborales. Se estima que anualmente se reparan alrededor de 20 millones de hernias en todo el mundo.

    La hernia inguinal es 8 veces más frecuente en hombres que en mujeres. Entre el 27 y el 43% de los varones y entre el 3 y el 6% de las mujeres presentarán una hernia a lo largo de su vida. También es más frecuente en la raza caucásica y aumenta su incidencia con la edad, con un pico máximo alrededor de los 70-80 años.

    Las hernias inguinales son 7 veces más frecuentes que las crurales, pero en mujeres las hernias crurales son 4 veces más frecuentes que en los varones. Estas hernias tienen especial importancia por su mayor riesgo de estrangulación, de cirugía urgente y de mortalidad, por lo que deben derivarse e intervenirse de forma preferente (Svendsen SW, 2013; HerniaSurge Group, 2018; Hernández Granados P, 2022).

    La hernia inguinal puede ser congénita, por persistencia del conducto peritoneo-vaginal en el hombre o del conducto de Nuck en la mujer (Ruhl CE, 2007).

    En la edad adulta la única recomendación preventiva que se puede dar para evitar una hernia inguinal es abandonar el hábito tabáquico. Los factores de riesgo no modificables son: edad, sexo masculino, familiar de primer grado diagnosticado de hernia, hernia contralateral previa, enfermedades del colágeno, ascitis, diálisis peritoneal, EPOC, realización de trabajos pesados durante largo tiempo, antecedentes de apendicectomía y prostatectomía (López Quindós P, 2013).

    De las múltiples clasificaciones que existen, la más práctica y útil es la que las diferencia en función de la presentación clínica:
    • Hernia reducible: cuando es posible introducir manualmente el contenido herniado a la cavidad abdominal.
    • Hernia no reducible: cuando no es posible reducir el contenido herniado. Esto puede ocurrir de forma crónica o de manera aguda, lo que implica una urgencia quirúrgica. Se define como hernia estrangulada aquella que presenta isquemia del contenido herniado, lo que puede implicar una resección intestinal.
    La hernia inguinal complicada supone una urgencia que pone en peligro la vida del paciente y precisa una atención inmediata por un cirujano.

    La distinción entre hernias inguinales primarias directas e indirectas tiene escasa trascendencia terapéutica, a diferencia de las hernias reproducidas, que para el cirujano tienen una complejidad técnica y una morbilidad mayor (López Quindós P, 2013; Kraft BM, 2003).

    ¿Cómo se diagnostica?

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    © Descargado el 12/06/2025 9:39:08 Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright © . Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.