Fisterra

    Hernia inguinocrural

    ¿De qué hablamos?


    La hernia inguinal es la protrusión del contenido abdominal o de la grasa preperitoneal a través del canal inguinal, por rotura o debilidad de la fascia que constituye su pared posterior. En la hernia crural, el defecto de la fascia y la protrusión del contenido abdominal se producen por el orificio femoral, localizado por debajo del ligamento inguinal y medial a los vasos femorales (López Quindós P, 2013).

    La hernia inguinal presenta una elevada incidencia en la población y conlleva importantes implicaciones sociolaborales. Entre el 27 y el 43% de los varones y entre el 3 y el 6% de las mujeres presentarán una hernia a lo largo de su vida. El número de herniorrafias en occidente es alrededor de 15 por cada 10.000 habitantes al año, de las cuales solo un 10% se realizan en mujeres. Las hernias inguinales son siete veces más frecuentes que las crurales (Svendsen SW, 2013).

    Solo se conoce el origen congénito de las hernias en los niños y adultos jóvenes por la persistencia del conducto peritoneo vaginal (hernias congénitas). En el resto solo se han identificado factores predisponentes, como una historia familiar de hernia, las enfermedades del colágeno, la ascitis, la diálisis peritoneal, la EPOC, la realización de trabajos pesados durante largo tiempo, los antecedentes de apendicectomía y prostatectomía, y el tabaquismo, único factor modificable (Ruhl CE, 2007).

    De las múltiples clasificaciones que existen, la más práctica y útil es la que las diferencia en función de la presentación clínica (López Quindós P, 2013; Kraft BM, 2003).

    • Hernia reducible: cuando es posible introducir manualmente el contenido herniado a la cavidad abdominal.
    • Hernia incarcerada: cuando no es posible reducir el contenido herniado, pero no hay compromiso vascular.
    • Hernia estrangulada: cuando no se puede reducir y existe isquemia del contenido herniado.

    La distinción entre hernias inguinales primarias directas e indirectas tiene escasa trascendencia terapéutica, a diferencia de las hernias reproducidas, que para el cirujano tienen una complejidad técnica y una morbilidad mayor.

    ¿Cómo se diagnostica?

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    Indicación de cirugía

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    Tratamiento quirúrgico

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    Recuperación postoperatoria

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    Hernia inguinocrural en la mujer

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    Complicaciones

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    Bibliografía

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Hernia inguinocrural

    Fecha de revisión: 02/11/2019
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La hernia inguinal es la protrusión del contenido abdominal o de la grasa preperitoneal a través del canal inguinal, por rotura o debilidad de la fascia que constituye su pared posterior. En la hernia crural, el defecto de la fascia y la protrusión del contenido abdominal se producen por el orificio femoral, localizado por debajo del ligamento inguinal y medial a los vasos femorales (López Quindós P, 2013).

    La hernia inguinal presenta una elevada incidencia en la población y conlleva importantes implicaciones sociolaborales. Entre el 27 y el 43% de los varones y entre el 3 y el 6% de las mujeres presentarán una hernia a lo largo de su vida. El número de herniorrafias en occidente es alrededor de 15 por cada 10.000 habitantes al año, de las cuales solo un 10% se realizan en mujeres. Las hernias inguinales son siete veces más frecuentes que las crurales (Svendsen SW, 2013).

    Solo se conoce el origen congénito de las hernias en los niños y adultos jóvenes por la persistencia del conducto peritoneo vaginal (hernias congénitas). En el resto solo se han identificado factores predisponentes, como una historia familiar de hernia, las enfermedades del colágeno, la ascitis, la diálisis peritoneal, la EPOC, la realización de trabajos pesados durante largo tiempo, los antecedentes de apendicectomía y prostatectomía, y el tabaquismo, único factor modificable (Ruhl CE, 2007).

    De las múltiples clasificaciones que existen, la más práctica y útil es la que las diferencia en función de la presentación clínica (López Quindós P, 2013; Kraft BM, 2003).

    • Hernia reducible: cuando es posible introducir manualmente el contenido herniado a la cavidad abdominal.
    • Hernia incarcerada: cuando no es posible reducir el contenido herniado, pero no hay compromiso vascular.
    • Hernia estrangulada: cuando no se puede reducir y existe isquemia del contenido herniado.

    La distinción entre hernias inguinales primarias directas e indirectas tiene escasa trascendencia terapéutica, a diferencia de las hernias reproducidas, que para el cirujano tienen una complejidad técnica y una morbilidad mayor.

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    La hernia inguinal es la protrusión del contenido abdominal o de la grasa preperitoneal a través del canal inguinal, por rotura o debilidad de la fascia que constituye su pared posterior. En la hernia crural, el defecto de la fascia y la protrusión del contenido abdominal se producen por el orificio femoral, localizado por debajo del ligamento inguinal y medial a los vasos femorales (López Quindós P, 2013).

    La hernia inguinal presenta una elevada incidencia en la población y conlleva importantes implicaciones sociolaborales. Entre el 27 y el 43% de los varones y entre el 3 y el 6% de las mujeres presentarán una hernia a lo largo de su vida. El número de herniorrafias en occidente es alrededor de 15 por cada 10.000 habitantes al año, de las cuales solo un 10% se realizan en mujeres. Las hernias inguinales son siete veces más frecuentes que las crurales (Svendsen SW, 2013).

    Solo se conoce el origen congénito de las hernias en los niños y adultos jóvenes por la persistencia del conducto peritoneo vaginal (hernias congénitas). En el resto solo se han identificado factores predisponentes, como una historia familiar de hernia, las enfermedades del colágeno, la ascitis, la diálisis peritoneal, la EPOC, la realización de trabajos pesados durante largo tiempo, los antecedentes de apendicectomía y prostatectomía, y el tabaquismo, único factor modificable (Ruhl CE, 2007).

    De las múltiples clasificaciones que existen, la más práctica y útil es la que las diferencia en función de la presentación clínica (López Quindós P, 2013; Kraft BM, 2003).

    • Hernia reducible: cuando es posible introducir manualmente el contenido herniado a la cavidad abdominal.
    • Hernia incarcerada: cuando no es posible reducir el contenido herniado, pero no hay compromiso vascular.
    • Hernia estrangulada: cuando no se puede reducir y existe isquemia del contenido herniado.

    La distinción entre hernias inguinales primarias directas e indirectas tiene escasa trascendencia terapéutica, a diferencia de las hernias reproducidas, que para el cirujano tienen una complejidad técnica y una morbilidad mayor.

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