Fisterra

    Fiebre Q

    ¿De qué hablamos?


    La fiebre Q es una antropozoonosis causada por Coxiella burnetii. Fue descrita en Australia por Edward Derrick en 1937. Presenta diferentes pa­trones epidemiológicos de distribución mundial (aunque con una prevalencia diferente atendiendo a países y regiones geo­gráficas) y tiene una repercusión importante tanto sanitaria como económicamente (Fraile Fariñas MT, 2010; Pérez Arellano JL, 2018). Se denominó fiebre Q por su origen misterioso (en inglés query: duda, interrogante) (Wentworth BB, 1955).

    C. burnetii es un pequeño cocobacilo gram-negativo de crecimiento intracelular, resistente al calor y la desecación, lo que justifica su capacidad para soportar condiciones ambientales adversas. Existen tres tipos de reservorios: los animales domésticos (ganado caprino, ovino y bovino), los roedores y pequeños mamíferos, y un tercero constituido por varios tipos de garrapatas. La infección en humanos se produce principalmente por vía aérea. En raras ocasiones se han notificado casos de infección después del consumo de productos lácteos no pasteurizados y contaminados, por hemoderivados, por vía sexual, inoculación transplacentaria o por picadura de garrapata (Pérez Arellano JL, 2018).

    C. Burnetii es considerado un agente potencial de bioterrorismo (Raoult D, 2005). Presenta dos formas antigénicas: antígeno de fase I (altamente contagioso) y antígeno de fase II (inocuo) (Roca B, 2007; Shaw EI, 2019).

    Aproximadamente, 50 de cada 100.000 personas por año padecen fiebre Q aguda, mientras que 1 de cada 1.000.000 desarrolla fiebre Q crónica (Dragan AL, 2020). La incidencia anual promedio de 10 años de fiebre Q aguda fue de 0,36 casos por millón de personas, y la incidencia anual promedio de fiebre Q crónica fue de 0,09 (Cherry CC, 2021). Afecta predominantemente a adultos en edad media de la vida y muestra un claro predominio en el género masculino. De forma general, predomina en primavera y verano (Pérez Arellano, 2018).

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Fiebre Q

    Fecha de revisión: 08/12/2021
    • Guía
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    ¿De qué hablamos?


    La fiebre Q es una antropozoonosis causada por Coxiella burnetii. Fue descrita en Australia por Edward Derrick en 1937. Presenta diferentes pa­trones epidemiológicos de distribución mundial (aunque con una prevalencia diferente atendiendo a países y regiones geo­gráficas) y tiene una repercusión importante tanto sanitaria como económicamente (Fraile Fariñas MT, 2010; Pérez Arellano JL, 2018). Se denominó fiebre Q por su origen misterioso (en inglés query: duda, interrogante) (Wentworth BB, 1955).

    C. burnetii es un pequeño cocobacilo gram-negativo de crecimiento intracelular, resistente al calor y la desecación, lo que justifica su capacidad para soportar condiciones ambientales adversas. Existen tres tipos de reservorios: los animales domésticos (ganado caprino, ovino y bovino), los roedores y pequeños mamíferos, y un tercero constituido por varios tipos de garrapatas. La infección en humanos se produce principalmente por vía aérea. En raras ocasiones se han notificado casos de infección después del consumo de productos lácteos no pasteurizados y contaminados, por hemoderivados, por vía sexual, inoculación transplacentaria o por picadura de garrapata (Pérez Arellano JL, 2018).

    C. Burnetii es considerado un agente potencial de bioterrorismo (Raoult D, 2005). Presenta dos formas antigénicas: antígeno de fase I (altamente contagioso) y antígeno de fase II (inocuo) (Roca B, 2007; Shaw EI, 2019).

    Aproximadamente, 50 de cada 100.000 personas por año padecen fiebre Q aguda, mientras que 1 de cada 1.000.000 desarrolla fiebre Q crónica (Dragan AL, 2020). La incidencia anual promedio de 10 años de fiebre Q aguda fue de 0,36 casos por millón de personas, y la incidencia anual promedio de fiebre Q crónica fue de 0,09 (Cherry CC, 2021). Afecta predominantemente a adultos en edad media de la vida y muestra un claro predominio en el género masculino. De forma general, predomina en primavera y verano (Pérez Arellano, 2018).

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    Fecha de revisión: 08/12/2021

    ¿De qué hablamos?


    La fiebre Q es una antropozoonosis causada por Coxiella burnetii. Fue descrita en Australia por Edward Derrick en 1937. Presenta diferentes pa­trones epidemiológicos de distribución mundial (aunque con una prevalencia diferente atendiendo a países y regiones geo­gráficas) y tiene una repercusión importante tanto sanitaria como económicamente (Fraile Fariñas MT, 2010; Pérez Arellano JL, 2018). Se denominó fiebre Q por su origen misterioso (en inglés query: duda, interrogante) (Wentworth BB, 1955).

    C. burnetii es un pequeño cocobacilo gram-negativo de crecimiento intracelular, resistente al calor y la desecación, lo que justifica su capacidad para soportar condiciones ambientales adversas. Existen tres tipos de reservorios: los animales domésticos (ganado caprino, ovino y bovino), los roedores y pequeños mamíferos, y un tercero constituido por varios tipos de garrapatas. La infección en humanos se produce principalmente por vía aérea. En raras ocasiones se han notificado casos de infección después del consumo de productos lácteos no pasteurizados y contaminados, por hemoderivados, por vía sexual, inoculación transplacentaria o por picadura de garrapata (Pérez Arellano JL, 2018).

    C. Burnetii es considerado un agente potencial de bioterrorismo (Raoult D, 2005). Presenta dos formas antigénicas: antígeno de fase I (altamente contagioso) y antígeno de fase II (inocuo) (Roca B, 2007; Shaw EI, 2019).

    Aproximadamente, 50 de cada 100.000 personas por año padecen fiebre Q aguda, mientras que 1 de cada 1.000.000 desarrolla fiebre Q crónica (Dragan AL, 2020). La incidencia anual promedio de 10 años de fiebre Q aguda fue de 0,36 casos por millón de personas, y la incidencia anual promedio de fiebre Q crónica fue de 0,09 (Cherry CC, 2021). Afecta predominantemente a adultos en edad media de la vida y muestra un claro predominio en el género masculino. De forma general, predomina en primavera y verano (Pérez Arellano, 2018).

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