Con el término epistaxis se define toda hemorragia con origen en las fosas nasales. Es el motivo de consulta urgente más frecuente en ORL (Beck R, 2018; Cohn B, 2015; Gottlieb M, 2023; Yau S, 2015): hasta un 60% de la población llega a presentar un episodio durante su vida y de esta, un 6% requiere tratamiento médico. La epistaxis es más frecuente en varones, con una mayor incidencia en la infancia (niños menores de 10 años) y la adolescencia, así como en la senectud (Record S, 2015; Yan T, 2021).

Aunque resulta muy alarmante, en general se trata de un proceso banal y autolimitado. Se consulta en atención primaria si el cuadro es frecuente, cambia o empeora, solventándose la gran mayoría de casos con la atención y cuidados en este nivel asistencial. Pero en ocasiones puede presentar una mayor gravedad, llegando a comprometer el estado general del paciente, sobre todo si es muy abundante y si se produce en personas mayores, teniendo que distinguir signos y síntomas que indiquen una mayor gravedad para decidir la derivación al nivel hospitalario con el objetivo de la atención inicial por parte de un otorrinolaringólogo.

Las epistaxis se clasifican en dos tipos (Beck R, 2018; Tunkel DE, 2020; Womack JP, 2018):

• Anterior: la hemorragia surge al exterior por las narinas u orificios nasales, originándose en el plexo de Kiesselbach, área localizada en el septum o tabique anterior y formada por anastomosis de diferentes plexos arteriales. Representa hasta el 90% de todas las epistaxis.
• Posterior: el sangrado se origina a nivel posterior (10% de las epistaxis), generalmente desde la arteria esfenopalatina, rama de la arteria maxilar, aunque también se puede originar en las arterias etmoidales, y fluye, además de por las narinas, a la faringe por las coanas, presentando un control más problemático y una mayor gravedad.

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