Los eosinófilos son granulocitos diferenciados que representan del 1 al 5% de los leucocitos totales en sangre periférica, los cuales participan activamente en la patogénesis de diversos procesos inflamatorios resultado de infecciones, de daño tisular inespecífico, de respuesta inmunológica y tumoral y de enfermedades alérgicas (Bailón N, 2012).

La eosinofilia se define como la acumulación anormal de eosinófilos en ciertos tejidos del organismo o en sangre periférica. Se consideran patológicos a partir de una cifra igual o superior a 450/mm³ eosinófilos. Dependiendo de la determinación de eosinófilos en sangre periférica, se clasifica en eosinofilia leve, si es inferior a 1.500/mm³, moderada, entre 1.500 y 5.000/mm³, o grave si es superior a 5.000/mm³ (Toribio ME, 2019). Las reacciones alérgicas están comúnmente asociadas con eosinofilia leve, mientras que las infestaciones parasitarias frecuentemente presentan eosinofilia severa (Bailón N, 2012).

Existen factores fisiológicos que producen variabilidad en el número de eosinófilos en sangre periférica, como pueden ser la hora del día a la que se realice la determinación (niveles superiores en horas finales del día), el sexo, la edad o el embarazo, así como otros factores que elevan los eosinófilos de forma transitoria como las infecciones víricas, tratamiento con corticoides, etc. (Toribio ME, 2019).

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