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    Encefalopatía hepática

    ¿De qué hablamos?


    La encefalopatía hepática (EH), también conocida como encefalopatía portosistémica, constituye una complicación neuropsiquiátrica grave, frecuente y potencialmente reversible asociada a la hepatopatía tanto aguda como crónica, siendo más característica de esta última (Ridola L, 2024; Befeler AS, 2022). Sin embargo, investigaciones recientes demuestran la persistencia de alteraciones cognitivas incluso después del trasplante hepático (Rose CF, 2020). Además, esta entidad impacta de manera significativa en la calidad de vida del paciente y de sus cuidadores (Rakoski MO, 2012).

    Su patogénesis no se está completamente dilucidada y se han propuesto varios mecanismos fisiopatológicos como desencadenantes del cuadro. La insuficiencia hepática, junto a la presencia de los shunts portosistémicos generados por la circulación colateral, ocasionan un aumento de moléculas tóxicas en la circulación sistémica, que no son adecuadamente depuradas por el hígado. La principal toxina es el amonio, aunque participan otras como el manganeso, los ácidos grasos de cadena corta o los mercaptanos. Estas moléculas actúan de forma sinérgica, alterando el equilibrio entre los neurotransmisores inhibidores y excitadores en el sistema nervioso central, con un predominio de los primeros. Otros aspectos implicados son las infecciones, la neuroinflamación y las alteraciones en la microbiota intestinal (Ridola L, 2024).

    La incidencia de la enfermedad a uno, cinco y diez años varía entre un 0-21%, 5-25% y 7-42% respectivamente, dependiendo de la causa subyacente y el estadio de la cirrosis. La etiología alcohólica se asocia con un mayor riesgo de desarrollar EH, otro factor de riesgo establecido es la derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS, por sus siglas en inglés), dada la alteración del flujo sanguíneo portal y el acúmulo de toxinas en el sistema nervioso central. Por otro lado, se estima que entre el 30 y el 40% de los pacientes cirróticos experimentarán EH manifiesta, definida como grado 2 o superior en la escala de West Haven, en algún momento de su enfermedad (Elsaid MI, 2020).

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Encefalopatía hepática

    Fecha de revisión: 22/04/2025
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La encefalopatía hepática (EH), también conocida como encefalopatía portosistémica, constituye una complicación neuropsiquiátrica grave, frecuente y potencialmente reversible asociada a la hepatopatía tanto aguda como crónica, siendo más característica de esta última (Ridola L, 2024; Befeler AS, 2022). Sin embargo, investigaciones recientes demuestran la persistencia de alteraciones cognitivas incluso después del trasplante hepático (Rose CF, 2020). Además, esta entidad impacta de manera significativa en la calidad de vida del paciente y de sus cuidadores (Rakoski MO, 2012).

    Su patogénesis no se está completamente dilucidada y se han propuesto varios mecanismos fisiopatológicos como desencadenantes del cuadro. La insuficiencia hepática, junto a la presencia de los shunts portosistémicos generados por la circulación colateral, ocasionan un aumento de moléculas tóxicas en la circulación sistémica, que no son adecuadamente depuradas por el hígado. La principal toxina es el amonio, aunque participan otras como el manganeso, los ácidos grasos de cadena corta o los mercaptanos. Estas moléculas actúan de forma sinérgica, alterando el equilibrio entre los neurotransmisores inhibidores y excitadores en el sistema nervioso central, con un predominio de los primeros. Otros aspectos implicados son las infecciones, la neuroinflamación y las alteraciones en la microbiota intestinal (Ridola L, 2024).

    La incidencia de la enfermedad a uno, cinco y diez años varía entre un 0-21%, 5-25% y 7-42% respectivamente, dependiendo de la causa subyacente y el estadio de la cirrosis. La etiología alcohólica se asocia con un mayor riesgo de desarrollar EH, otro factor de riesgo establecido es la derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS, por sus siglas en inglés), dada la alteración del flujo sanguíneo portal y el acúmulo de toxinas en el sistema nervioso central. Por otro lado, se estima que entre el 30 y el 40% de los pacientes cirróticos experimentarán EH manifiesta, definida como grado 2 o superior en la escala de West Haven, en algún momento de su enfermedad (Elsaid MI, 2020).

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    Fecha de revisión: 22/04/2025

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    La encefalopatía hepática (EH), también conocida como encefalopatía portosistémica, constituye una complicación neuropsiquiátrica grave, frecuente y potencialmente reversible asociada a la hepatopatía tanto aguda como crónica, siendo más característica de esta última (Ridola L, 2024; Befeler AS, 2022). Sin embargo, investigaciones recientes demuestran la persistencia de alteraciones cognitivas incluso después del trasplante hepático (Rose CF, 2020). Además, esta entidad impacta de manera significativa en la calidad de vida del paciente y de sus cuidadores (Rakoski MO, 2012).

    Su patogénesis no se está completamente dilucidada y se han propuesto varios mecanismos fisiopatológicos como desencadenantes del cuadro. La insuficiencia hepática, junto a la presencia de los shunts portosistémicos generados por la circulación colateral, ocasionan un aumento de moléculas tóxicas en la circulación sistémica, que no son adecuadamente depuradas por el hígado. La principal toxina es el amonio, aunque participan otras como el manganeso, los ácidos grasos de cadena corta o los mercaptanos. Estas moléculas actúan de forma sinérgica, alterando el equilibrio entre los neurotransmisores inhibidores y excitadores en el sistema nervioso central, con un predominio de los primeros. Otros aspectos implicados son las infecciones, la neuroinflamación y las alteraciones en la microbiota intestinal (Ridola L, 2024).

    La incidencia de la enfermedad a uno, cinco y diez años varía entre un 0-21%, 5-25% y 7-42% respectivamente, dependiendo de la causa subyacente y el estadio de la cirrosis. La etiología alcohólica se asocia con un mayor riesgo de desarrollar EH, otro factor de riesgo establecido es la derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS, por sus siglas en inglés), dada la alteración del flujo sanguíneo portal y el acúmulo de toxinas en el sistema nervioso central. Por otro lado, se estima que entre el 30 y el 40% de los pacientes cirróticos experimentarán EH manifiesta, definida como grado 2 o superior en la escala de West Haven, en algún momento de su enfermedad (Elsaid MI, 2020).

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    © Descargado el 14/12/2025 20:33:40 Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright © . Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.