La cefalea constituye una causa importante de consulta en atención primaria y urgencias, así como de derivaciones a neuropediatría. La prevalencia aumenta con la edad y difiere mucho entre los diferentes autores (42-60%) (Álvarez N, 2022), es mayor en los países desarrollados y se ha incrementado en las últimas décadas. Los niños con cefalea la suelen continuar presentando en la adolescencia y durante su edad adulta (Álvarez N, 2022; Bonthius DJ, 2024; Dao JM, 2018; Gofshteyn JS, 2016).

Aunque la cefalea generalmente no obedece a procesos graves, puede interferir en la vida del niño y la familia generando absentismo escolar e importante ansiedad en el entorno familiar, ante la sospecha de una enfermedad grave. En el caso de la migraña crónica, se produce un impacto importante en la calidad de vida de los niños, que puntúan escores similares a los de niños con artritis o cáncer (Klein J, 2020).

La causa más frecuente de cefalea aguda en la infancia es la secundaria a procesos virales febriles y en el caso de las cefaleas episódicas recurrentes la cefalea tensional (CT) (con una prevalencia del 10% al 24%), seguida de la migraña (10%). En casos excepcionales (inferiores al 5%) ésta obedece a causas potencialmente graves (hidrocefalia, disfunción valvular, meningitis, o tumores cerebrales) (López Laso E, 2022). En menores de 12 años su prevalencia es similar en ambos sexos, siendo por encima de esta edad más frecuente en niñas (Álvarez N, 2022; Bonthius DJ, 2024).

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