Fisterra

    Bursitis aguda

    ¿De qué hablamos?


    Las bursas son estructuras saculares cerradas con un revestimiento sinovial que en su interior existe una cavidad virtual con una mínima cantidad de líquido seroso que contribuye a la función de almohadillado entre estructuras conectivas. Se sitúan en lugares donde se requiere facilitar el desplazamiento de una estructura osteoarticular sobre otra, piel sobre hueso, músculo sobre músculo o tendón sobre hueso (Sánchez-González CO, 2005).

    Se han descrito más de 150 bursas en nuestro organismo. Según su ubicación pueden clasificarse en superficiales o profundas (Zimmerman B, 1995). En la tabla 1 podemos apreciar algunas diferencias entre ellas:

    Tabla 1. Diferencias entre las bursas superficiales y profundas.
    Superficiales Profundas
    Desarrollo Posnatal. Período embrionario.
    Ubicación Cercanas a la superficie de la piel. Entre la piel y el hueso. Más profundas, entre los músculos adyacentes, entre el hueso y los músculos/tendones cercanos.
    Accesibilidad en caso de patología Fácilmente palpables y visibles. Difíciles de palpar, suelen requerir pruebas de imagen.
    Ejemplos
    • Olecraneana.
    • Prepatelar.
    • Infrapatelar superficial.
    • Subacromial o subdeltoidea.
    • Iliopsoas.
    • Trocantérea.
    • Isquioglútea.
    • Poplítea.
    • Anserina.
    • Retrocalcánea.
    • Metatarsofalángica.

    Se denomina bursitis a la inflamación de estas bursas sinoviales.

    Puede presentarse de manera aguda o crónica. En esta revisión nos centraremos en la forma aguda, que se caracteriza por el desarrollo rápido de los síntomas en el transcurso de pocos días, con una clínica más evidente que incluye dolor, inflamación y eritema en la piel. En cambio, la bursitis crónica se manifiesta con síntomas persistentes durante semanas o incluso meses, y que suelen ser menos prominentes y llamativos.

    En la práctica clínica la bursitis aguda se puede clasificar en séptica y no séptica (traumáticas, microcristalinas, cuerpos extraños o en el contexto de otras enfermedades sistémicas) (Gómez-Rodríguez N, 1997; García-Porrua C, 1999; Cea-Pereiro JC, 2001; Sánchez-González CO, 2005; Reilly D, 2016).

    ¿Cuáles son las bursitis agudas más frecuentes?

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    ¿Cuáles son las características de la bursitis séptica?

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    ¿Cómo se diagnostica una bursitis aguda?

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    ¿Cuál es su tratamiento?

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autores

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Bursitis aguda

    Fecha de revisión: 25/12/2024
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    Las bursas son estructuras saculares cerradas con un revestimiento sinovial que en su interior existe una cavidad virtual con una mínima cantidad de líquido seroso que contribuye a la función de almohadillado entre estructuras conectivas. Se sitúan en lugares donde se requiere facilitar el desplazamiento de una estructura osteoarticular sobre otra, piel sobre hueso, músculo sobre músculo o tendón sobre hueso (Sánchez-González CO, 2005).

    Se han descrito más de 150 bursas en nuestro organismo. Según su ubicación pueden clasificarse en superficiales o profundas (Zimmerman B, 1995). En la tabla 1 podemos apreciar algunas diferencias entre ellas:

    Tabla 1. Diferencias entre las bursas superficiales y profundas.
    Superficiales Profundas
    Desarrollo Posnatal. Período embrionario.
    Ubicación Cercanas a la superficie de la piel. Entre la piel y el hueso. Más profundas, entre los músculos adyacentes, entre el hueso y los músculos/tendones cercanos.
    Accesibilidad en caso de patología Fácilmente palpables y visibles. Difíciles de palpar, suelen requerir pruebas de imagen.
    Ejemplos
    • Olecraneana.
    • Prepatelar.
    • Infrapatelar superficial.
    • Subacromial o subdeltoidea.
    • Iliopsoas.
    • Trocantérea.
    • Isquioglútea.
    • Poplítea.
    • Anserina.
    • Retrocalcánea.
    • Metatarsofalángica.

    Se denomina bursitis a la inflamación de estas bursas sinoviales.

    Puede presentarse de manera aguda o crónica. En esta revisión nos centraremos en la forma aguda, que se caracteriza por el desarrollo rápido de los síntomas en el transcurso de pocos días, con una clínica más evidente que incluye dolor, inflamación y eritema en la piel. En cambio, la bursitis crónica se manifiesta con síntomas persistentes durante semanas o incluso meses, y que suelen ser menos prominentes y llamativos.

    En la práctica clínica la bursitis aguda se puede clasificar en séptica y no séptica (traumáticas, microcristalinas, cuerpos extraños o en el contexto de otras enfermedades sistémicas) (Gómez-Rodríguez N, 1997; García-Porrua C, 1999; Cea-Pereiro JC, 2001; Sánchez-González CO, 2005; Reilly D, 2016).

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    ¿De qué hablamos?


    Las bursas son estructuras saculares cerradas con un revestimiento sinovial que en su interior existe una cavidad virtual con una mínima cantidad de líquido seroso que contribuye a la función de almohadillado entre estructuras conectivas. Se sitúan en lugares donde se requiere facilitar el desplazamiento de una estructura osteoarticular sobre otra, piel sobre hueso, músculo sobre músculo o tendón sobre hueso (Sánchez-González CO, 2005).

    Se han descrito más de 150 bursas en nuestro organismo. Según su ubicación pueden clasificarse en superficiales o profundas (Zimmerman B, 1995). En la tabla 1 podemos apreciar algunas diferencias entre ellas:

    Tabla 1. Diferencias entre las bursas superficiales y profundas.
    Superficiales Profundas
    Desarrollo Posnatal. Período embrionario.
    Ubicación Cercanas a la superficie de la piel. Entre la piel y el hueso. Más profundas, entre los músculos adyacentes, entre el hueso y los músculos/tendones cercanos.
    Accesibilidad en caso de patología Fácilmente palpables y visibles. Difíciles de palpar, suelen requerir pruebas de imagen.
    Ejemplos
    • Olecraneana.
    • Prepatelar.
    • Infrapatelar superficial.
    • Subacromial o subdeltoidea.
    • Iliopsoas.
    • Trocantérea.
    • Isquioglútea.
    • Poplítea.
    • Anserina.
    • Retrocalcánea.
    • Metatarsofalángica.

    Se denomina bursitis a la inflamación de estas bursas sinoviales.

    Puede presentarse de manera aguda o crónica. En esta revisión nos centraremos en la forma aguda, que se caracteriza por el desarrollo rápido de los síntomas en el transcurso de pocos días, con una clínica más evidente que incluye dolor, inflamación y eritema en la piel. En cambio, la bursitis crónica se manifiesta con síntomas persistentes durante semanas o incluso meses, y que suelen ser menos prominentes y llamativos.

    En la práctica clínica la bursitis aguda se puede clasificar en séptica y no séptica (traumáticas, microcristalinas, cuerpos extraños o en el contexto de otras enfermedades sistémicas) (Gómez-Rodríguez N, 1997; García-Porrua C, 1999; Cea-Pereiro JC, 2001; Sánchez-González CO, 2005; Reilly D, 2016).

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