La adopción Internacional presenta unas características especiales que hace necesario un abordaje singular desde el punto de vista sanitario. Por ello, es necesario que los profesionales que prestan una atención directa a los niños adoptados dispongan de instrumentos técnicos que les permitan afrontar su trabajo con garantía.

La evaluación médica inicial no debe demorarse más de 15 días y lo ideal es que se realice en los 3 primeros días tras la llegada. Hay que tener presente que las enfermedades infecciosas representan la mayor parte de los problemas médicos observados y existe la posibilidad de transmisión a los miembros de la familia adoptante o de la comunidad. Además, el fracaso en la identificación e intervención precoz de sus problemas de salud no solo puede afectar adversamente su calidad de vida en el futuro desarrollo físico, emocional e intelectual, sino que también puede conducir a incrementar las dificultades de adaptación e integración en la nueva unidad familiar. Es recomendable que la evaluación inicial y el seguimiento longitudinal sean realizados por pediatras especializados en medicina de la adopción internacional.

Muchas de las pruebas de cribado de laboratorio recomendadas a la llegada de un niño adoptado en el extranjero van a depender del país de origen, de la existencia de informes médicos previos, de la edad, del examen físico y de los signos o síntomas clínicos que presente. Sin embargo, hay una serie de pruebas que se deben realizar con independencia de que hayan sido efectuadas en el país de origen y con resultados normales o negativos.

Todos los niños procedentes de adopción internacional tienen el antecedente de haber estado expuestos a potenciales factores de riesgo para la salud, por lo que la mayoría de los problemas de salud física, del neurodesarrollo y de adaptación social que presentan a su llegada, o que puedan surgir en el futuro, van a ser consecuencia de la exposición a dichos factores.

La adopción internacional ha demostrado ser muy satisfactoria como medio para proteger el bienestar y el desarrollo físico, psicológico y emocional del menor. La mayoría de los problemas de salud física y mental con que llegan los niños adoptados en el extranjero se han solucionado o recuperado en los tres primeros años de convivencia con la familia adoptiva. De cualquier forma, hay que tener presente que un porcentaje nada despreciable de estos niños presenta problemas de salud física, trastornos del neurodesarrollo y/o psicopatológicos importantes, en unos casos observados desde su llegada y que no se solucionan con el tiempo, mientras que en otros se manifiestan durante su seguimiento. Por ello es necesario saber cuándo hay que derivar a subespecialistas pediátricos, servicios especializados de estimulación temprana y servicios de intervención psicosocial diagnóstico-terapéutica.

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