Fisterra

    Alopecia areata

    ¿De qué hablamos?


    Definición

    Es importante destacar que el crecimiento fisiológico del cabello desarrolla un ciclo biológico para cada folículo que consta de 3 etapas diferenciadas:
    • Fase anágena: primera etapa o etapa de crecimiento, con duración de 2 a 6 años, manteniéndose en esta etapa el 90% de los cabellos.
    • Fase catágena: segunda etapa o etapa de involución, se produce la separación la papila dérmica de la matriz del cabello, con una duración de 3 semanas.
    • Fase telógena: última etapa o fase de reposo, que corresponde a la caída del cabello. Presenta una duración de entre 3 y 4 meses y, en condiciones fisiológicas, la pérdida de cabello es inferior a los 100 cabellos al día. Al final de este ciclo vuelve a iniciarse un nuevo ciclo de crecimiento.
    Definimos la alopecia como la pérdida o disminución de pelo de cualquier tipo y en cualquier lugar de la superficie cutánea. Según existan o no signos clínicos de inflamación, cicatrización o atrofia, que condicionan el carácter reversible o irreversible de la misma, se clasifica en dos grandes grupos: alopecias cicatriciales y alopecias no cicatriciales (González-Guerra E, 2018).

    Las alopecias no cicatriciales motivan un número importante de consultas en atención primaria.

    Es importante saber distinguir los dos tipos de alopecias para derivar correctamente al servicio de dermatología aquellos pacientes con sospecha de alopecia cicatricial.

    Entendemos la alopecia areata como aquella entidad recurrente, inmunomediada, en la cual existe una pérdida circunscrita de pelo de morfología ovalada o redondeada y que puede afectar tanto al cuero cabelludo como al resto del área corporal donde exista vello. Su curso es impredecible. Hasta en el 80% de los pacientes se producirá repoblación capilar en el primer año, pudiéndose producir de nuevo la caída del cabello en cualquier momento. No existe inflamación evidente de la piel perjudicada, sin afectación del folículo piloso y, por tanto, el pelo puede volver a crecer (Juárez-Rendón KJ, 2017).

    Etiopatogenia y epidemiología

    La etiología no es del todo conocida. Se considera una entidad de origen autoinmune, mediada por linfocitos T autorreactivos. El estudio de los factores genéticos ha demostrado un mayor riesgo de aparición en aquellos pacientes con familiares de primer grado afectos (riesgo de aparición 5,7-7,1% en comparación con la población general, 2%) (Juárez-Rendón KJ, 2017).

    En el examen histológico se observan infiltrados de células inflamatorias alrededor de la región bulbar de los folículos capilares. La diferenciación del tallo piloso es una parte fundamental para el crecimiento del cabello y es, en esta parte, donde los cambios inflamatorios conducen a una degeneración vacuolar de los folículos en fase anágena, afectando en última instancia a la fuerza/consistencia del tallo piloso (Minokawa Y, 2022).

    Los cambios inflamatorios en el folículo capilar conducen hacia las fases catágena y telógena precoces, concluyendo en una nueva fase anágena distrófica. Mientras exista actividad inflamatoria los nuevos folículos no progresan de dicha fase anágena distrófica y no generan pelo normal, presentándose, en última instancia, los parches alopécicos característicos. Dichos cambios inflamatorios no afectarían al precursor folicular localizado en el bulbo, siendo, por lo tanto, de carácter reversible (Zhou C, 2021).

    Afecta al 2% de la población general, según datos derivados de estudios poblaciones realizados en Estados Unidos. En cuanto a la distribución por sexo o etnia, no existen diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la edad de inicio, la duración o el tipo de alopecia areata. Algunos estudios sí han identificado ciertas diferencias relevantes en otros aspectos, como, por ejemplo, mayores tasas de afectación ungueal y enfermedades autoinmunes concomitantes (especialmente enfermedad tiroidea) en mujeres (Kinoshita-Ise M, 2019).

    Al estratificar por edad, los pacientes que presentan este trastorno tienen una edad media en el primer episodio de entre 25-36 años, siendo el grupo de 21 a 40 años el que presenta una mayor prevalencia, seguido por el grupo de 1 a 20 años de edad. Es decir, es una afectación que aparece mayoritariamente en pacientes jóvenes, con un debut más precoz en mujeres. La edad de inicio se correlaciona con el grado de severidad de pérdida de cabello, siendo más grave a edades más tempranas. La alopecia totalis y la alopecia universalis, que representan el 7,3% de los casos de alopecia areata, ocurren antes de los 30 años (Lee HH, 2020).

    ¿Cómo se manifiesta?

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    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cómo se trata?

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autores

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Alopecia areata

    Fecha de revisión: 21/10/2024
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    Definición

    Es importante destacar que el crecimiento fisiológico del cabello desarrolla un ciclo biológico para cada folículo que consta de 3 etapas diferenciadas:
    • Fase anágena: primera etapa o etapa de crecimiento, con duración de 2 a 6 años, manteniéndose en esta etapa el 90% de los cabellos.
    • Fase catágena: segunda etapa o etapa de involución, se produce la separación la papila dérmica de la matriz del cabello, con una duración de 3 semanas.
    • Fase telógena: última etapa o fase de reposo, que corresponde a la caída del cabello. Presenta una duración de entre 3 y 4 meses y, en condiciones fisiológicas, la pérdida de cabello es inferior a los 100 cabellos al día. Al final de este ciclo vuelve a iniciarse un nuevo ciclo de crecimiento.
    Definimos la alopecia como la pérdida o disminución de pelo de cualquier tipo y en cualquier lugar de la superficie cutánea. Según existan o no signos clínicos de inflamación, cicatrización o atrofia, que condicionan el carácter reversible o irreversible de la misma, se clasifica en dos grandes grupos: alopecias cicatriciales y alopecias no cicatriciales (González-Guerra E, 2018).

    Las alopecias no cicatriciales motivan un número importante de consultas en atención primaria.

    Es importante saber distinguir los dos tipos de alopecias para derivar correctamente al servicio de dermatología aquellos pacientes con sospecha de alopecia cicatricial.

    Entendemos la alopecia areata como aquella entidad recurrente, inmunomediada, en la cual existe una pérdida circunscrita de pelo de morfología ovalada o redondeada y que puede afectar tanto al cuero cabelludo como al resto del área corporal donde exista vello. Su curso es impredecible. Hasta en el 80% de los pacientes se producirá repoblación capilar en el primer año, pudiéndose producir de nuevo la caída del cabello en cualquier momento. No existe inflamación evidente de la piel perjudicada, sin afectación del folículo piloso y, por tanto, el pelo puede volver a crecer (Juárez-Rendón KJ, 2017).

    Etiopatogenia y epidemiología

    La etiología no es del todo conocida. Se considera una entidad de origen autoinmune, mediada por linfocitos T autorreactivos. El estudio de los factores genéticos ha demostrado un mayor riesgo de aparición en aquellos pacientes con familiares de primer grado afectos (riesgo de aparición 5,7-7,1% en comparación con la población general, 2%) (Juárez-Rendón KJ, 2017).

    En el examen histológico se observan infiltrados de células inflamatorias alrededor de la región bulbar de los folículos capilares. La diferenciación del tallo piloso es una parte fundamental para el crecimiento del cabello y es, en esta parte, donde los cambios inflamatorios conducen a una degeneración vacuolar de los folículos en fase anágena, afectando en última instancia a la fuerza/consistencia del tallo piloso (Minokawa Y, 2022).

    Los cambios inflamatorios en el folículo capilar conducen hacia las fases catágena y telógena precoces, concluyendo en una nueva fase anágena distrófica. Mientras exista actividad inflamatoria los nuevos folículos no progresan de dicha fase anágena distrófica y no generan pelo normal, presentándose, en última instancia, los parches alopécicos característicos. Dichos cambios inflamatorios no afectarían al precursor folicular localizado en el bulbo, siendo, por lo tanto, de carácter reversible (Zhou C, 2021).

    Afecta al 2% de la población general, según datos derivados de estudios poblaciones realizados en Estados Unidos. En cuanto a la distribución por sexo o etnia, no existen diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la edad de inicio, la duración o el tipo de alopecia areata. Algunos estudios sí han identificado ciertas diferencias relevantes en otros aspectos, como, por ejemplo, mayores tasas de afectación ungueal y enfermedades autoinmunes concomitantes (especialmente enfermedad tiroidea) en mujeres (Kinoshita-Ise M, 2019).

    Al estratificar por edad, los pacientes que presentan este trastorno tienen una edad media en el primer episodio de entre 25-36 años, siendo el grupo de 21 a 40 años el que presenta una mayor prevalencia, seguido por el grupo de 1 a 20 años de edad. Es decir, es una afectación que aparece mayoritariamente en pacientes jóvenes, con un debut más precoz en mujeres. La edad de inicio se correlaciona con el grado de severidad de pérdida de cabello, siendo más grave a edades más tempranas. La alopecia totalis y la alopecia universalis, que representan el 7,3% de los casos de alopecia areata, ocurren antes de los 30 años (Lee HH, 2020).

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    Fecha de revisión: 21/10/2024

    ¿De qué hablamos?


    Definición

    Es importante destacar que el crecimiento fisiológico del cabello desarrolla un ciclo biológico para cada folículo que consta de 3 etapas diferenciadas:
    • Fase anágena: primera etapa o etapa de crecimiento, con duración de 2 a 6 años, manteniéndose en esta etapa el 90% de los cabellos.
    • Fase catágena: segunda etapa o etapa de involución, se produce la separación la papila dérmica de la matriz del cabello, con una duración de 3 semanas.
    • Fase telógena: última etapa o fase de reposo, que corresponde a la caída del cabello. Presenta una duración de entre 3 y 4 meses y, en condiciones fisiológicas, la pérdida de cabello es inferior a los 100 cabellos al día. Al final de este ciclo vuelve a iniciarse un nuevo ciclo de crecimiento.
    Definimos la alopecia como la pérdida o disminución de pelo de cualquier tipo y en cualquier lugar de la superficie cutánea. Según existan o no signos clínicos de inflamación, cicatrización o atrofia, que condicionan el carácter reversible o irreversible de la misma, se clasifica en dos grandes grupos: alopecias cicatriciales y alopecias no cicatriciales (González-Guerra E, 2018).

    Las alopecias no cicatriciales motivan un número importante de consultas en atención primaria.

    Es importante saber distinguir los dos tipos de alopecias para derivar correctamente al servicio de dermatología aquellos pacientes con sospecha de alopecia cicatricial.

    Entendemos la alopecia areata como aquella entidad recurrente, inmunomediada, en la cual existe una pérdida circunscrita de pelo de morfología ovalada o redondeada y que puede afectar tanto al cuero cabelludo como al resto del área corporal donde exista vello. Su curso es impredecible. Hasta en el 80% de los pacientes se producirá repoblación capilar en el primer año, pudiéndose producir de nuevo la caída del cabello en cualquier momento. No existe inflamación evidente de la piel perjudicada, sin afectación del folículo piloso y, por tanto, el pelo puede volver a crecer (Juárez-Rendón KJ, 2017).

    Etiopatogenia y epidemiología

    La etiología no es del todo conocida. Se considera una entidad de origen autoinmune, mediada por linfocitos T autorreactivos. El estudio de los factores genéticos ha demostrado un mayor riesgo de aparición en aquellos pacientes con familiares de primer grado afectos (riesgo de aparición 5,7-7,1% en comparación con la población general, 2%) (Juárez-Rendón KJ, 2017).

    En el examen histológico se observan infiltrados de células inflamatorias alrededor de la región bulbar de los folículos capilares. La diferenciación del tallo piloso es una parte fundamental para el crecimiento del cabello y es, en esta parte, donde los cambios inflamatorios conducen a una degeneración vacuolar de los folículos en fase anágena, afectando en última instancia a la fuerza/consistencia del tallo piloso (Minokawa Y, 2022).

    Los cambios inflamatorios en el folículo capilar conducen hacia las fases catágena y telógena precoces, concluyendo en una nueva fase anágena distrófica. Mientras exista actividad inflamatoria los nuevos folículos no progresan de dicha fase anágena distrófica y no generan pelo normal, presentándose, en última instancia, los parches alopécicos característicos. Dichos cambios inflamatorios no afectarían al precursor folicular localizado en el bulbo, siendo, por lo tanto, de carácter reversible (Zhou C, 2021).

    Afecta al 2% de la población general, según datos derivados de estudios poblaciones realizados en Estados Unidos. En cuanto a la distribución por sexo o etnia, no existen diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la edad de inicio, la duración o el tipo de alopecia areata. Algunos estudios sí han identificado ciertas diferencias relevantes en otros aspectos, como, por ejemplo, mayores tasas de afectación ungueal y enfermedades autoinmunes concomitantes (especialmente enfermedad tiroidea) en mujeres (Kinoshita-Ise M, 2019).

    Al estratificar por edad, los pacientes que presentan este trastorno tienen una edad media en el primer episodio de entre 25-36 años, siendo el grupo de 21 a 40 años el que presenta una mayor prevalencia, seguido por el grupo de 1 a 20 años de edad. Es decir, es una afectación que aparece mayoritariamente en pacientes jóvenes, con un debut más precoz en mujeres. La edad de inicio se correlaciona con el grado de severidad de pérdida de cabello, siendo más grave a edades más tempranas. La alopecia totalis y la alopecia universalis, que representan el 7,3% de los casos de alopecia areata, ocurren antes de los 30 años (Lee HH, 2020).

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