Trastornos de insomnio
Fecha de la última revisión: 18/08/2016
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¿De qué hablamos?
El insomnio es una de las quejas de malestar más frecuentes en una consulta médica, bien como síntoma principal, o asociado a otras condiciones diversas (Bonnet MH, 2016 a).
El insomnio es la dificultad (“insatisfacción” dice textualmente el sistema de clasificación DSM-5) para conciliar, mantener el sueño, o despertar más temprano de lo esperable. O simplemente, consiste otras veces en despertar con la impresión de no haber tenido un sueño reparador, levantándose con la sensación de fatiga e irritabilidad (Buysse DJ, 2013).
En este sentido, insomnio hace referencia a la “insatisfacción” o disconformidad personal del paciente con la calidad y/o cantidad de su sueño, y esto ha de ocurrir durante al menos tres meses, con un mínimo de tres días a la semana en esos tres o más meses, para poder ser diagnosticado (criterio A de los criterios diagnósticos DSM-5).
En esta definición se contempla un componente subjetivo (insatisfacción, o impresión personal de un sueño escaso o poco reparador) muy importante, como elemento central de valoración diagnóstica en condiciones clínicas habituales. Aunque en algunas ocasiones la información subjetiva del paciente se puede complementar también con la de otra persona que duerma en la misma habitación. Y en condiciones de estudio experimental y en laboratorios del sueño, en algunos pacientes se pueden objetivar algunas variables comportamentales y fisiológicas asociadas al sueño (registros de polisomnografía).
Tres fuentes de información:
- La descripción subjetiva del propio paciente, calidad y cantidad de sueño.
- La descripción de un observador externo que sea testigo de cómo duerme el paciente.
- Sueño observado y con registro de variables psicofisiológicas en laboratorios de sueño.
El resto de criterios de diagnóstico DSM-5 para los “Trastornos de Insomnio” señalan que las alteraciones del sueño en el paciente llevan durante a la vivencia de un malestar significativo por su parte. No se trata solo de la calidad y cantidad del sueño en sí sino de la repercusión del sueño en el estado general anímico del paciente en vigilia.
Por la falta de sueño o mala calidad de éste, hay un malestar, y hay un deterioro en el comportamiento y rendimiento diurnos (social, académico, laboral, etc.). Por no dormir satisfactoriamente puede haber repercusiones en la actividad diurna: irritabilidad; cansancio; falta de concentración y déficits de memoria; disminución de energía, motivación e iniciativa; somnolencia; y puede darse un deterioro de la actividad laboral, social o de otros ámbitos de la vida de las personas.
Además de su propia repercusión patológica, el insomnio es un problema clínico con una importante comorbilidad asociada, psíquica y física (Thorpy MJ, 2012). Según el DSM-5, el 40-50% de pacientes que refieren insomnio presentan otro trastorno mental comórbido.
Las alteraciones del sueño se producen a pesar de dormir en condiciones favorables al sueño, no son atribuibles únicamente a circunstancias ajenas al sujeto que repercuten negativamente en el sueño.
Las alteraciones primarias del sueño no son atribuibles a los efectos fisiológicos que puedan producir algunas sustancias (medicamentos, tóxicos), ni a la coexistencia de enfermedades médicas o de otros trastornos mentales que lo alteren.
El trastorno de insomnio es el más prevalente entre todos los trastornos del sueño. Es más frecuente en mujeres que en hombres, en una proporción de 1,44:1 según el DSM-5. Las quejas de algún síntoma de insomnio son más frecuentes en adultos de edad mediana o avanzada. Generalmente, las dificultades para conciliar el sueño son más frecuentes en personas jóvenes, y las de mantenimiento en adultos de edad mediana y avanzada.
Se estima que los síntomas de insomnio aparecen en aproximadamente el 30-50% de la población adulta a lo largo de su vida. Según el DSM-5, alrededor de un 30% de las personas en estudios epidemiológicos poblacionales refiere algún síntoma de insomnio, y un 6-10% cumple criterios diagnósticos del trastorno de insomnio. En el 10-15% de las personas, al insomnio se añade una repercusión funcional diurna (Schutte-Rodin S, 2008).
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Autores
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Jesús Alberdi Sudupe | Médico Especialista en Psiquiatría | |
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Carlos Castro Dono | Médico Especialista en Psiquiatría | |
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Lucía Pérez Ramírez | Médico Especialista en Psiquiatría | |
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Alba Fernández Díaz | Médico Especialista en Psiquiatría |
Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña. Servizo Galego de Saúde. A Coruña. España. |
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