Síndrome de Cushing
Fecha de la última revisión: 10/08/2018
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¿De qué hablamos?
Situación de hipercortisolemia que aparece como consecuencia de la exposición crónica a glucocorticoides, bien sea de forma endógena o exógena (Pappachan JM, 2017).
La forma más frecuente es la exógena, es decir la iatrogénica, debido a la gran prescripción de glucocorticoides, incluidas las formas de tratamientos tópicos, oculares, intraarticulares, intratecales, inhalados y epidurales (Raff H, 2015).
Hay que tener en cuenta que el efecto de los glucocorticoides exógenos puede ser exacerbado por fármacos que disminuyen su metabolismo como la terapia antirretroviral (Raff H, 2015). Algunas preparaciones de plantas también podrían producirlo (Chaudhry HS, 2018).
A nivel global, se estima que la incidencia se encuentra en aproximadamente entre 0,5 y 2 casos/mill. habitantes/año y la prevalencia en torno a 39-79 casos/mill. habitantes/año (Yorke E, 2017).
Se cree que su prevalencia e incidencia está infradiagnosticada (Loriaux L, 2017).
A nivel estatal no hay muchos estudios realizados a día de hoy. Según Vázquez y Etxabe (Vázquez J, 1994), un estudio realizado en Vizcaya sobre la enfermedad de Cushing, reveló una prevalencia de 39,1 casos/mill. habitantes/año y una incidencia de nuevos casos de 2,4 casos/mill. habitantes/año. En Navarra se diagnosticaron 36 pacientes de síndrome de Cushing entre 1985 y 2010 (Pérez García L, 2012).
Hay que diferenciar la denominada enfermedad de Cushing, que es la causa más frecuente dentro de las formas endógenas, producida por un adenoma secretor de ACTH.
El síndrome de Cushing se caracteriza por una serie de síntomas no siempre presentes en todos los pacientes, varía en función de la exposición al hipercotisolismo. Clásicamente se caracteriza por diabetes, hipertensión, obesidad, plétora, hirsutismo y amenorrea. Se asocia a un mayor riesgo cardiovascular, aumento de probabilidad de enfermedad tromboembólica, enfermedades psiquiátricas y déficit cognitivo, así como mayor riesgo de infecciones graves; por lo tanto, se asocia a mayor riesgo de mortalidad (Pappachan JM, 2017; Lonser RR, 2017).
La sospecha clínica debiera constituir el primer signo de alarma a nivel de la atención primaria, un alto grado de sospecha es necesario para el screening (Yorke E, 2017).
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Autoras
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Leire Rubio Benito del Valle | Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria (1) | |
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Ana Rosa Molina Salas | Médico Especialista en Endocrinología y Nutrición (2) |
(1) OSI Bilbao Basurto. Osakidetza. Bizkaia. España. (2) Hospital Urduliz-Alfredo Espinosa. OSI Uribe. Osakidetza. Bizkaia. España. |
Conflicto de intereses: Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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