Fisterra

    Patologías estructurales del esófago: rotura esofágica

    ¿De qué hablamos?


    La rotura esofágica se caracteriza por un desgarro total de las capas mucosa y muscular del esófago debido a un aumento repentino de la presión esofágica (DeVivo A, 2022).

    Tiene una incidencia de 3,1 casos por 1.000.000 habitantes al año y una tasa de mortalidad del 13,3% que varía del 4 al 80% dependiendo del tipo de perforación y del tiempo hasta el diagnóstico (Chen S, 2020; DeVivo A, 2022).

    La tasa de mortalidad más baja se da en las perforaciones cervicales (5,9%), la intermedia (10,9%) en las torácicas y la más alta en las abdominales (13,2%) (Khaitan PG, 2022).

    Aparece en pacientes de todas las edades. Es más frecuente entre la tercera y cuarta década de la vida y afecta al doble de hombres que de mujeres (Arias-González L, 2020).

    El 46 o 60% de los casos -varía según fuentes- se debe a causas iatrogénicas y ocurre en procedimientos intervencionistas, como el tratamiento o diagnóstico endoscópico, colocación de sonda nasogástrica, intubación traumática, ecografía transesofágica, etc. (Chirica M, 2019; Chirica M, 2023; Chen S, 2020).

    La segunda causa más frecuente es la postemética (espontánea) o síndrome de Boerhaave, que se define por rotura del esófago debida a una emesis fuerte. Representa el 15% de los casos (Chirica M, 2019; Pickering O, 2021; DeVivo A, 2022; Khaitan PG, 2022).

    El término “perforación espontánea” ha sido clásicamente empleado como sinónimo del síndrome de Borhaave. Se trata de un nombre inapropiado, puesto que tales perforaciones ocurren solo como resultado de eventos eméticos (Khaitan PG, 2022).

    Otras causas incluyen traumatismos quirúrgicos y externos, neoplasias malignas, infecciones, cuerpos extraños, ingestión de caústicos (Chen S, 2020; DeVivo A, 2022) o enfermedades sistémicas, como la esofagitis eosinofílica (Arias-González L, 2020).

    ¿Cómo se manifiesta?

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    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cómo se trata?

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Patologías estructurales del esófago: rotura esofágica

    Fecha de revisión: 15/04/2024
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La rotura esofágica se caracteriza por un desgarro total de las capas mucosa y muscular del esófago debido a un aumento repentino de la presión esofágica (DeVivo A, 2022).

    Tiene una incidencia de 3,1 casos por 1.000.000 habitantes al año y una tasa de mortalidad del 13,3% que varía del 4 al 80% dependiendo del tipo de perforación y del tiempo hasta el diagnóstico (Chen S, 2020; DeVivo A, 2022).

    La tasa de mortalidad más baja se da en las perforaciones cervicales (5,9%), la intermedia (10,9%) en las torácicas y la más alta en las abdominales (13,2%) (Khaitan PG, 2022).

    Aparece en pacientes de todas las edades. Es más frecuente entre la tercera y cuarta década de la vida y afecta al doble de hombres que de mujeres (Arias-González L, 2020).

    El 46 o 60% de los casos -varía según fuentes- se debe a causas iatrogénicas y ocurre en procedimientos intervencionistas, como el tratamiento o diagnóstico endoscópico, colocación de sonda nasogástrica, intubación traumática, ecografía transesofágica, etc. (Chirica M, 2019; Chirica M, 2023; Chen S, 2020).

    La segunda causa más frecuente es la postemética (espontánea) o síndrome de Boerhaave, que se define por rotura del esófago debida a una emesis fuerte. Representa el 15% de los casos (Chirica M, 2019; Pickering O, 2021; DeVivo A, 2022; Khaitan PG, 2022).

    El término “perforación espontánea” ha sido clásicamente empleado como sinónimo del síndrome de Borhaave. Se trata de un nombre inapropiado, puesto que tales perforaciones ocurren solo como resultado de eventos eméticos (Khaitan PG, 2022).

    Otras causas incluyen traumatismos quirúrgicos y externos, neoplasias malignas, infecciones, cuerpos extraños, ingestión de caústicos (Chen S, 2020; DeVivo A, 2022) o enfermedades sistémicas, como la esofagitis eosinofílica (Arias-González L, 2020).

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    ¿De qué hablamos?


    La rotura esofágica se caracteriza por un desgarro total de las capas mucosa y muscular del esófago debido a un aumento repentino de la presión esofágica (DeVivo A, 2022).

    Tiene una incidencia de 3,1 casos por 1.000.000 habitantes al año y una tasa de mortalidad del 13,3% que varía del 4 al 80% dependiendo del tipo de perforación y del tiempo hasta el diagnóstico (Chen S, 2020; DeVivo A, 2022).

    La tasa de mortalidad más baja se da en las perforaciones cervicales (5,9%), la intermedia (10,9%) en las torácicas y la más alta en las abdominales (13,2%) (Khaitan PG, 2022).

    Aparece en pacientes de todas las edades. Es más frecuente entre la tercera y cuarta década de la vida y afecta al doble de hombres que de mujeres (Arias-González L, 2020).

    El 46 o 60% de los casos -varía según fuentes- se debe a causas iatrogénicas y ocurre en procedimientos intervencionistas, como el tratamiento o diagnóstico endoscópico, colocación de sonda nasogástrica, intubación traumática, ecografía transesofágica, etc. (Chirica M, 2019; Chirica M, 2023; Chen S, 2020).

    La segunda causa más frecuente es la postemética (espontánea) o síndrome de Boerhaave, que se define por rotura del esófago debida a una emesis fuerte. Representa el 15% de los casos (Chirica M, 2019; Pickering O, 2021; DeVivo A, 2022; Khaitan PG, 2022).

    El término “perforación espontánea” ha sido clásicamente empleado como sinónimo del síndrome de Borhaave. Se trata de un nombre inapropiado, puesto que tales perforaciones ocurren solo como resultado de eventos eméticos (Khaitan PG, 2022).

    Otras causas incluyen traumatismos quirúrgicos y externos, neoplasias malignas, infecciones, cuerpos extraños, ingestión de caústicos (Chen S, 2020; DeVivo A, 2022) o enfermedades sistémicas, como la esofagitis eosinofílica (Arias-González L, 2020).

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