Fisterra

    Mononucleosis infecciosa

    ¿De qué hablamos?


    La mononucleosis infecciosa (MI) es una infección cuyo agente causal principal (90%) es el virus de Epstein-Barr (VEB), también conocido como el virus del herpes humano 4. Otros patógenos (citomegalovirus, el virus de la roséola, adenovirus, hepatitis A, VIH, toxoplasma) están implicados en porcentajes más bajos de casos (Dumoulin A, 2018; Mohseni M, 2022).

    El término “mononucleosis infecciosa” fue acuñado por primera vez en 1920 por Sprunt y Evans. Se describió, inicialmente, por Emil Pfeiffer en 1889, como “Drüsenfieber” o fiebre glandular caracterizada por la triada clásica: fiebre, faringitis y linfadenopatías (Naughton P, 2021).

    El VEB (identificado en 1964 por Anthony Epstein e Yvonne Barr) se contagia por contacto directo entre personas, fundamentalmente, a través de la saliva, aunque se han descrito otras formas de transmisión: contacto sexual, transfusiones de sangre y trasplantes de órgano. La lactancia materna es una vía poco importante de contagio (Valero-Cedeño NJ, 2021; Naughton P, 2021; Aronson MD, 2022).

    La asociación entre el VEB y procesos linfoproliferativos, especialmente linfoma de Hodgkin y linfoma de Burkitt, está bien establecida y se ha documentado la infección por VEB como factor de riesgo para la esclerosis múltiple, probablemente relacionado con susceptibilidad genética (Fugl A, 2019; Houen G, 2021; Kanda T, 2019; Xu Y, 2021).

    Se ha relacionado el VEB con el síndrome de fatiga crónica (SFC), pero lo único evidenciado en los estudios realizados es que la infección primaria por el VEB parece ser capaz de desencadenar este síndrome, pero no es responsable de los síntomas crónicos del SFC (Sullivan L, 2022).

    A nivel mundial, más del 90% de los adultos presentan anticuerpos positivos frente al VEB. La exposición suele ocurrir en la infancia y la mayoría de los casos son asintomáticos. El periodo de incubación oscila entre 4 y 8 semanas. En países menos desarrollados y en zonas rurales la mayoría de los niños ha adquirido la enfermedad antes de los 6 años. Sin embargo, en países desarrollados y zonas urbanas la primoinfección ocurre en edades más tardías y con mayor frecuencia produce síntomas (García-Peris M, 2019; Kuri A, 2020; Naughton P, 2021).

    El diagnóstico de los casos con clínica y exploración sospechosas de MI se realiza mediante pruebas serológicas específicas para VEB. La presencia de anticuerpos heterófilos es muy específica pero poco sensible.

    El tratamiento es sintomático, y en la actualidad no existe una vacuna comercialmente disponible para prevenir la infección por el VEB (Aronson MD, 2022).

    ¿Cuál es la clínica?

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    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cómo se trata?

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    ¿Cuál es su pronóstico?

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    Bibliografía

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Mononucleosis infecciosa

    Fecha de revisión: 02/08/2022
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La mononucleosis infecciosa (MI) es una infección cuyo agente causal principal (90%) es el virus de Epstein-Barr (VEB), también conocido como el virus del herpes humano 4. Otros patógenos (citomegalovirus, el virus de la roséola, adenovirus, hepatitis A, VIH, toxoplasma) están implicados en porcentajes más bajos de casos (Dumoulin A, 2018; Mohseni M, 2022).

    El término “mononucleosis infecciosa” fue acuñado por primera vez en 1920 por Sprunt y Evans. Se describió, inicialmente, por Emil Pfeiffer en 1889, como “Drüsenfieber” o fiebre glandular caracterizada por la triada clásica: fiebre, faringitis y linfadenopatías (Naughton P, 2021).

    El VEB (identificado en 1964 por Anthony Epstein e Yvonne Barr) se contagia por contacto directo entre personas, fundamentalmente, a través de la saliva, aunque se han descrito otras formas de transmisión: contacto sexual, transfusiones de sangre y trasplantes de órgano. La lactancia materna es una vía poco importante de contagio (Valero-Cedeño NJ, 2021; Naughton P, 2021; Aronson MD, 2022).

    La asociación entre el VEB y procesos linfoproliferativos, especialmente linfoma de Hodgkin y linfoma de Burkitt, está bien establecida y se ha documentado la infección por VEB como factor de riesgo para la esclerosis múltiple, probablemente relacionado con susceptibilidad genética (Fugl A, 2019; Houen G, 2021; Kanda T, 2019; Xu Y, 2021).

    Se ha relacionado el VEB con el síndrome de fatiga crónica (SFC), pero lo único evidenciado en los estudios realizados es que la infección primaria por el VEB parece ser capaz de desencadenar este síndrome, pero no es responsable de los síntomas crónicos del SFC (Sullivan L, 2022).

    A nivel mundial, más del 90% de los adultos presentan anticuerpos positivos frente al VEB. La exposición suele ocurrir en la infancia y la mayoría de los casos son asintomáticos. El periodo de incubación oscila entre 4 y 8 semanas. En países menos desarrollados y en zonas rurales la mayoría de los niños ha adquirido la enfermedad antes de los 6 años. Sin embargo, en países desarrollados y zonas urbanas la primoinfección ocurre en edades más tardías y con mayor frecuencia produce síntomas (García-Peris M, 2019; Kuri A, 2020; Naughton P, 2021).

    El diagnóstico de los casos con clínica y exploración sospechosas de MI se realiza mediante pruebas serológicas específicas para VEB. La presencia de anticuerpos heterófilos es muy específica pero poco sensible.

    El tratamiento es sintomático, y en la actualidad no existe una vacuna comercialmente disponible para prevenir la infección por el VEB (Aronson MD, 2022).

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    ¿De qué hablamos?


    La mononucleosis infecciosa (MI) es una infección cuyo agente causal principal (90%) es el virus de Epstein-Barr (VEB), también conocido como el virus del herpes humano 4. Otros patógenos (citomegalovirus, el virus de la roséola, adenovirus, hepatitis A, VIH, toxoplasma) están implicados en porcentajes más bajos de casos (Dumoulin A, 2018; Mohseni M, 2022).

    El término “mononucleosis infecciosa” fue acuñado por primera vez en 1920 por Sprunt y Evans. Se describió, inicialmente, por Emil Pfeiffer en 1889, como “Drüsenfieber” o fiebre glandular caracterizada por la triada clásica: fiebre, faringitis y linfadenopatías (Naughton P, 2021).

    El VEB (identificado en 1964 por Anthony Epstein e Yvonne Barr) se contagia por contacto directo entre personas, fundamentalmente, a través de la saliva, aunque se han descrito otras formas de transmisión: contacto sexual, transfusiones de sangre y trasplantes de órgano. La lactancia materna es una vía poco importante de contagio (Valero-Cedeño NJ, 2021; Naughton P, 2021; Aronson MD, 2022).

    La asociación entre el VEB y procesos linfoproliferativos, especialmente linfoma de Hodgkin y linfoma de Burkitt, está bien establecida y se ha documentado la infección por VEB como factor de riesgo para la esclerosis múltiple, probablemente relacionado con susceptibilidad genética (Fugl A, 2019; Houen G, 2021; Kanda T, 2019; Xu Y, 2021).

    Se ha relacionado el VEB con el síndrome de fatiga crónica (SFC), pero lo único evidenciado en los estudios realizados es que la infección primaria por el VEB parece ser capaz de desencadenar este síndrome, pero no es responsable de los síntomas crónicos del SFC (Sullivan L, 2022).

    A nivel mundial, más del 90% de los adultos presentan anticuerpos positivos frente al VEB. La exposición suele ocurrir en la infancia y la mayoría de los casos son asintomáticos. El periodo de incubación oscila entre 4 y 8 semanas. En países menos desarrollados y en zonas rurales la mayoría de los niños ha adquirido la enfermedad antes de los 6 años. Sin embargo, en países desarrollados y zonas urbanas la primoinfección ocurre en edades más tardías y con mayor frecuencia produce síntomas (García-Peris M, 2019; Kuri A, 2020; Naughton P, 2021).

    El diagnóstico de los casos con clínica y exploración sospechosas de MI se realiza mediante pruebas serológicas específicas para VEB. La presencia de anticuerpos heterófilos es muy específica pero poco sensible.

    El tratamiento es sintomático, y en la actualidad no existe una vacuna comercialmente disponible para prevenir la infección por el VEB (Aronson MD, 2022).

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