Fisterra

    Glaucoma

    ¿De qué hablamos?


    El glaucoma es una neuropatía del nervio óptico que produce cambios estructurales en el mismo, asociado a alteración en el campo visual, inicialmente periférica, reproducible en al menos dos campimetrías (Jonas JB, 2017).

    Es una enfermedad progresiva, con edad media de diagnóstico de 70 años (Heijl A, 2012). Su prevalencia global se ha estimado para personas de entre 40 y 80 años en un 3,54% (Tham YC, 2014; Le JT, 2016; Jonas JB, 2017). Existen estudios que indican un infradiagnóstico (50%) (McMonnies CW, 2017), aunque en algunos países esta proporción se reduce al 1,2% de la población de más de 55 años (Heijl A, 2013). Es la segunda causa de ceguera después de las cataratas y la causa principal de ceguera irreversible en el mundo (Tham YC, 2014; Le JT, 2016; Jonas JB, 2017; Xu L, 2017).

    Es importante diferenciarlo de la hipertensión ocular. Aunque la elevación de la presión intraocular (PIO) es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de glaucoma, no es una condición indispensable. No todas las personas con elevación de la PIO desarrollan glaucoma ni todas las personas con glaucoma tienen hipertensión ocular, ya que con una PIO dentro del rango de normalidad se puede desarrollar glaucoma igualmente (Weinreb RN, 2014; Xu L, 2017).

    Se clasifica en (Weinreb RN, 2014; Le JT, 2016; Jonas JB, 2017; Liu B, 2018):

    • Glaucoma de ángulo abierto (GAA): es el más frecuente. El ángulo iridocorneal es normal (figura 1). Se relaciona tanto con un incremento en la producción del humor acuoso como con una disminución en su flujo de salida. Puede ser primario (asociado o no a PIO) o secundario (asociado a pseudoexfoliación, dispersión pigmentaria, uso de corticoides y traumatismos oculares, etc.).
    • Glaucoma de ángulo cerrado (GAC): el ángulo está obstruido (figura 1), el drenaje de la cámara anterior no es posible, la PIO aumenta rápidamente y se produce daño en el nervio óptico. Puede ser primario (agudo [GACA] y crónico [GACC]) o secundario (neovascular, por prolapso o subluxación de lentes, presencia de hemorragias supracoroideas, tumores de polo posterior que desplazan el iris, uveítis tras cirugía, etc.).
    • Glaucomas congénitos: son la minoría de los casos. Se desarrollan antes de los 3-5 años de vida, asociados a patología exclusivamente ocular (aniridia), o bien ocular y sistémica (síndrome de Axenfeld-Rieger, síndrome de Sturge-Weber, disgenesia segmentaria anterior, etc.)(Ghate D, 2015).

    Figura 1
    Un líquido claro se forma constantemente en la cámara anterior y sale de la cámara por el ángulo abierto que forman el iris y la córnea.
    Son factores de riesgo para su desarrollo (McMonnies CW, 2017; Jonas JB, 2017):

    • Edad: es el factor más importante. Su prevalencia, en población europea de más de 40 años, se estima en un 2% y se eleva al 6% en mayores de 70 (Liu B, 2018).
    • PIO: es el factor más importante para el desarrollo de GAA y el único que puede ser tratado (Zhang L, 2017; Liu B, 2018). Su única presencia no es diagnóstica: puede existir glaucoma con PIO normal (Heijl A, 2012). El límite alto de normalidad se establece, por consenso, en 21 mmHg (Michelessi M, 2014). El riesgo de desarrollarlo se incrementa por 10 con valores superiores o iguales a 24 mmHg y por 40 cuando la PIO es superior a 30 mmHg.
    • Raza: el GAA es más frecuente en pacientes de origen africano en quienes puede desarrollarse a partir de los 40 años. En la raza caucásica, el daño en el nervio óptico es infrecuente antes de los 50 años. Las personas de origen asiático presentan más frecuentemente GAC.
    • Historia familiar: los familiares de primer grado tienen un riesgo de 3-5 veces mayor que la población general de desarrollarlo.
    • Factores oculares: la miopía, presencia de córnea delgada y el síndrome de pseudoexfoliación con PIO elevada se consideran factores de riesgo de desarrollo de GAA. Este último, lo es también para su progresión. La hipermetropía se considera factor de riesgo para GAC.
    • Otros factores:
      • Existen evidencias que sugieren que el uso de corticoides durante más de 4 semanas, en cualquier formulación, incrementa el riesgo, posiblemente a través de aumento de la PIO.
      • No existe correlación entre la presión arterial y el desarrollo de glaucoma, sin embargo estudios recientes muestran su asociación con enfermedades cardiovasculares.
      • No existen suficientes evidencias para relacionarlo con la presencia de migraña ni enfermedad de Raynaud.
      • No existen evidencias para considerar a la diabetes un factor de riesgo para su desarrollo.
      • Su asociación con el síndrome de apnea del sueño es incierta.
      • Alguna evidencia sugiere mayor prevalencia de GAA primario en varones y de GAC en mujeres.

    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cómo se trata?

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    ¿Cuándo derivar?

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autoras

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Glaucoma

    Fecha de revisión: 19/04/2018
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    El glaucoma es una neuropatía del nervio óptico que produce cambios estructurales en el mismo, asociado a alteración en el campo visual, inicialmente periférica, reproducible en al menos dos campimetrías (Jonas JB, 2017).

    Es una enfermedad progresiva, con edad media de diagnóstico de 70 años (Heijl A, 2012). Su prevalencia global se ha estimado para personas de entre 40 y 80 años en un 3,54% (Tham YC, 2014; Le JT, 2016; Jonas JB, 2017). Existen estudios que indican un infradiagnóstico (50%) (McMonnies CW, 2017), aunque en algunos países esta proporción se reduce al 1,2% de la población de más de 55 años (Heijl A, 2013). Es la segunda causa de ceguera después de las cataratas y la causa principal de ceguera irreversible en el mundo (Tham YC, 2014; Le JT, 2016; Jonas JB, 2017; Xu L, 2017).

    Es importante diferenciarlo de la hipertensión ocular. Aunque la elevación de la presión intraocular (PIO) es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de glaucoma, no es una condición indispensable. No todas las personas con elevación de la PIO desarrollan glaucoma ni todas las personas con glaucoma tienen hipertensión ocular, ya que con una PIO dentro del rango de normalidad se puede desarrollar glaucoma igualmente (Weinreb RN, 2014; Xu L, 2017).

    Se clasifica en (Weinreb RN, 2014; Le JT, 2016; Jonas JB, 2017; Liu B, 2018):

    • Glaucoma de ángulo abierto (GAA): es el más frecuente. El ángulo iridocorneal es normal (figura 1). Se relaciona tanto con un incremento en la producción del humor acuoso como con una disminución en su flujo de salida. Puede ser primario (asociado o no a PIO) o secundario (asociado a pseudoexfoliación, dispersión pigmentaria, uso de corticoides y traumatismos oculares, etc.).
    • Glaucoma de ángulo cerrado (GAC): el ángulo está obstruido (figura 1), el drenaje de la cámara anterior no es posible, la PIO aumenta rápidamente y se produce daño en el nervio óptico. Puede ser primario (agudo [GACA] y crónico [GACC]) o secundario (neovascular, por prolapso o subluxación de lentes, presencia de hemorragias supracoroideas, tumores de polo posterior que desplazan el iris, uveítis tras cirugía, etc.).
    • Glaucomas congénitos: son la minoría de los casos. Se desarrollan antes de los 3-5 años de vida, asociados a patología exclusivamente ocular (aniridia), o bien ocular y sistémica (síndrome de Axenfeld-Rieger, síndrome de Sturge-Weber, disgenesia segmentaria anterior, etc.)(Ghate D, 2015).

    Figura 1
    Un líquido claro se forma constantemente en la cámara anterior y sale de la cámara por el ángulo abierto que forman el iris y la córnea.
    Son factores de riesgo para su desarrollo (McMonnies CW, 2017; Jonas JB, 2017):

    • Edad: es el factor más importante. Su prevalencia, en población europea de más de 40 años, se estima en un 2% y se eleva al 6% en mayores de 70 (Liu B, 2018).
    • PIO: es el factor más importante para el desarrollo de GAA y el único que puede ser tratado (Zhang L, 2017; Liu B, 2018). Su única presencia no es diagnóstica: puede existir glaucoma con PIO normal (Heijl A, 2012). El límite alto de normalidad se establece, por consenso, en 21 mmHg (Michelessi M, 2014). El riesgo de desarrollarlo se incrementa por 10 con valores superiores o iguales a 24 mmHg y por 40 cuando la PIO es superior a 30 mmHg.
    • Raza: el GAA es más frecuente en pacientes de origen africano en quienes puede desarrollarse a partir de los 40 años. En la raza caucásica, el daño en el nervio óptico es infrecuente antes de los 50 años. Las personas de origen asiático presentan más frecuentemente GAC.
    • Historia familiar: los familiares de primer grado tienen un riesgo de 3-5 veces mayor que la población general de desarrollarlo.
    • Factores oculares: la miopía, presencia de córnea delgada y el síndrome de pseudoexfoliación con PIO elevada se consideran factores de riesgo de desarrollo de GAA. Este último, lo es también para su progresión. La hipermetropía se considera factor de riesgo para GAC.
    • Otros factores:
      • Existen evidencias que sugieren que el uso de corticoides durante más de 4 semanas, en cualquier formulación, incrementa el riesgo, posiblemente a través de aumento de la PIO.
      • No existe correlación entre la presión arterial y el desarrollo de glaucoma, sin embargo estudios recientes muestran su asociación con enfermedades cardiovasculares.
      • No existen suficientes evidencias para relacionarlo con la presencia de migraña ni enfermedad de Raynaud.
      • No existen evidencias para considerar a la diabetes un factor de riesgo para su desarrollo.
      • Su asociación con el síndrome de apnea del sueño es incierta.
      • Alguna evidencia sugiere mayor prevalencia de GAA primario en varones y de GAC en mujeres.

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    Fecha de revisión: 19/04/2018

    ¿De qué hablamos?


    El glaucoma es una neuropatía del nervio óptico que produce cambios estructurales en el mismo, asociado a alteración en el campo visual, inicialmente periférica, reproducible en al menos dos campimetrías (Jonas JB, 2017).

    Es una enfermedad progresiva, con edad media de diagnóstico de 70 años (Heijl A, 2012). Su prevalencia global se ha estimado para personas de entre 40 y 80 años en un 3,54% (Tham YC, 2014; Le JT, 2016; Jonas JB, 2017). Existen estudios que indican un infradiagnóstico (50%) (McMonnies CW, 2017), aunque en algunos países esta proporción se reduce al 1,2% de la población de más de 55 años (Heijl A, 2013). Es la segunda causa de ceguera después de las cataratas y la causa principal de ceguera irreversible en el mundo (Tham YC, 2014; Le JT, 2016; Jonas JB, 2017; Xu L, 2017).

    Es importante diferenciarlo de la hipertensión ocular. Aunque la elevación de la presión intraocular (PIO) es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de glaucoma, no es una condición indispensable. No todas las personas con elevación de la PIO desarrollan glaucoma ni todas las personas con glaucoma tienen hipertensión ocular, ya que con una PIO dentro del rango de normalidad se puede desarrollar glaucoma igualmente (Weinreb RN, 2014; Xu L, 2017).

    Se clasifica en (Weinreb RN, 2014; Le JT, 2016; Jonas JB, 2017; Liu B, 2018):

    • Glaucoma de ángulo abierto (GAA): es el más frecuente. El ángulo iridocorneal es normal (figura 1). Se relaciona tanto con un incremento en la producción del humor acuoso como con una disminución en su flujo de salida. Puede ser primario (asociado o no a PIO) o secundario (asociado a pseudoexfoliación, dispersión pigmentaria, uso de corticoides y traumatismos oculares, etc.).
    • Glaucoma de ángulo cerrado (GAC): el ángulo está obstruido (figura 1), el drenaje de la cámara anterior no es posible, la PIO aumenta rápidamente y se produce daño en el nervio óptico. Puede ser primario (agudo [GACA] y crónico [GACC]) o secundario (neovascular, por prolapso o subluxación de lentes, presencia de hemorragias supracoroideas, tumores de polo posterior que desplazan el iris, uveítis tras cirugía, etc.).
    • Glaucomas congénitos: son la minoría de los casos. Se desarrollan antes de los 3-5 años de vida, asociados a patología exclusivamente ocular (aniridia), o bien ocular y sistémica (síndrome de Axenfeld-Rieger, síndrome de Sturge-Weber, disgenesia segmentaria anterior, etc.)(Ghate D, 2015).

    Figura 1
    Un líquido claro se forma constantemente en la cámara anterior y sale de la cámara por el ángulo abierto que forman el iris y la córnea.
    Son factores de riesgo para su desarrollo (McMonnies CW, 2017; Jonas JB, 2017):

    • Edad: es el factor más importante. Su prevalencia, en población europea de más de 40 años, se estima en un 2% y se eleva al 6% en mayores de 70 (Liu B, 2018).
    • PIO: es el factor más importante para el desarrollo de GAA y el único que puede ser tratado (Zhang L, 2017; Liu B, 2018). Su única presencia no es diagnóstica: puede existir glaucoma con PIO normal (Heijl A, 2012). El límite alto de normalidad se establece, por consenso, en 21 mmHg (Michelessi M, 2014). El riesgo de desarrollarlo se incrementa por 10 con valores superiores o iguales a 24 mmHg y por 40 cuando la PIO es superior a 30 mmHg.
    • Raza: el GAA es más frecuente en pacientes de origen africano en quienes puede desarrollarse a partir de los 40 años. En la raza caucásica, el daño en el nervio óptico es infrecuente antes de los 50 años. Las personas de origen asiático presentan más frecuentemente GAC.
    • Historia familiar: los familiares de primer grado tienen un riesgo de 3-5 veces mayor que la población general de desarrollarlo.
    • Factores oculares: la miopía, presencia de córnea delgada y el síndrome de pseudoexfoliación con PIO elevada se consideran factores de riesgo de desarrollo de GAA. Este último, lo es también para su progresión. La hipermetropía se considera factor de riesgo para GAC.
    • Otros factores:
      • Existen evidencias que sugieren que el uso de corticoides durante más de 4 semanas, en cualquier formulación, incrementa el riesgo, posiblemente a través de aumento de la PIO.
      • No existe correlación entre la presión arterial y el desarrollo de glaucoma, sin embargo estudios recientes muestran su asociación con enfermedades cardiovasculares.
      • No existen suficientes evidencias para relacionarlo con la presencia de migraña ni enfermedad de Raynaud.
      • No existen evidencias para considerar a la diabetes un factor de riesgo para su desarrollo.
      • Su asociación con el síndrome de apnea del sueño es incierta.
      • Alguna evidencia sugiere mayor prevalencia de GAA primario en varones y de GAC en mujeres.

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