Fisterra

    Menorragia

    ¿De qué hablamos?


    La menorragia o sangrado menstrual abundante se ha definido como la pérdida de menstrual igual o mayor de 80 ml. Sin embargo, en la práctica es difícil realizar esta medición y por consenso se ha determinado considerarla como la percepción de sangrado excesivo durante el periodo menstrual regular que interfiere tanto en el terreno físico, emocional, social y material de la calidad de vida de la mujer que lo padece. Puede ocurrir de forma aislada o asociada a otros síntomas como anemia ferropénica, presente en dos tercios de las pacientes, o dismenorrea (Fraser IS, 2011; Cheong Y, 2017; Duckitt K, 2015).

    Es el motivo de consulta ginecológico más frecuente en la edad reproductiva y supone hasta el 5% de las visitas de mujeres entre 30-45 años en atención primaria (Davies J, 2017). Su prevalencia es muy variable en función de los estudios: entre el 14-25% de las mujeres en el periodo de la menarquia a la menopausia sufren menstruaciones irregulares o menorragia, pueden ser frecuentes en la adolescencia y cerca del 30-35% durante los 25-44 años (Sweet MG, 2012; Cheong Y, 2017).

    Entre las causas que explican la etiología, se ha descrito una posible alteración en la producción local de prostaglandinas que también puede darse en presencia de miomas, pólipos endometriales, fibromas submucosos, dispositivos intrauterinos (DIU) y con menor frecuencia, cáncer. A veces por infecciones locales, o enfermedades sistémicas: hipotiroidismo, insuficiencia renal, hepatopatía en fases avanzadas o enfermedades hematológicas y de éstas, la más frecuente es la enfermedad de Von Willebrand (VW), con una prevalencia del 13% y mayor en adolescentes. En cerca del 50% de las mujeres con menorragia no se encuentra la causa desencadenante (Davies J, 2017; Uhm S, 2014; Sweet MG, 2012; Pinkerton JV, 2011).

    La Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, utiliza las siglas PALM-COEIN para describir las causas más importantes de menorragia: pólipo, adenomiosis, leiomioma, malignidad e hiperplasia; coagulopatía, disfunción ovulatoria, endometrial, iatrogénica y de causa no conocida, las primeras pueden diagnosticarse con pruebas de imagen e histológicas y las segundas sin ellas (Davies J, 2017).

    El sangrado disfuncional uterino es un término ambiguo que se utiliza para definir el sangrado menstrual abundante sin causa estructural objetivable que la origine (patología pélvica, fármacos, enfermedades sistémicas o embarazo) y suele clasificarse en tres grupos: alteraciones de origen endometrial que afectan a los mecanismos de regularización del volumen de sangrado menstrual, alteraciones en el eje hipotalámo-pituitaria-ovario y alteraciones en la hemostasia. Con frecuencia son ciclos menstruales anovulatorios (Fraser IS, 2011; Bradley LD, 2011; Critchley HO, 2011).

    Por el momento no se ha podido observar de forma concluyente una prevalencia mayor de cáncer de endometrio o de hiperplasia atípica endometrial en mujeres premenopáusicas con menorragia (Pennant ME, 2017).

    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cuándo derivar?

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    ¿Cuál es su tratamiento?

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autoras

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Menorragia

    Fecha de revisión: 13/03/2018
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La menorragia o sangrado menstrual abundante se ha definido como la pérdida de menstrual igual o mayor de 80 ml. Sin embargo, en la práctica es difícil realizar esta medición y por consenso se ha determinado considerarla como la percepción de sangrado excesivo durante el periodo menstrual regular que interfiere tanto en el terreno físico, emocional, social y material de la calidad de vida de la mujer que lo padece. Puede ocurrir de forma aislada o asociada a otros síntomas como anemia ferropénica, presente en dos tercios de las pacientes, o dismenorrea (Fraser IS, 2011; Cheong Y, 2017; Duckitt K, 2015).

    Es el motivo de consulta ginecológico más frecuente en la edad reproductiva y supone hasta el 5% de las visitas de mujeres entre 30-45 años en atención primaria (Davies J, 2017). Su prevalencia es muy variable en función de los estudios: entre el 14-25% de las mujeres en el periodo de la menarquia a la menopausia sufren menstruaciones irregulares o menorragia, pueden ser frecuentes en la adolescencia y cerca del 30-35% durante los 25-44 años (Sweet MG, 2012; Cheong Y, 2017).

    Entre las causas que explican la etiología, se ha descrito una posible alteración en la producción local de prostaglandinas que también puede darse en presencia de miomas, pólipos endometriales, fibromas submucosos, dispositivos intrauterinos (DIU) y con menor frecuencia, cáncer. A veces por infecciones locales, o enfermedades sistémicas: hipotiroidismo, insuficiencia renal, hepatopatía en fases avanzadas o enfermedades hematológicas y de éstas, la más frecuente es la enfermedad de Von Willebrand (VW), con una prevalencia del 13% y mayor en adolescentes. En cerca del 50% de las mujeres con menorragia no se encuentra la causa desencadenante (Davies J, 2017; Uhm S, 2014; Sweet MG, 2012; Pinkerton JV, 2011).

    La Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, utiliza las siglas PALM-COEIN para describir las causas más importantes de menorragia: pólipo, adenomiosis, leiomioma, malignidad e hiperplasia; coagulopatía, disfunción ovulatoria, endometrial, iatrogénica y de causa no conocida, las primeras pueden diagnosticarse con pruebas de imagen e histológicas y las segundas sin ellas (Davies J, 2017).

    El sangrado disfuncional uterino es un término ambiguo que se utiliza para definir el sangrado menstrual abundante sin causa estructural objetivable que la origine (patología pélvica, fármacos, enfermedades sistémicas o embarazo) y suele clasificarse en tres grupos: alteraciones de origen endometrial que afectan a los mecanismos de regularización del volumen de sangrado menstrual, alteraciones en el eje hipotalámo-pituitaria-ovario y alteraciones en la hemostasia. Con frecuencia son ciclos menstruales anovulatorios (Fraser IS, 2011; Bradley LD, 2011; Critchley HO, 2011).

    Por el momento no se ha podido observar de forma concluyente una prevalencia mayor de cáncer de endometrio o de hiperplasia atípica endometrial en mujeres premenopáusicas con menorragia (Pennant ME, 2017).

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Menorragia

    Fecha de revisión: 13/03/2018

    ¿De qué hablamos?


    La menorragia o sangrado menstrual abundante se ha definido como la pérdida de menstrual igual o mayor de 80 ml. Sin embargo, en la práctica es difícil realizar esta medición y por consenso se ha determinado considerarla como la percepción de sangrado excesivo durante el periodo menstrual regular que interfiere tanto en el terreno físico, emocional, social y material de la calidad de vida de la mujer que lo padece. Puede ocurrir de forma aislada o asociada a otros síntomas como anemia ferropénica, presente en dos tercios de las pacientes, o dismenorrea (Fraser IS, 2011; Cheong Y, 2017; Duckitt K, 2015).

    Es el motivo de consulta ginecológico más frecuente en la edad reproductiva y supone hasta el 5% de las visitas de mujeres entre 30-45 años en atención primaria (Davies J, 2017). Su prevalencia es muy variable en función de los estudios: entre el 14-25% de las mujeres en el periodo de la menarquia a la menopausia sufren menstruaciones irregulares o menorragia, pueden ser frecuentes en la adolescencia y cerca del 30-35% durante los 25-44 años (Sweet MG, 2012; Cheong Y, 2017).

    Entre las causas que explican la etiología, se ha descrito una posible alteración en la producción local de prostaglandinas que también puede darse en presencia de miomas, pólipos endometriales, fibromas submucosos, dispositivos intrauterinos (DIU) y con menor frecuencia, cáncer. A veces por infecciones locales, o enfermedades sistémicas: hipotiroidismo, insuficiencia renal, hepatopatía en fases avanzadas o enfermedades hematológicas y de éstas, la más frecuente es la enfermedad de Von Willebrand (VW), con una prevalencia del 13% y mayor en adolescentes. En cerca del 50% de las mujeres con menorragia no se encuentra la causa desencadenante (Davies J, 2017; Uhm S, 2014; Sweet MG, 2012; Pinkerton JV, 2011).

    La Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, utiliza las siglas PALM-COEIN para describir las causas más importantes de menorragia: pólipo, adenomiosis, leiomioma, malignidad e hiperplasia; coagulopatía, disfunción ovulatoria, endometrial, iatrogénica y de causa no conocida, las primeras pueden diagnosticarse con pruebas de imagen e histológicas y las segundas sin ellas (Davies J, 2017).

    El sangrado disfuncional uterino es un término ambiguo que se utiliza para definir el sangrado menstrual abundante sin causa estructural objetivable que la origine (patología pélvica, fármacos, enfermedades sistémicas o embarazo) y suele clasificarse en tres grupos: alteraciones de origen endometrial que afectan a los mecanismos de regularización del volumen de sangrado menstrual, alteraciones en el eje hipotalámo-pituitaria-ovario y alteraciones en la hemostasia. Con frecuencia son ciclos menstruales anovulatorios (Fraser IS, 2011; Bradley LD, 2011; Critchley HO, 2011).

    Por el momento no se ha podido observar de forma concluyente una prevalencia mayor de cáncer de endometrio o de hiperplasia atípica endometrial en mujeres premenopáusicas con menorragia (Pennant ME, 2017).

    ¿Cómo se diagnostica?

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