Hipoglucemiante y regulador del apetito, análogo de la hormona incretina GLP-1. Aumenta de forma glucosa-dependiente la secreción pancreática de insulina, disminuye la de glucagón, enlentece el vaciado gástrico y la velocidad de absorción de glucosa de la dieta. Aumenta la sensación de saciedad y disminuye la sensación de hambre, lo que contribuye a una menor ingesta de alimentos y a una reducción del peso corporal.
En los ensayos clínicos ha mostrado un efecto clínicamente relevante en el control glucémico de pacientes con diabetes tipo 2, cuando se asociaba a otros hipoglucemiantes o en monoterapia cuando no podía utilizarse metformina. En pacientes con obesidad o sobrepeso pero sin diabetes, en un ensayo de 56 semanas, liraglutida redujo el peso en comparación con placebo (-8,4 vs -2,8 kg) y mejoró de forma modesta pero estadísticamente significativa los factores de riesgo cardiometabólicos, aunque los efectos secundarios gastrointestinales fueron de hasta el 40% y la razón más habitual de abandonos (Pi Sunyer et al, NEJM 2015).
En el estudio LEADER (Marso et al, NEJM 2016) se observó que liraglutida reducía ligeramente la morbimortalidad cardiovascular en diabéticos con enfermedad cardiovascular establecida o de alto riesgo.
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