Los síndromes mononucleósicos (SM), de forma general, son un conjunto de enfermedades con diferentes agentes causales que abarcan la mononucleosis infecciosa (con más del 90% de los casos) y otro minoritario y heterogéneo grupo donde el hallazgo común es la linfomonocitosis. A estos últimos los denominamos síndromes mononucleosis-like (Hurt C, 2007).
La mononucleosis infecciosa (MI) es una de las formas de presentación clínica de la primoinfección por el virus de Epstein-Barr (VEB), definida con una “tríada clínica”: fiebre, faringoamigdalitis aguda y poliadenopatías; llamada también tríada clásica. Lo más característico es un cuadro hematológico de linfomonocitosis superior al 50% en el recuento leucocitario diferencial. Un porcentaje que oscila entre el 10 y el 30% de células linfoides presenta en el frotis de sangre periférica rasgos atípicos (citoplasma amplio, vacuolado y basófilo, núcleo excéntrico y lobulado, que lo diferencia del linfocito normal). Este hallazgo es lo que ha justificado el término “mononucleosis”. Cuando se aplican técnicas de inmunofenotipo por citometría de flujo se puede comprobar que los linfocitos atípicos corresponden a una población policlonal T (CD8+) y natural killer (CD16+) activados. En menor medida estas atipias también ocurren con menor intensidad en los síndromes de mononuclosis-like (SML).
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