El melasma es una hipermelanosis adquirida simétrica, caracterizada por máculas hiperpigmentadas, marronáceas e irregulares, localizadas en zonas expuestas al sol, preferentemente en las mejillas, la frente, el labio superior, la nariz y la barbilla.
Es un problema relativamente común, su prevalencia varía entre 1,5% y 33,3% dependiendo de la población. Afecta más a las mujeres (90% casos), especialmente las de piel más oscura (Fitzpatrick IV-VI). Su prevalencia en el embarazo es de alrededor del 50-70% (Sarkar R, 2014).
Su causa es desconocida, aunque hay múltiples factores etiopatogénicos que han sido involucrados:
Factores genéticos: más del 40% de los pacientes tienen parientes afectados con la enfermedad (Handel AC, 2014).
Embarazo (con una prevalencia de hasta el 50%) (Ball Arefiev KL, 2012): en este caso algunos autores usan el término cloasma, aunque es preferible melasma.
Exposición intensa a los rayos UV.
Toma de anticonceptivos orales: en ocasiones desaparece al suspender su ingesta.
Terapia hormonal sustitutiva.
Terapia estrogénica en cáncer de próstata.
Disfunción tiroidea: cuatro veces más frecuente que en los controles (Grimes PE, 1995).
Cosméticos.
Fármacos fototóxicos.
Antiepilépticos: hasta un 10% pacientes que reciben fenitoína (Sarkar R, 2014).
El melasma tiene un impacto significativo en la apariencia, provoca angustia psicosocial y emocional y reduce la calidad de vida de los pacientes afectados (Handel AC, 2014).
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