La litiasis biliar es una de las patologías más frecuentes del aparato digestivo y la colecistectomía una de las intervenciones quirúrgicas abdominales más habituales (Stinton LM, 2012). Existen algunas poblaciones con mayor prevalencia, como la caucásica, la hispánica o los nativos americanos. En España se han publicado estudios que la sitúan en un 9,7%. Es más frecuente en las mujeres (11,5%) que en los varones (7,8%) (Martínez C, 1997). Estudios recientes señalan un posible aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular en estos pacientes, que se observa con mayor frecuencia en jóvenes (Olaiya MT, 2013). Los principales factores de riesgo para el desarrollo de litiasis biliar son (Stinton LM, 2012; Preiss D, 2012; Wang PI, 2012):
Edad: más frecuente a partir de los 40 años, cerca del 20% de los adultos a partir de esta edad y del 30% en los mayores de 70 años.
Sexo femenino.
Embarazo, sobre todo para el desarrollo de cálculos de colesterol, normalmente difíciles de reconocer por la similitud con los síntomas normales del embarazo. Tanto el barro biliar como los cálculos menores de 10 mm suelen desaparecer tras el parto.
Anticonceptivos orales y terapia hormonal sustitutiva con estrógenos. El efecto del estrógeno es dependiente de la dosis. Los nuevos anticonceptivos orales con una dosis baja de estrógenos no parecen aumentar la tasa de formación de cálculos biliares (Novacek G, 2006). En este caso con mayor riesgo en mujeres menores de 40 años y las que reciben una dosis mayor de 50 microgramos de estrógenos. Otros fármacos como los fibratos, las tiazidas y la ceftriaxona también se relacionan con la litiasis biliar.
Antecedentes familiares de litiasis biliar.
Obesidad, síndrome metabólico (Chen LY, 2012).
Pérdida rápida de peso (>1,5 kg/semana).
Dietas con alto contenido en grasas saturadas, hidratos de carbono o legumbres (Halilbasic E, 2013).
Nutrición parenteral.
Diabetes mellitus.
Patologías crónicas, por malabsorción de ácidos biliares o hiperproducción por hemólisis crónica, como: cirrosis hepática, enfermedad de Crohn, fibrosis quística o la anemia falciforme.
El tratamiento con estatinas se considera protector frente a la formación de cálculos biliares.
Los cálculos biliares habitualmente están formados por una mezcla de colesterol, bilirrubinato cálcico, proteínas y mucina. En función de sus compuestos predominantes se clasifican en (Stinton LM, 2012):
Cálculos de colesterol, son los más frecuentes en los países industrializados.
Cálculos de pigmento negro, formados fundamentalmente de bilirrubinato cálcico a partir de la hemólisis. Más frecuentes en enfermedades crónicas y edad avanzada.
Cálculos de pigmento marrón, formados por bilirrubina no conjugada, ácidos grasos, colesterol y mucina. Se forman a partir de infecciones bacterianas o helmínticas en el sistema biliar, son frecuentes en poblaciones orientales.
Cálculos mixtos, constan fundamentalmente de pequeñas cantidades de calcio y sales de bilirrubinato.
El empleo generalizado de la ecografía abdominal para el estudio del dolor abdominal, la enfermedad pélvica y la alteración de las enzimas hepáticas, ha provocado la identificación accidental de litiasis biliar en muchos pacientes con ausencia de los síntomas típicos de esta enfermedad. Cerca del 30% de estos casos desarrollarán síntomas a lo largo de su vida, en una proporción del 1,5-2% anual. Los pacientes sintomáticos con litiasis biliar sin tratamiento tienen una mayor probabilidad de recurrencia de síntomas, así como de complicaciones como la colecistitis, pancreatitis o coledocolitiasis (Schmidt M, 2012; Schirmer BD, 2005).
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