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Hiperhidrosis

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Índice de contenidos

¿De qué hablamos?
¿Cuántos tipos hay y con qué se relacionan?
¿Cómo se diagnostica?
¿Cómo se trata?
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¿De qué hablamos?

Se entiende por hiperhidrosis la producción de sudor de forma excesiva respecto a las necesidades fisiológicas. Afecta a casi el 3% de la población, existiendo antecedentes familiares en el 65% de los afectados (Strutton DR, 2004; Ro KM, 2002). Los pacientes que la padecen sudan excesivamente, de forma profusa y abundante ante cualquier ejercicio físico, estímulo emocional o elevación de temperatura. La hiperhidrosis disminuye la calidad de vida de los pacientes, llevándolos a reducir sus actividades públicas e incluso a algunos a desarrollar fobia social. Presentan mayor incidencia de estrés y síntomas depresivos (Gross KM, 2014). La presencia de sudoración excesiva hace que la piel esté mojada, especialmente a nivel de las axilas. En algunos pacientes el olor del sudor es desagradable (bromhidrosis), debido a la acción de las bacterias y hongos sobre la descomposición de los restos de células descamadas de la piel. En otros pacientes, en la piel de las zonas afectadas, se produce un color rosado o blanco azulado y en los casos más graves, especialmente en los pies (cuando utilizan zapatos que no transpiran) la piel aparece reblandecida, macerada, donde puede aparecer descamación, fisuras e infecciones. Por todo esto es fácil imaginarse el problema psico-social que representa. Existen tres tipos de glándulas sudoríparas en la piel: Ecrinas: son las más numerosas. Encargadas de la termorregulación, distribuidas por toda la piel. Se encuentran en mayor número en palmas, plantas y axilas. Se regulan por el neurotransmisor acetilcolina y se inhiben por la atropina.  Apocrinas: encargadas de la comunicación olfativa, localizadas en las axilas, pezones, área genital y conducto auditivo externo. Se activan con la pubertad y están reguladas por fibras nerviosas adrenérgicas. Apoecrinas: con características intermedias a las anteriores, se localizan en exclusividad en las axilas. Las glándulas sudoríparas ecrinas son activadas por el sistema nervioso simpático. Las señales son transmitidas desde el “centro termorregulador” en el hipotálamo, a través de nervios preganglionares y posganglionares simpáticos, hacia las glándulas sudoríparas. En estas sinapsis la acetilcolina es el neurotransmisor fundamental, estimulando tanto los receptores nicotínicos localizados en las sinapsis entre fibras pre y posganglionares, como los receptores muscarínicos localizados en las glándulas sudoríparas (Del Boz J, 2015). La fisiopatología de la hiperhidrosis primaria sigue siendo en gran medida desconocida, pero podría estar relacionada con una sobreestimulación de las glándulas ecrinas a través de un recorrido neurológico anómalo, en respuesta desproporcionada a diversos estímulos que eleven el nivel basal de secreción de sudor. Aunque con frecuencia la hiperhidrosis está inducida por estrés emocional, muchas veces se produce de forma espontánea e intermitente. El umbral de sudoración puede ser más bajo que el de la sudoración normal diaria, de manera que las actividades habituales son suficientes para mantener una secreción de sudor continuada. Recientemente se ha encontrado en los pacientes con hiperhidrosis primaria más receptores alfa-7 nicotínicos y de acetilcolina en los ganglios simpáticos que en la población general (De Moura Júnior NB, 2013), lo cual también podría estar en relación con la respuesta aumentada ante el mismo estímulo.

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