Durante el primer trimestre del embarazo, el testículo migra desde la región lumbar hasta el escroto, pasando a través del trayecto inguinal por el conducto peritoneovaginal, que se cierra durante el primer año de vida. Como resultado final de este proceso se genera la cavidad virtual vaginal. La vaginal es una membrana serosa que se compone de una hoja parietal que tapiza la cara interna de la pared escrotal y una hoja visceral adherida a la albugínea testicular.
El hidrocele del adulto consiste en la acumulación de líquido en la cavidad vaginal escrotal no comunicante que produce un aumento del volumen del escroto. Puede ser idiopático o adquirido (secundario a traumatismo, inflamación o tumor). El hidrocele idiopático es el más frecuente, con una incidencia que ronda 1/1.000 varones y es debido a una excesiva secreción por parte de la serosa vaginal (Lundström KJ, 2019; Wein AJ, 2012).
El hidrocele infantil es una anomalía congénita secundaria a la persistencia anómala del conducto peritoneovaginal permeable, existiendo una comunicación entre las cavidades peritoneal y vaginal que da lugar a un hidrocele comunicante (figura 1). Una amplia apertura del proceso vaginal puede permitir el paso de vísceras abdominales, resultando en una hernia sintomática (Radmayr C, 2019).
Figura 1. Persistencia anómala del conducto peritoneovaginal.
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