La hepatitis B crónica se define como una infección persistente de al menos 6 meses del virus de la hepatitis B (VHB), que se manifiesta por la presencia del antígeno de superficie del VHB (HBsAg) y del anticuerpo IgG contra el antígeno del core del VHB (anti-HBcAg), en ausencia de respuesta inmune natural (anti-HBsAg). Se estima que afecta a cerca de 250 millones de personas en todo el mundo (WGO, 2015; McMahon BJ, 2014; Tang CM, 2014).
Su prevalencia varía mucho entre países, algunos autores han observado una prevalencia global del 3,9% de la población mundial (Polaris Observatory Collaborators, 2018). Se considera alta cuando afecta a más del 8% de la población (Sudeste asiático, China, África subsahariana y algunas regiones del este de Europa), intermedia del 2 al 8% (España, algunos países de la Europa mediterránea y norte de África) y baja cuando es menor del 2% (América del norte y algunas zonas de América del sur, Australia, norte y oeste de Europa) (Terrault NA, 2018; WGO, 2015; Ott JJ, 2012). En España, al igual que en otros países desarrollados, es baja en los adultos jóvenes por los programas de vacunación, la puesta en marcha del cribado optimizado de donantes de sangre, así como por las mejoras en la esterilización de productos y derivados sanguíneos. Sin embargo, se estima que aumentará en los próximos años por la progresiva inmigración procedente de países con alta prevalencia (Rivas P, 2013; Chou R, 2014).
La mayoría de los portadores del VHB no desarrollarán manifestaciones clínicas ni alteraciones bioquímicas ni histológicas de enfermedad hepática. Entre un 15 a un 40% podrán sufrir consecuencias graves como fallo hepático agudo (0,5%), cirrosis o carcinoma hepatocelular (CHC). Alrededor del 50% de los CHC ocurren en personas infectadas por el VHB (Tang LSY, 2018). La infección crónica por el VHB, es responsable hasta del 25% de las muertes en jóvenes y niños, y del 15% de adultos por cirrosis o CHC (WGO, 2015). Algunos autores han observado una posible asociación de la exposición al virus con el desarrollo de cáncer pancreático y colangiocarcinoma (Majumder S, 2014; Li M, 2012).
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