Las hemorroides son consideradas la patología proctológica más frecuente y es uno de los trastornos más prevalentes de la población en general (Charles J, 2010). Además, son consideradas una de la causa más común de rectorragia en atención primaria (Alonso-Coello P, 2009).
Su prevalencia, en general, es difícil de precisar, pues existen pacientes que por padecer síntomas leves, o bien por pudor, no consultan esta patología. Recientes estudios sugieren un aumento en los últimos años (Lohsiriwat V, 2015), y teniendo en cuenta la edad de la población estudiada, la prevalencia oscilaría entre el 4% y el 86% (Abramowitz L, 2010).
En la actualidad, el concepto de hemorroides como varicosidades venosas se considera erróneo, pues están constituidas por arteriolas y venas con comunicaciones arteriovenosas, tejido conectivo y músculo liso. El plexo hemorroidal se sitúa a nivel del canal anal y su función no está claramente definida, pero parece estar en relación con el sellado del canal anal para mantener la continencia durante los períodos no defecatorios. Existen diferentes factores, algunos de ellos todavía hoy sin determinar, que provocan que dichas estructuras se inflamen y prolapsen a través del ano, o bien se erosionen provocando sangrado.
El 40% de la población con hemorroides permanece asintomática (Riss S, 2012). Los síntomas más frecuentes son la rectorragia, el dolor y el prurito.
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