La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es una afección del tracto genital superior de las mujeres, consecuencia de un proceso infeccioso ascendente desde la vagina y el cérvix, que provoca una inflamación en la superficie epitelial de trompas, ovarios, endometrio y/o peritoneo (Ross J, 2014; Brunham RC, 2015; Sweet RL, 2011).
Más del 85% de los casos se debe a infecciones por gérmenes de transmisión sexual (ETS) o asociadas a vaginosis bacterianas y cerca del 15% por otros gérmenes de origen respiratorio o intestinal que han colonizado los genitales (Brunham RC, 2015).
Los gérmenes más frecuentes implicados en la EIP son (CDC, 2015; Haggerty CL, 2011; Workowski KA, 2011):
Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis, microorganismos responsables de aproximadamente un tercio de los casos diagnosticados.
Mycoplasma genitalium, relacionado con procesos de cervicitis o uretritis y que puede desencadenar una EIP.
Patógenos aerobios y anaerobios que comprometen la flora bacteriana vaginal (vaginosis bacteriana) y pueden alterar la barrera endocervical favoreciendo su paso y el de otros gérmenes como Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis.
Con frecuencia cursa con signos y síntomas de poca intensidad y de forma subclínica y en muchos casos no se llega a conocer la etiología (Haggerty CL, 2011).
Los factores de riesgo están relacionados con la alteración de la barrera endocervical y los más frecuentes son (CDC, 2015; Nwokolo NC, 2016; Brunham RC, 2015):
Edad comprendida entre los 25 y los 64 años.
Relaciones sexuales con diferentes parejas sin medidas de protección.
Historia previa de infecciones de transmisión sexual en la paciente o en su pareja sexual, sin cumplimiento de tratamiento.
Inserción de DIU en las últimas 3 semanas.
Histerosalpingografía.
Fecundación in vitro.
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