La enfermedad de Crohn (EC) es un proceso inflamatorio crónico con afectación multisistémica que cursa con brotes intermitentes de inflamación y remisión. Puede afectar a todo el tracto gastrointestinal desde la boca hasta el ano y junto con la colitis ulcerosa (CU) pertenece al grupo de enfermedades inflamatorias intestinales (EII). Con mayor frecuencia se localiza en íleon distal y colon, pero hasta en un 10-15% se asocian lesiones en el tracto digestivo superior (Cosnes J, 2011; Cummings JR, 2008).
Es más frecuente en países desarrollados, en zonas urbanas y en clases sociales altas. Su prevalencia está aumentando en los últimos años, aunque varía mucho en función de los países estudiados (Gajendran M, 2017). A pesar de que puede presentarse a cualquier edad, existe un pico en la tercera década, entre el 10-15% se diagnostica por encima de los 60 años y hasta un tercio antes de los 21 años. De forma característica a mayor edad de inicio, es más común la afectación única del colon (48% en diagnosticados después de los 40 años frente al 20% antes de los 20 años). En general es una enfermedad ligeramente más frecuente en mujeres, aunque se ha observado una mayor afectación en varones en lugares donde existe una incidencia elevada de la enfermedad como en Asia (Bernstein CN, 2015; Gisbert JP, 2014; Cosnes J, 2011; López-Serrano P, 2009).
Su etiología es desconocida e intervienen factores genéticos y ambientales. El hallazgo histológico más típico, es la presencia de granulomas y a diferencia de la CU que afecta a la mucosa, la inflamación comprende todo el espesor de la pared del tubo digestivo (Bernstein CN, 2015). Las lesiones anatomopatológicas de inflamación se inician con aftas que con el tiempo se ulceran, evolucionan a estenosis o fístulas y sobrepasan el tubo digestivo. Suelen afectar a una única zona del tracto digestivo: en el momento del diagnóstico, un tercio tiene enfermedad localizada en íleon, otro en colon y el último en íleon y colon. Con frecuencia, esta localización se mantiene estable a lo largo de la enfermedad; sin embargo, el comportamiento de la inflamación empeora con los años de evolución. En ocasiones, las úlceras y las fístulas pueden detenerse o remitir de forma espontánea o con tratamiento; sin embargo, las estenosis cuando se acompañan de dilatación preestenótica suelen ser permanentes (Peyrin-Biroulet L, 2010; Cosnes J, 2011).
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