Se trata de la ingesta de un objeto o sustancia que detiene su paso en algún punto del tracto digestivo proximal. La incidencia anual es de 100.000 casos al año en Estados Unidos entre la población general y predomina en varones (1.7: 1). El 75-80% de los casos se dan en niños entre los 6 meses y los 3 años (Uyemura MC, 2005; Banerjee R, 2005; Wyllie, 2006). Los objetos más frecuentemente ingeridos en esta población son, con diferencia, las monedas, seguidos de pequeños juguetes, pilas de botón y cilíndricas. El 20-25% restante corresponde a adultos, siendo los grupos de riesgo principales los enfermos mentales, presos, portadores de prótesis dentales y pacientes con patología esofágica previa (esofagitis eosinofílica, esofagitis por reflujo, trastornos de la motilidad esofágica, estenosis, divertículos, anillos, cirugía previa, hernias paraesofágicas, tumores esofágicos, etc.). (Bolanaki H, 2011). Los objetos impactados más habituales son los bolos alimenticios sobre todo de carne, huesos, espinas de pescado, dentaduras y pastillas (Wu WT, 2011).
Suelen localizarse en estrecheces fisiológicas, como son el esfínter esofágico superior, el arco aórtico y el hiato diafragmático (Castellón Ortega J, 2000).
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