L. es una mujer de 40 años, que desde hace más de un año se queja de que casi a diario tarda más de 2 o 3 horas en conciliar el sueño, y una vez dormida se despierta varias veces a lo largo de la noche. Por las mañanas le cuesta levantarse, y cuando lo hace se encuentra cansada e irritable. En el trabajo le han llamado la atención por su falta de concentración y su enojo permanente hacia los compañeros y clientes.