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Ergometría o prueba de esfuerzo

  • Técnica

Índice de contenidos

Introducción
Metodología de la prueba de esfuerzo
Indicaciones y contraindicaciones de la prueba de esfuerzo
Interpretación de los resultados
Seguridad y complicaciones de la prueba de esfuerzo
Prueba de esfuerzo con análisis de gases espirados (ergoespirometría)
Prueba de estrés con imagen en cardiopatía isquémica
Patologías en las que se emplea la ergometría
Prueba de esfuerzo en otras poblaciones
Bibliografía
Más en la red
Autores

Introducción

La mayor parte de las ergometrías habitualmente se realizan con fines diagnósticos y/o pronósticos en pacientes adultos con cardiopatía isquémica en estudio o ya diagnosticada previamente. El fundamento del uso de las pruebas de esfuerzo en la cardiopatía isquémica es la capacidad de poner en evidencia alteraciones cardiovasculares no presentes en reposo y que pueden manifestarse con el ejercicio. Actualmente la prueba de esfuerzo tiene sus indicaciones para diferentes situaciones clínicas. Además de la valoración diagnóstica, la ergometría convencional nos permite realizar una estimación pronóstica, funcional y terapéutica del paciente isquémico. En los últimos años, el papel del Médico de Familia en el seguimiento de las diversas patologías crónicas ha ido en aumento, y la cardiopatía isquémica no ha sido una excepción, es por esta circunstancia que cada vez se hace más necesario un conocimiento mayor de la metodología e interpretación de pruebas que aunque no son solicitadas por el Médico de Familia en no pocas ocasiones los resultados de estas llegan a la consulta de este facultativo. A esta circunstancia hay que añadir el hecho de que cada vez el abanico de patologías cardíacas en las que se realiza una ergometría es mayor (insuficiencia cardíaca congestiva avanzada, hipertensión, trastornos del ritmo, cardiopatías congénitas, etc.), incluso en poblaciones de sujetos sanos (pacientes asintomáticos, atletas, discapacitados, etc.). Por los motivos anteriormente expuestos se han desarrollado diversas guías de práctica clínica que tratan de unificar criterios en la interpretación de esta clase de pruebas, como son American Collage of Cardiology/American Heart Association (ACC/AHA, 2002) Guideline Update for Exercise Testing (ACC/AHA, 2002), Guideliness for cardiac exercise testing of the European Society Working Group on Exercise Physiology, Physiopathology and Electrocardiography (ESC, 1993) y la Guía de práctica clínica de la Sociedad Española de Cardiología en pruebas de esfuerzo (Sociedad Española de Cardiología, 2000). Las directrices que presentan estas guías deben tomarse como orientativas ya que la ergometría, al igual que cualquier otra prueba diagnóstica, debe indicarse e interpretarse en el contexto clínico del paciente. Actualmente las indicaciones para la realización de ergometría se clasifican según el grado de recomendación que aconsejan las sociedades científicas anteriormente citadas en base a la evidencia disponible. Para clasificar las recomendaciones, emplean la clasificación popularizada por los consensos de (ACC/AHA, 2000): Clase I: existe evidencia y/o acuerdo general en que el procedimiento o tratamiento es útil y efectivo. Clase II: la evidencia es más discutible y/o existen divergencias en las opiniones sobre la utilidad/eficacia del procedimiento o tratamiento. Clase IIa: el peso de la evidencia/opinión está a favor de la utilidad/eficacia. Clase IIb: la utilidad/eficacia está menos fundamentada por la evidencia/opinión. Clase III: existe evidencia y/o acuerdo general en que el procedimiento o tratamiento no es útil y efectivo y en algunos casos puede ser peligroso. Palabras clave. Prueba de esfuerzo. Ergometría. Consumo de oxígeno. Atención Primaria. Guía Clínica.

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