El ictus se conoce también como accidente cerebrovascular (ACV), derrame cerebral, embolia, trombosis o apoplejía. Una persona sufre un ictus (Fig. 1) cuando un vaso sanguíneo que lleva la sangre al cerebro se tapona (ictus isquémico) o se rompe (ictus hemorrágico). El 85% de los ictus son isquémicos y el 15% son hemorrágicos.
Figura 1. Tipos de ictus: isquémico y hemorrágico.
Si la sangre no llega a una zona concreta del cerebro, las neuronas de esa zona no reciben oxígeno y pueden quedar dañadas o morir. La función de la parte del cerebro afectada puede quedar alterada de forma temporal o permanente.
El accidente cerebrovascular es una urgencia médica y es fundamental aplicar un tratamiento inmediato para reducir el daño cerebral y la posibilidad de complicaciones que puedan poner en riesgo la vida de la persona afectada.
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