Fisterra

    Ojo seco

    ¿De qué hablamos?


    El síndrome de ojo seco es una enfermedad multifactorial de la superficie ocular que consiste en la pérdida de homeostasis de la película lagrimal y que se acompaña de molestias oculares. Esto puede deberse principalmente a 3 factores: la inflamación y alteración de las estructuras de la superficie ocular, un desorden en la percepción neurosensorial a dicho nivel, o un estado de hiperosmolaridad e inestabilidad de la película lagrimal. De modo que, cada uno de ellos independientemente reflejaría la pérdida de homeostasis y podría justificar la sospecha diagnóstica (Craig JP, 2017; McMonnies CW, 2021).

    Anatómica y fisiológicamente, la unidad funcional lagrimal se compone de los siguientes elementos (Pflugfelder SC, 2020):

    • Sistema secretor: se estructura en dos partes. Una encargada de la secreción refleja ante un estímulo, formada por la glándula lagrimal principal situada en el ángulo superoexterno de la órbita, y otra encargada de la secreción basal, compuesta por las glándulas accesorias de Wolfring, Krause, Zeiss y Moll, entre otras.
    • Sistema excretor: encargado de conducir la lágrima hasta las fosas nasales. A su vez se subdivide en:
      • Puntos lagrimales: encargados de recoger la lágrima producida y situados en los bordes superior e inferior de los párpados en su extremo medial.
      • Canalículos lagrimales: conducen la lágrima a través de su porción vertical y horizontal, confluyendo y desembocando a través de la válvula de Rosenmuller en los sacos lagrimales. Hasta en un 10% de las personas dicha desembocadura tiene lugar por separado.
      • Sacos lagrimales.
      • Conductos nasolagrimales: que a través de la válvula de Hasner vierten la lágrima en meato nasal inferior.
      • Músculo orbicular: responsable del llenado de los sacos lagrimales con la oclusión palpebral.
    • Superficie ocular.
    • Párpados.
    • Sistema inmune mucoso y glandular: encargado de la respuesta inmune/inflamatoria innata y adaptativa frente a microorganismos y estímulos físicos.
    • Componente nervioso: con una vía aferente que va desde la superficie corneal hasta el sistema nervioso central, y una vía eferente desde éste a los párpados y el tejido glandular, estimulando el parpadeo y la secreción refleja.

    La película lagrimal producida se estructura en forma de bicapa, con una parte externa y otra interna, encargándose ambas de mantener una correcta hidratación y proteger la superficie ocular. La alteración de cualquiera de las capas puede dar lugar a lesiones en la superficie ocular y por tanto producir sintomatología. La bicapa se organiza de superficial a profunda en (Herbaut A, 2019; Golden MI, 2021):

    • Capa lipídica, que disminuye la evaporación de la capa más profunda, secretada por las glándulas de Meibomio, principalmente.
    • Capa mixta de composición acuosa y mucosa.

    Las alteraciones producidas en la película lagrimal son resultado de una disfunción de la unidad funcional lagrimal en alguno de sus niveles, pudiendo desembocar en la aparición de este síndrome que, por lo general, se desarrolla en dos fases:

    • Fase inicial, donde se produce una agresión por parte de un estímulo ambiental.
    • Segunda fase, donde a raíz de dicho estímulo se produce una alteración en la composición o un aumento de la evaporación de la película lagrimal, ya sea de origen metabólico, inflamatorio o neuropático, pudiendo ser demostrado o no un estado de hiperosmolaridad de la misma (Roda M, 2020).

    La prevalencia del síndrome se estima entre el 5% y el 50%, dependiendo de las comorbilidades. Se ha observado un aumento de la incidencia de 5,7 en mujeres menores de 50 años, a 9,8 en mayores de dicha edad e incluso hasta una incidencia del 75% a partir de los 75 años. Si bien, cabe destacar que se estima un infradiagnóstico de entorno al 50% de la patología en cuestión.

    La edad y el sexo femenino han demostrado ser los principales factores de riesgo. Con el envejecimiento se producen cambios degenerativos que afectan a los tres principales componentes que conforman la unidad funcional lagrimal. En cuanto a las glándulas lagrimales, se observa una atrofia progresiva de los acinos glandulares con fibrosis periductal, siendo su secreción cada vez menos eficaz. Por otro lado, también se produce una mayor laxitud del tejido palpebral y una atrofia de las glándulas de Meibomio situadas en los párpados, ocasionando alteraciones tanto cuantitativas como cualitativas en la película lagrimal. Este proceso tiene lugar de una forma más marcada en la población femenina con los cambios hormonales producidos a partir de la menopausia, explicando así el aumento de incidencia en este grupo poblacional a partir de los 50 años (Zhang X, 2020; Eom Y, 2021).

    Actualmente, con las nuevas tecnologías, estamos viviendo un incremento importante del síndrome de ojo seco en el ámbito laboral. Además, desde el inicio de la pandemia por COVID-19, se espera un incremento más acusado aún de la prevalencia de este síndrome. Por un lado, por el aumento del tiempo que la población pasa frente a las pantallas debido al teletrabajo, y por otro lado derivado del uso de mascarillas (Moshirfar M, 2020).

    ¿Cuál es su etiología?

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    ¿Cuáles son los síntomas y signos?

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    ¿Cómo se diagnostica?

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    ¿Cómo se trata?

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autores

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Ojo seco

    Fecha de revisión: 26/04/2021
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    El síndrome de ojo seco es una enfermedad multifactorial de la superficie ocular que consiste en la pérdida de homeostasis de la película lagrimal y que se acompaña de molestias oculares. Esto puede deberse principalmente a 3 factores: la inflamación y alteración de las estructuras de la superficie ocular, un desorden en la percepción neurosensorial a dicho nivel, o un estado de hiperosmolaridad e inestabilidad de la película lagrimal. De modo que, cada uno de ellos independientemente reflejaría la pérdida de homeostasis y podría justificar la sospecha diagnóstica (Craig JP, 2017; McMonnies CW, 2021).

    Anatómica y fisiológicamente, la unidad funcional lagrimal se compone de los siguientes elementos (Pflugfelder SC, 2020):

    • Sistema secretor: se estructura en dos partes. Una encargada de la secreción refleja ante un estímulo, formada por la glándula lagrimal principal situada en el ángulo superoexterno de la órbita, y otra encargada de la secreción basal, compuesta por las glándulas accesorias de Wolfring, Krause, Zeiss y Moll, entre otras.
    • Sistema excretor: encargado de conducir la lágrima hasta las fosas nasales. A su vez se subdivide en:
      • Puntos lagrimales: encargados de recoger la lágrima producida y situados en los bordes superior e inferior de los párpados en su extremo medial.
      • Canalículos lagrimales: conducen la lágrima a través de su porción vertical y horizontal, confluyendo y desembocando a través de la válvula de Rosenmuller en los sacos lagrimales. Hasta en un 10% de las personas dicha desembocadura tiene lugar por separado.
      • Sacos lagrimales.
      • Conductos nasolagrimales: que a través de la válvula de Hasner vierten la lágrima en meato nasal inferior.
      • Músculo orbicular: responsable del llenado de los sacos lagrimales con la oclusión palpebral.
    • Superficie ocular.
    • Párpados.
    • Sistema inmune mucoso y glandular: encargado de la respuesta inmune/inflamatoria innata y adaptativa frente a microorganismos y estímulos físicos.
    • Componente nervioso: con una vía aferente que va desde la superficie corneal hasta el sistema nervioso central, y una vía eferente desde éste a los párpados y el tejido glandular, estimulando el parpadeo y la secreción refleja.

    La película lagrimal producida se estructura en forma de bicapa, con una parte externa y otra interna, encargándose ambas de mantener una correcta hidratación y proteger la superficie ocular. La alteración de cualquiera de las capas puede dar lugar a lesiones en la superficie ocular y por tanto producir sintomatología. La bicapa se organiza de superficial a profunda en (Herbaut A, 2019; Golden MI, 2021):

    • Capa lipídica, que disminuye la evaporación de la capa más profunda, secretada por las glándulas de Meibomio, principalmente.
    • Capa mixta de composición acuosa y mucosa.

    Las alteraciones producidas en la película lagrimal son resultado de una disfunción de la unidad funcional lagrimal en alguno de sus niveles, pudiendo desembocar en la aparición de este síndrome que, por lo general, se desarrolla en dos fases:

    • Fase inicial, donde se produce una agresión por parte de un estímulo ambiental.
    • Segunda fase, donde a raíz de dicho estímulo se produce una alteración en la composición o un aumento de la evaporación de la película lagrimal, ya sea de origen metabólico, inflamatorio o neuropático, pudiendo ser demostrado o no un estado de hiperosmolaridad de la misma (Roda M, 2020).

    La prevalencia del síndrome se estima entre el 5% y el 50%, dependiendo de las comorbilidades. Se ha observado un aumento de la incidencia de 5,7 en mujeres menores de 50 años, a 9,8 en mayores de dicha edad e incluso hasta una incidencia del 75% a partir de los 75 años. Si bien, cabe destacar que se estima un infradiagnóstico de entorno al 50% de la patología en cuestión.

    La edad y el sexo femenino han demostrado ser los principales factores de riesgo. Con el envejecimiento se producen cambios degenerativos que afectan a los tres principales componentes que conforman la unidad funcional lagrimal. En cuanto a las glándulas lagrimales, se observa una atrofia progresiva de los acinos glandulares con fibrosis periductal, siendo su secreción cada vez menos eficaz. Por otro lado, también se produce una mayor laxitud del tejido palpebral y una atrofia de las glándulas de Meibomio situadas en los párpados, ocasionando alteraciones tanto cuantitativas como cualitativas en la película lagrimal. Este proceso tiene lugar de una forma más marcada en la población femenina con los cambios hormonales producidos a partir de la menopausia, explicando así el aumento de incidencia en este grupo poblacional a partir de los 50 años (Zhang X, 2020; Eom Y, 2021).

    Actualmente, con las nuevas tecnologías, estamos viviendo un incremento importante del síndrome de ojo seco en el ámbito laboral. Además, desde el inicio de la pandemia por COVID-19, se espera un incremento más acusado aún de la prevalencia de este síndrome. Por un lado, por el aumento del tiempo que la población pasa frente a las pantallas debido al teletrabajo, y por otro lado derivado del uso de mascarillas (Moshirfar M, 2020).

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    El síndrome de ojo seco es una enfermedad multifactorial de la superficie ocular que consiste en la pérdida de homeostasis de la película lagrimal y que se acompaña de molestias oculares. Esto puede deberse principalmente a 3 factores: la inflamación y alteración de las estructuras de la superficie ocular, un desorden en la percepción neurosensorial a dicho nivel, o un estado de hiperosmolaridad e inestabilidad de la película lagrimal. De modo que, cada uno de ellos independientemente reflejaría la pérdida de homeostasis y podría justificar la sospecha diagnóstica (Craig JP, 2017; McMonnies CW, 2021).

    Anatómica y fisiológicamente, la unidad funcional lagrimal se compone de los siguientes elementos (Pflugfelder SC, 2020):

    • Sistema secretor: se estructura en dos partes. Una encargada de la secreción refleja ante un estímulo, formada por la glándula lagrimal principal situada en el ángulo superoexterno de la órbita, y otra encargada de la secreción basal, compuesta por las glándulas accesorias de Wolfring, Krause, Zeiss y Moll, entre otras.
    • Sistema excretor: encargado de conducir la lágrima hasta las fosas nasales. A su vez se subdivide en:
      • Puntos lagrimales: encargados de recoger la lágrima producida y situados en los bordes superior e inferior de los párpados en su extremo medial.
      • Canalículos lagrimales: conducen la lágrima a través de su porción vertical y horizontal, confluyendo y desembocando a través de la válvula de Rosenmuller en los sacos lagrimales. Hasta en un 10% de las personas dicha desembocadura tiene lugar por separado.
      • Sacos lagrimales.
      • Conductos nasolagrimales: que a través de la válvula de Hasner vierten la lágrima en meato nasal inferior.
      • Músculo orbicular: responsable del llenado de los sacos lagrimales con la oclusión palpebral.
    • Superficie ocular.
    • Párpados.
    • Sistema inmune mucoso y glandular: encargado de la respuesta inmune/inflamatoria innata y adaptativa frente a microorganismos y estímulos físicos.
    • Componente nervioso: con una vía aferente que va desde la superficie corneal hasta el sistema nervioso central, y una vía eferente desde éste a los párpados y el tejido glandular, estimulando el parpadeo y la secreción refleja.

    La película lagrimal producida se estructura en forma de bicapa, con una parte externa y otra interna, encargándose ambas de mantener una correcta hidratación y proteger la superficie ocular. La alteración de cualquiera de las capas puede dar lugar a lesiones en la superficie ocular y por tanto producir sintomatología. La bicapa se organiza de superficial a profunda en (Herbaut A, 2019; Golden MI, 2021):

    • Capa lipídica, que disminuye la evaporación de la capa más profunda, secretada por las glándulas de Meibomio, principalmente.
    • Capa mixta de composición acuosa y mucosa.

    Las alteraciones producidas en la película lagrimal son resultado de una disfunción de la unidad funcional lagrimal en alguno de sus niveles, pudiendo desembocar en la aparición de este síndrome que, por lo general, se desarrolla en dos fases:

    • Fase inicial, donde se produce una agresión por parte de un estímulo ambiental.
    • Segunda fase, donde a raíz de dicho estímulo se produce una alteración en la composición o un aumento de la evaporación de la película lagrimal, ya sea de origen metabólico, inflamatorio o neuropático, pudiendo ser demostrado o no un estado de hiperosmolaridad de la misma (Roda M, 2020).

    La prevalencia del síndrome se estima entre el 5% y el 50%, dependiendo de las comorbilidades. Se ha observado un aumento de la incidencia de 5,7 en mujeres menores de 50 años, a 9,8 en mayores de dicha edad e incluso hasta una incidencia del 75% a partir de los 75 años. Si bien, cabe destacar que se estima un infradiagnóstico de entorno al 50% de la patología en cuestión.

    La edad y el sexo femenino han demostrado ser los principales factores de riesgo. Con el envejecimiento se producen cambios degenerativos que afectan a los tres principales componentes que conforman la unidad funcional lagrimal. En cuanto a las glándulas lagrimales, se observa una atrofia progresiva de los acinos glandulares con fibrosis periductal, siendo su secreción cada vez menos eficaz. Por otro lado, también se produce una mayor laxitud del tejido palpebral y una atrofia de las glándulas de Meibomio situadas en los párpados, ocasionando alteraciones tanto cuantitativas como cualitativas en la película lagrimal. Este proceso tiene lugar de una forma más marcada en la población femenina con los cambios hormonales producidos a partir de la menopausia, explicando así el aumento de incidencia en este grupo poblacional a partir de los 50 años (Zhang X, 2020; Eom Y, 2021).

    Actualmente, con las nuevas tecnologías, estamos viviendo un incremento importante del síndrome de ojo seco en el ámbito laboral. Además, desde el inicio de la pandemia por COVID-19, se espera un incremento más acusado aún de la prevalencia de este síndrome. Por un lado, por el aumento del tiempo que la población pasa frente a las pantallas debido al teletrabajo, y por otro lado derivado del uso de mascarillas (Moshirfar M, 2020).

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