Fisterra

    Eosinofilia

    ¿De qué hablamos?


    Los eosinófilos son granulocitos diferenciados que participan activamente en la patogénesis de diversos procesos inflamatorios, resultado de infecciones, enfermedades alérgicas, daño tisular inespecífico, y en la respuesta inmunológica y tumoral.

    El límite máximo del número normal de eosinófilos en sangre varía entre 350 y 700 eosinófilos/mm3, viéndose su valor influido por la edad, siendo mayor el recuento de eosinófilos en recién nacidos respecto a los restantes grupos de edad, y superior en la mujer, sobre todo en la primera fase del ciclo menstrual y durante el embarazo; y según el momento del día, asociado a las secreciones corticosuprarrenales, por lo que la eosinofilia es mayor al anochecer. Existen también factores que pueden reducir el número de eosinófilos de manera transitoria, como infecciones víricas o bacterianas, paludismo, corticoides, etc. No obstante, la mayoría de los expertos consideran que existe eosinofilia cuando el número de eosinófilos es ≥500 eosinófilos/mm3. Por otro lado, el aumento del porcentaje de eosinófilos, sin aumento del número total (eosinofilia relativa) no debe ser considerado de forma práctica para definir la eosinofilia, ya que puede encontrarse en el contexto de una leucopenia fisiológica. Según el número de eosinófilos, la eosinofilia se clasifica en leve (500-1.500 eosinófilos/mm3), moderada (1.500-5.000 eosinófilos/mm3) o grave (≥5.000 eosinófilos/mm3) (Tefferi A, 2005; Weller PF, 2019).

    El término "hipereosinofilia" se refiere a niveles de eosinófilos ≥1.500/mm3 (con o sin daño tisular), y el término “síndrome hipereosinofílico” se refiere a una hipereosinofilia de más de 6 meses de evolución, con presencia de daño tisular atribuible a la eosinofilia, y exclusión de otras causas capaces de ocasionar eosinofilia (Roufosse F, 2010; Simon HU, 2010; Weller PF, 2019).

    La eosinofilia es un hallazgo relativamente frecuente en la práctica clínica, principalmente en inmigrantes y viajeros procedentes de países tropicales, si bien no se dispone de estudios amplios que estimen cuál es su prevalencia/incidencia, variando esta ampliamente en función del área geográfica y la metodología empleada. A menudo se encuentra como hallazgo casual en el cribado de pacientes asintomáticos, y puede asociarse a la aparición de patologías de muy diversa etiología, como alérgica, enfermedades infecciosas y parasitarias, procesos inflamatorios, autoinmunes y neoplasias con morbimortalidad muy variable (Weller PF, 2017; Weller PF, 2019).

    Las principales citocinas involucradas en la producción y diferenciación de los eosinófilos en la médula ósea son la interleucina-3 (IL-3), la interleucina-5 (IL-5) y el factor estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF), las cuales son producidas principalmente por linfocitos T CD4+ y CD8+ que se encuentran tanto en sangre periférica como en tejido inflamatorio y en la médula ósea (Weller PF, 2019).

    Los contenidos intracitoplasmáticos de los eosinófilos pueden dañar los tejidos, y la infiltración de estos por los eosinófilos puede originar un importante daño tisular, cuyo paradigma es la cardiopatía (también puede provocar afectación de los sistemas nervioso, cutáneo, pulmonar y gastrointestinal). Sin embargo, hay que destacar que el número de eosinófilos en sangre no refleja necesariamente el grado de infiltración tisular por estos, y por tanto, el riesgo de daño tisular (Weller PF, 2019).

    ¿Cuál es la etiología?

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    ¿Cómo se manifiesta?

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    ¿Cómo se diagnostica?

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    Algoritmo diagnóstico de la eosinofilia

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    Bibliografía

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Eosinofilia

    Fecha de revisión: 30/04/2019
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    Los eosinófilos son granulocitos diferenciados que participan activamente en la patogénesis de diversos procesos inflamatorios, resultado de infecciones, enfermedades alérgicas, daño tisular inespecífico, y en la respuesta inmunológica y tumoral.

    El límite máximo del número normal de eosinófilos en sangre varía entre 350 y 700 eosinófilos/mm3, viéndose su valor influido por la edad, siendo mayor el recuento de eosinófilos en recién nacidos respecto a los restantes grupos de edad, y superior en la mujer, sobre todo en la primera fase del ciclo menstrual y durante el embarazo; y según el momento del día, asociado a las secreciones corticosuprarrenales, por lo que la eosinofilia es mayor al anochecer. Existen también factores que pueden reducir el número de eosinófilos de manera transitoria, como infecciones víricas o bacterianas, paludismo, corticoides, etc. No obstante, la mayoría de los expertos consideran que existe eosinofilia cuando el número de eosinófilos es ≥500 eosinófilos/mm3. Por otro lado, el aumento del porcentaje de eosinófilos, sin aumento del número total (eosinofilia relativa) no debe ser considerado de forma práctica para definir la eosinofilia, ya que puede encontrarse en el contexto de una leucopenia fisiológica. Según el número de eosinófilos, la eosinofilia se clasifica en leve (500-1.500 eosinófilos/mm3), moderada (1.500-5.000 eosinófilos/mm3) o grave (≥5.000 eosinófilos/mm3) (Tefferi A, 2005; Weller PF, 2019).

    El término "hipereosinofilia" se refiere a niveles de eosinófilos ≥1.500/mm3 (con o sin daño tisular), y el término “síndrome hipereosinofílico” se refiere a una hipereosinofilia de más de 6 meses de evolución, con presencia de daño tisular atribuible a la eosinofilia, y exclusión de otras causas capaces de ocasionar eosinofilia (Roufosse F, 2010; Simon HU, 2010; Weller PF, 2019).

    La eosinofilia es un hallazgo relativamente frecuente en la práctica clínica, principalmente en inmigrantes y viajeros procedentes de países tropicales, si bien no se dispone de estudios amplios que estimen cuál es su prevalencia/incidencia, variando esta ampliamente en función del área geográfica y la metodología empleada. A menudo se encuentra como hallazgo casual en el cribado de pacientes asintomáticos, y puede asociarse a la aparición de patologías de muy diversa etiología, como alérgica, enfermedades infecciosas y parasitarias, procesos inflamatorios, autoinmunes y neoplasias con morbimortalidad muy variable (Weller PF, 2017; Weller PF, 2019).

    Las principales citocinas involucradas en la producción y diferenciación de los eosinófilos en la médula ósea son la interleucina-3 (IL-3), la interleucina-5 (IL-5) y el factor estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF), las cuales son producidas principalmente por linfocitos T CD4+ y CD8+ que se encuentran tanto en sangre periférica como en tejido inflamatorio y en la médula ósea (Weller PF, 2019).

    Los contenidos intracitoplasmáticos de los eosinófilos pueden dañar los tejidos, y la infiltración de estos por los eosinófilos puede originar un importante daño tisular, cuyo paradigma es la cardiopatía (también puede provocar afectación de los sistemas nervioso, cutáneo, pulmonar y gastrointestinal). Sin embargo, hay que destacar que el número de eosinófilos en sangre no refleja necesariamente el grado de infiltración tisular por estos, y por tanto, el riesgo de daño tisular (Weller PF, 2019).

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    Los eosinófilos son granulocitos diferenciados que participan activamente en la patogénesis de diversos procesos inflamatorios, resultado de infecciones, enfermedades alérgicas, daño tisular inespecífico, y en la respuesta inmunológica y tumoral.

    El límite máximo del número normal de eosinófilos en sangre varía entre 350 y 700 eosinófilos/mm3, viéndose su valor influido por la edad, siendo mayor el recuento de eosinófilos en recién nacidos respecto a los restantes grupos de edad, y superior en la mujer, sobre todo en la primera fase del ciclo menstrual y durante el embarazo; y según el momento del día, asociado a las secreciones corticosuprarrenales, por lo que la eosinofilia es mayor al anochecer. Existen también factores que pueden reducir el número de eosinófilos de manera transitoria, como infecciones víricas o bacterianas, paludismo, corticoides, etc. No obstante, la mayoría de los expertos consideran que existe eosinofilia cuando el número de eosinófilos es ≥500 eosinófilos/mm3. Por otro lado, el aumento del porcentaje de eosinófilos, sin aumento del número total (eosinofilia relativa) no debe ser considerado de forma práctica para definir la eosinofilia, ya que puede encontrarse en el contexto de una leucopenia fisiológica. Según el número de eosinófilos, la eosinofilia se clasifica en leve (500-1.500 eosinófilos/mm3), moderada (1.500-5.000 eosinófilos/mm3) o grave (≥5.000 eosinófilos/mm3) (Tefferi A, 2005; Weller PF, 2019).

    El término "hipereosinofilia" se refiere a niveles de eosinófilos ≥1.500/mm3 (con o sin daño tisular), y el término “síndrome hipereosinofílico” se refiere a una hipereosinofilia de más de 6 meses de evolución, con presencia de daño tisular atribuible a la eosinofilia, y exclusión de otras causas capaces de ocasionar eosinofilia (Roufosse F, 2010; Simon HU, 2010; Weller PF, 2019).

    La eosinofilia es un hallazgo relativamente frecuente en la práctica clínica, principalmente en inmigrantes y viajeros procedentes de países tropicales, si bien no se dispone de estudios amplios que estimen cuál es su prevalencia/incidencia, variando esta ampliamente en función del área geográfica y la metodología empleada. A menudo se encuentra como hallazgo casual en el cribado de pacientes asintomáticos, y puede asociarse a la aparición de patologías de muy diversa etiología, como alérgica, enfermedades infecciosas y parasitarias, procesos inflamatorios, autoinmunes y neoplasias con morbimortalidad muy variable (Weller PF, 2017; Weller PF, 2019).

    Las principales citocinas involucradas en la producción y diferenciación de los eosinófilos en la médula ósea son la interleucina-3 (IL-3), la interleucina-5 (IL-5) y el factor estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF), las cuales son producidas principalmente por linfocitos T CD4+ y CD8+ que se encuentran tanto en sangre periférica como en tejido inflamatorio y en la médula ósea (Weller PF, 2019).

    Los contenidos intracitoplasmáticos de los eosinófilos pueden dañar los tejidos, y la infiltración de estos por los eosinófilos puede originar un importante daño tisular, cuyo paradigma es la cardiopatía (también puede provocar afectación de los sistemas nervioso, cutáneo, pulmonar y gastrointestinal). Sin embargo, hay que destacar que el número de eosinófilos en sangre no refleja necesariamente el grado de infiltración tisular por estos, y por tanto, el riesgo de daño tisular (Weller PF, 2019).

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