La fascitis plantar (FP) es un proceso degenerativo y crónico, más que inflamatorio, que afecta a la fascia plantar o aponeurosis plantar que es un tejido fibroso organizado en bandas que se extiende desde la tuberosidad anterior del calcáneo hasta los dedos. Por esta razón, un término más adecuado sería el de faciosis o fasciopatia plantar (Schwartz EN, 2014; Lareau CR, 2014; Beeson P, 2014).
Su prevalencia se estima entre el 3,6 al 7% en población general, llegando al 8% en corredores. Es más frecuente entre los 40-60 años aunque en atletas lo es en edades más tempranas y en un tercio de los casos es bilateral (Lareau CR, 2014; Beeson P, 2014; Buchbinder R, 2016).
Su etiología es desconocida y podría relacionarse con un desequilibrio biomecánico y con microtraumas repetidos. Con frecuencia se asocia a la presencia de espolón calcáneo. Los factores de riesgo para su desarrollo se exponen en la tabla 1 (Schwartz EN, 2014; Beeson P, 2014):
Tabla 1. Factores de riesgo para el desarrollo de fascitis plantar.
Factores intrínsecos
Edad.
Obesidad.
Enfermedades sistémicas (artritis reumatoide, espondilitis anquilopoyética o diabetes).
Infecciones (retroviral y raramente infección gonocócica o tuberculosis).
Fármacos (fluoroquinolonas y quimioterapia).
Pies planos o cavos, ángulo de dorsiflexión del pie limitado, musculatura intrínseca del pie y flexora plantar débil, acortamiento del tendón de Aquiles, hiperpronación del tobillo.
Factores extrínsecos
Carga de pesos prolongada.
Microtraumas.
Realización de deporte con mal entrenamiento y uso de zapatos inadecuados para ello.
Posturas durante el sueño que favorezcan la contractura de los músculos de las piernas.
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