Son un conjunto de anomalías motoras que alteran el funcionamiento normal del esófago, ya sea por alteración en la peristalsis esofágica o por las presiones de los esfínteres que comportan habitualmente problemas en el mecanismo de deglución.
La motilidad esofágica es considerada anormal si excede en dos desviaciones estándar la encontrada en un grupo amplio de población normal. Pueden ocurrir como un fenómeno aislado (primarias) o asociarse a otras enfermedades (secundarias) (Castell DO, 2014).
Los síntomas más habituales son:
Disfagia esofágica: intermitente y no progresiva, para sólidos y líquidos, que comienza varios segundos después de la deglución y se acompaña de sensación de que la comida se queda parada en el esófago.
Dolor torácico pseudoanginoso, que, en general, aparece de forma espontánea, aunque puede ser desencadenado por comidas y bebidas frías. Dura de minutos a horas y puede mejorar con maniobras físicas y con nitroglicerina sublingual.
Regurgitación y pirosis: que aparecen inmediatamente después de las comidas o pasadas unas horas. Conviene descartar enfermedad por reflujo esofágico (ERGE) asociado o como causa principal.
Y también pueden referir síntomas respiratorios, como aspiración traqueobronquial, tos o neumonía por aspiración.
A la hora del diagnóstico la manometría convencional es el patrón oro, aunque paulatinamente va siendo sustituida por la manometría de alta resolución (MAR). La clasificación de Chicago v 3.0 recoge los criterios manométricos que permiten diagnosticar los trastornos de la motilidad esofágica (Kahrilas PJ, 2015) pero a efectos clínicos y descriptivos es más útil, especialmente para el médico de familia y en atención primaria, clasificar las alteraciones motoras del esófago en:
Trastornos primarios:
Acalasia y obstrucción al flujo de la unión gastroesofágica.
Contracciones incoordinadas: espasmo esofágico distal.
Trastornos de hipercontractilidad: esófago hipercontráctil, peristalsis hipertensiva e hipertonía esfínter esofágico inferior (EEI).
Trastornos de hipocontractilidad: ausencia de contractilidad. Motilidad esofágica inefectiva y peristalsis fragmentada.
Trastornos secundarios.
La Organización Mundial de Gastroenterología propone una cascada diagnóstica ante la presencia de disfagia. Considera que la disfagia a sólidos y líquidos es más sugestiva de alteraciones motoras del esófago que de lesiones orgánicas esofágicas por lo que antepone el esofagograma a la endoscopia. Lo contrario ocurre (la endoscopia será la primera prueba a realizar) si la disfagia es exclusivamente a sólidos.
Disfagia esofágica: cascada diagnóstica (Malagelada JR, 2015):
Historia médica y exploración física.
Esofagograma.
Endoscopia gastroesofágica.
Manometría esofágica.
Si se dispone de recursos más avanzados:
Manometría de alta resolución.
Gammagrafía del tránsito esofágico.
Tomografía axial computarizada (TAC)/tomografía por emisión de positrones (PET) toracoabdominal.
Ecografía esofágica.
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