Fisterra

    Gripe

    ¿De qué hablamos?


    La gripe es una enfermedad aguda de las vías respiratorias que con frecuencia se acompaña de signos o síntomas generales (fiebre, cefalea, mialgias y debilidad) y anualmente produce brotes de intensidad, morbilidad y mortalidad variables (Cohen YZ, 2016). Sin embargo, la atención médica de pacientes con gripe se limita habitualmente a ancianos (los que más ingresan), inmunodeprimidos y con neumopatías crónicas (Pagarolas AA, 2014; Uyeki TM, 2017).

    Los virus de la gripe pertenecen a la familia Orthomyxoviridae, se distribuyen en 3 géneros (influenza A, B y C) según sus características antigénicas. Los virus A incluyen subtipos en base a sus antígenos de superficie (hemaglutinina [H] y neuraminidasa [N]), de los cuales sólo el H1, H2, H3, N1 y N2 han originado epidemias en humanos. Los virus A y B son los más importantes en seres humanos. El subtipo A/H1N1 originó la última pandemia (Cohen YZ, 2016). La gripe origina anualmente epidemias que afectan al 5-30% de la población global (Merckx J, 2017).

    La gripe pandémica es consecuencia de las variaciones antigénicas mayores periódicas del virus A, frente a las que la población carece de inmunidad, pueden presentarse durante todo el año y afectar en pocos meses a todo el mundo.

    Los brotes epidémicos (gripe interpandémica) se producen por variaciones antigénicas menores del virus A, habitualmente durante el invierno, de forma repentina y con una duración de entre 2 y 3 meses. El primer signo de los brotes es el aumento del número de niños con fiebre por infección respiratoria, seguido de infecciones similares en adultos y el desarrollo posterior de complicaciones en pacientes de alto riesgo (Cohen YZ, 2016).

    Los virus influenza B habitualmente provocan brotes menos graves y menos extensos. El virus influenza C, infrecuente, produce infecciones asintomáticas o similares al resfriado común.

    La gripe se transmite por mecanismo aéreo directo, a través del habla, tos y estornudos; principalmente a través de gotitas de partículas grandes (>5 micras), por lo que requiere un contacto estrecho con la persona infectada. También puede transmitirse, con menos frecuencia, a través del contacto con superficies que se han contaminado con gotitas respiratorias (Brankston G, 2007; Mubareka S, 2009).

    Su período de incubación es de 1 a 4 días. Un paciente con gripe puede transmitir la enfermedad desde 24 horas antes del inicio de los síntomas hasta 7 días después o tras 24 horas sin fiebre. Algunas personas infectadas con el virus y asintomáticas pueden transmitir la enfermedad.

    ¿Cómo se diagnostica?

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    Vacunación y profilaxis

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    Bibliografía

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Gripe

    Fecha de revisión: 12/07/2018
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La gripe es una enfermedad aguda de las vías respiratorias que con frecuencia se acompaña de signos o síntomas generales (fiebre, cefalea, mialgias y debilidad) y anualmente produce brotes de intensidad, morbilidad y mortalidad variables (Cohen YZ, 2016). Sin embargo, la atención médica de pacientes con gripe se limita habitualmente a ancianos (los que más ingresan), inmunodeprimidos y con neumopatías crónicas (Pagarolas AA, 2014; Uyeki TM, 2017).

    Los virus de la gripe pertenecen a la familia Orthomyxoviridae, se distribuyen en 3 géneros (influenza A, B y C) según sus características antigénicas. Los virus A incluyen subtipos en base a sus antígenos de superficie (hemaglutinina [H] y neuraminidasa [N]), de los cuales sólo el H1, H2, H3, N1 y N2 han originado epidemias en humanos. Los virus A y B son los más importantes en seres humanos. El subtipo A/H1N1 originó la última pandemia (Cohen YZ, 2016). La gripe origina anualmente epidemias que afectan al 5-30% de la población global (Merckx J, 2017).

    La gripe pandémica es consecuencia de las variaciones antigénicas mayores periódicas del virus A, frente a las que la población carece de inmunidad, pueden presentarse durante todo el año y afectar en pocos meses a todo el mundo.

    Los brotes epidémicos (gripe interpandémica) se producen por variaciones antigénicas menores del virus A, habitualmente durante el invierno, de forma repentina y con una duración de entre 2 y 3 meses. El primer signo de los brotes es el aumento del número de niños con fiebre por infección respiratoria, seguido de infecciones similares en adultos y el desarrollo posterior de complicaciones en pacientes de alto riesgo (Cohen YZ, 2016).

    Los virus influenza B habitualmente provocan brotes menos graves y menos extensos. El virus influenza C, infrecuente, produce infecciones asintomáticas o similares al resfriado común.

    La gripe se transmite por mecanismo aéreo directo, a través del habla, tos y estornudos; principalmente a través de gotitas de partículas grandes (>5 micras), por lo que requiere un contacto estrecho con la persona infectada. También puede transmitirse, con menos frecuencia, a través del contacto con superficies que se han contaminado con gotitas respiratorias (Brankston G, 2007; Mubareka S, 2009).

    Su período de incubación es de 1 a 4 días. Un paciente con gripe puede transmitir la enfermedad desde 24 horas antes del inicio de los síntomas hasta 7 días después o tras 24 horas sin fiebre. Algunas personas infectadas con el virus y asintomáticas pueden transmitir la enfermedad.

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    ¿De qué hablamos?


    La gripe es una enfermedad aguda de las vías respiratorias que con frecuencia se acompaña de signos o síntomas generales (fiebre, cefalea, mialgias y debilidad) y anualmente produce brotes de intensidad, morbilidad y mortalidad variables (Cohen YZ, 2016). Sin embargo, la atención médica de pacientes con gripe se limita habitualmente a ancianos (los que más ingresan), inmunodeprimidos y con neumopatías crónicas (Pagarolas AA, 2014; Uyeki TM, 2017).

    Los virus de la gripe pertenecen a la familia Orthomyxoviridae, se distribuyen en 3 géneros (influenza A, B y C) según sus características antigénicas. Los virus A incluyen subtipos en base a sus antígenos de superficie (hemaglutinina [H] y neuraminidasa [N]), de los cuales sólo el H1, H2, H3, N1 y N2 han originado epidemias en humanos. Los virus A y B son los más importantes en seres humanos. El subtipo A/H1N1 originó la última pandemia (Cohen YZ, 2016). La gripe origina anualmente epidemias que afectan al 5-30% de la población global (Merckx J, 2017).

    La gripe pandémica es consecuencia de las variaciones antigénicas mayores periódicas del virus A, frente a las que la población carece de inmunidad, pueden presentarse durante todo el año y afectar en pocos meses a todo el mundo.

    Los brotes epidémicos (gripe interpandémica) se producen por variaciones antigénicas menores del virus A, habitualmente durante el invierno, de forma repentina y con una duración de entre 2 y 3 meses. El primer signo de los brotes es el aumento del número de niños con fiebre por infección respiratoria, seguido de infecciones similares en adultos y el desarrollo posterior de complicaciones en pacientes de alto riesgo (Cohen YZ, 2016).

    Los virus influenza B habitualmente provocan brotes menos graves y menos extensos. El virus influenza C, infrecuente, produce infecciones asintomáticas o similares al resfriado común.

    La gripe se transmite por mecanismo aéreo directo, a través del habla, tos y estornudos; principalmente a través de gotitas de partículas grandes (>5 micras), por lo que requiere un contacto estrecho con la persona infectada. También puede transmitirse, con menos frecuencia, a través del contacto con superficies que se han contaminado con gotitas respiratorias (Brankston G, 2007; Mubareka S, 2009).

    Su período de incubación es de 1 a 4 días. Un paciente con gripe puede transmitir la enfermedad desde 24 horas antes del inicio de los síntomas hasta 7 días después o tras 24 horas sin fiebre. Algunas personas infectadas con el virus y asintomáticas pueden transmitir la enfermedad.

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